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Una expansión con firmes raíces en el terruño

Frutos Villar, a punto de cumplir su centenario como bodega, ha mantenido los valores propios de la empresa familiar sin que le hayan lastrado el salto a los mercados internacionales y una decidida apuesta por la innovación. Dispone de una amplio catálogo de vinos elaborados en las DO Toro, Cigales, Rueda y Ribera del Duero. Vende más de 2,5 millones de botellas al año

Alfredo Allende

Hace casi cien años, en 1920, nacía en Villavendimio (Zamora) la bodega Frutos Villar como un proyecto familiar y estrechamente arraigado a la tierra. Hoy, casi un siglo después, ha logrado con éxito la difícil pirueta de conservar la esencia y, al mismo tiempo, transitar por los mercados internacionales captando nuevos clientes y ofreciendo vinos acordes con la demanda de los tiempos. Ahora es la más antigua de las bodegas de la localidad zamorana.

Desde la comarca de Toro vendían vino en Valladolid. Entonces se dieron cuenta de que en la capital había mucho consumo de rosado de Cigales, de forma que apostaron por ampliar el negocio abriendo otra bodega en esta localidad a mediados de los años 60, cuyas instalaciones modernizaron con la llegada del nuevo milenio, Antes, en 1988 Frutos Villar había adquirido la cooperativa Santa Eulalia en La Horra (Burgos). Así iniciaba su actividad en Ribera del Duero, adelantándose al boom que experimentarían los vinos de estos viñedos unos años más tarde.

Con la uva que recogen de sus cepas de Villalpando (Zamora) elaboran bajo la etiqueta de Vino de la Tierra de Castilla y León. Disponen de 300 hectáreas de viñedo propio repartido en las DO Toro y Cigales, y también en Villalpando. En Ribera del Duero se siguen abasteciendo de la uva de los cooperativistas de Santa Eulalia. “En realidad algunos de estos viticultores son ya los hijos de los antiguos cooperativistas”, apunta el gerente de Frutos Villar, Fernando Caballero, para constatar la firme relación que existe entre la bodega y sus proveedores de toda la vida. En Rueda comercializan además varias elaboraciones, aunque carecen de instalaciones propias.

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Muchas referencias

“Tenemos muchas referencias, tantas que no hemos llegado a contarlas…”, apunta la enóloga de la marca, Nuria Peña. Cada marca principal (como Calderona, Muruve, Conde de Siruela, María de Molina o Viña Morejona) tiene varias elaboraciones. Y no hay que olvidar los vinos personalizados ni la producción de vinos de mesa, que en la provincia de Valladolid han encontrado su mejor mercado.

“El rosado es el vino en el que más han evolucionado los gustos y donde más cambian las modas. Nos demandan desde los muy fresas hasta los más claros. No nos queda otra que adaptarnos”, recalca la enóloga. Así, disponen de marcas para sitios determinados. Han creado Muruve a la carta para China. “Quieren vino adaptado a sus preferencias; con otro diseño, con su marketing propio… También sucede con otras de nuestras marcas, que nos las demandan con otro ‘packaging’ en la botella, en la caja, en la cápsula… El mercado internacional es muy importante y tenemos que atender todas esas demandas sin dudarlo”, puntualiza Fernando Caballero.

Frutos Villar vende más de 2,5 millones de botellas al año, para facturar 4,2 millones de euros. La bodega constata el incremento de la demanda de sus vinos de Ribera del Duero. Los de Toro han experimentado también un tirón, sobre todo en la exportación de los que tienen más madera.

Frutos Villar es habitual en las grandes ferias que se celebran en China, Estados Unidos y otros países. “Vamos siempre con los oídos bien atentos para saber qué demanda el consumidor”, explica el gerente. “La trayectoria de Frutos Villar ha sido siempre innovadora, como lo demuestra el salto que dio hace ya muchos años desde Toro a otras denominaciones. La familia Villar Jáñez ha sido siempre muy innovadora”, respalda Peña.

Abrir nuevos mercados y lograr mayor penetración en Estados Unidos es el objetivo marcado. El amplio portfolio de la bodega permite que el distribuidor tenga acceso a muchos vinos diferentes y de distintas denominaciones. Esa es la gran baza de Frutos Villar, además de una óptima relación entre calidad y precio. “Ese ha sido nuestro argumento desde siempre”, recalca Caballero.

La elaboración de tantos vinos diferentes no supone ningún problema para los técnicos: “Es fácil de gestionar. Teniendo buenas instalaciones y compañeros profesionales trabajando resulta fácil”, aclara Peña. “Partimos de uva de muy buena calidad, tanto la propia como la que le compramos a otros proveedores de viñedos viejos y que seleccionamos desde hace años”, remata.

La inversión en Frutos Villar es constante, tanto en instalaciones como en la tecnología que necesita. Disponen de un notable parque de barricas, de roble francés y con menos de cuatro años, fabricadas por los mejores toneleros. Seguir hacia adelante y conquistar nuevos mercados. “Tenemos la suerte de estar desde hace muchos años en Ribera del Duero y en Rueda. El reto fundamental lo tenemos en la exportación. Ahora exportamos el 20% y creo que tenemos un margen de crecimiento muy grande. Con tantas referencias, y con nuestra estructura, necesitamos seguir avanzando”, apunta el gerente.

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