“Si pudiésemos tener el sentido común de recuperar la lógica de un desarrollo armónico, entonces el mundo rural dejaría de constituir el eslabón débil de nuestra sociedad para pasar a ser un actor esencial en el equilibrio de nuestras regiones y de la eficacia de sus políticas económicas y sociales”.
JACQUES DELORS
En 1991 nacía Leader, ‘Liaison entre Activitées du Développement de l’Économie Rurale’. Lo que empezó como una iniciativa comunitaria, con ideas en origen en la existencia de grupos y organizaciones no gubernamentales, preocupadas por el futuro del mundo rural, pronto se convirtió en una metodología de desarrollo local para hacer partícipes a los actores del territorio en el diseño y la puesta en marcha de estrategias, de toma de decisiones y de asignación de recursos para el desarrollo de sus zonas rurales.
Desde hace más de 30 años nuestro medio rural ha cambiado mucho, y muchos son los que se afanan en su día a día en mantener unas comarcas vivas y activas a través de esta metodología. Un gran desafío, sin duda.
En Castilla y León existen 44 grupos de acción local, 252 en España, asociaciones sin ánimo de lucro donde se integran entidades públicas y entidades privadas representativas del territorio.
Desde sus ‘laboratorios’ ubicados en el corazón de los territorios rurales aplican las estrategias europeas de desarrollo rural, a través del programa Leader.
Cada grupo gestiona un territorio, con sus elementos, con sus energías, con su historia, con sus personas. Como técnicos al servicio de la colectividad, tienen que promover, organizar, coordinar y elaborar operaciones integradas de desarrollo de las que son protagonistas todos los ciudadanos y ciudadanas, junto a las instituciones locales. Como escribiera mi admirado Jaime Izquierdo Vallina en su ‘Manual para Agentes de Desarrollo Rural’: “Se trata, en definitiva, de que la gente acuda al agente de desarrollo local (ADL) para solucionar problemas de desarrollo y empleo, como acude al médico ante problemas de salud o llama al veterinario cuando la vaca está enferma”.
Si hacemos memoria de todos estos años trabajando en los territorios a través de diferentes metodologías, Leader, Leader II, Proder, Leader+, Proder II, Leadercal… rápidamente nuestra mente se llena de cifras: los puestos de trabajo conseguidos, la financiación llegada, las ayudas distribuidas, los promotores y promotoras que se han asesorado…
Pero lo más importante ha sido la revolución de Leader en este tiempo, basada en su metodología, en el cambio de mentalidades y en la capacidad de otorgar a los territorios y a las personas que viven en ellos la capacidad de decidir sus propias estrategias de desarrollo, las políticas que se deben seguir e incluso las subvenciones que se gestionan.
Ellos mismos: el alcalde o la alcaldesa, las componentes de la asociación de mujeres, las cooperativas agrarias, los empresarios y empresarias y en definitiva todos los colectivos que dan vida a un territorio, son los encargados de definir el proyecto y las líneas estratégicas de su propio futuro.
Desde hace tiempo venimos viendo día a día, en diferentes medios de comunicación y también ‘in situ’, cómo las cifras de despoblación en España son contundentes.
Nuestros territorios rurales están sufriendo, no son tratados en igualdad de condiciones con los urbanos; nuestras gentes se están yendo y los grupos, como dinamizadores y ‘médicos’ del desarrollo rural, con sus fondos Leader, aunque generen ilusión y vean que hay posibilidades, necesitan más medidas urgentes ante este fenómeno.
Desde los grupos de acción local se es consciente de lo importante que es poner el acento en el empleo a la hora de fijar población. Un buen proyecto Leader, a día de hoy, viene dado por la creación de puestos de trabajo que generen fijación de población, y si esta creación es de puestos de trabajo de mujeres, aún es más valorado.
Sin duda, el futuro del medio rural pasa por la creación de más oportunidades y por mejorar la situación laboral de todos los que viven en él, sobre todo de las mujeres. La singularidad de este colectivo requiere de una atención específica acorde a sus diferentes necesidades y expectativas, requiriendo más presencia y participación en la toma de decisiones, tanto a nivel político como económico y social.
Desde los grupos de acción local se han marcado conseguir la plena igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, conscientes de que es una cuestión de justicia, de derechos fundamentales y de responsabilidad ética, pero también de que es un soporte fundamental para el desarrollo económico, y un elemento esencial en la vertebración y cohesión social de todos y cada uno de los territorios rurales.
Nuestras comarcas están llenas de personas que apuestan por seguir viviendo, trabajando y conciliando en ellas. Muestra de ello son algunos de los emprendedores y emprendedoras que un día se acercaron por la oficina del grupo y mostraron sus ideas. Siempre se agradecen los conocimientos que trasmiten, todas sus experiencias, ideas, propuestas y sugerencias.
Siempre se trata de crear un ‘feed back’ entre los técnicos de desarrollo rural Leader y el promotor o promotora, y que de esta aventura nazca y se desarrolle una oportunidad de futuro que deje huella. Leader funciona. No hay duda de que en muchos casos, en la mayoría, el trabajo de los técnicos al frente de esta iniciativa da sus frutos.
Nuestros pueblos no serían lo mismo sin lo mucho que ha aportado este modelo de desarrollo endógeno, local, participativo, comunitario y sostenible. A día de hoy se actúa en 6.200 municipios a nivel nacional y con un presupuesto que supera los 500 millones de euros (periodo 2014-2020).
Hemos de alejar los fantasmas que a muchos hacen pensar que los grupos son una ventanilla más de la administración para “dar subvenciones” y retomar, y en muchos casos recordar, su gran capacidad de iniciativa y dinamización. Leader ha demostrado sobradamente su capacidad de movilizar dinero privado frente a otras líneas de ayuda de la Unión Europea, y al frente se encuentran los técnicos de desarrollo rural, velando por la buena aplicación de este dinero público en bien de conseguir un medio rural vivo y con futuro.
Sheila Pastor (Tordesillas)
Un ejemplo de proyecto donde la tecnología tiene alta presencia, es la realidad virtual aplicada al diseño de cocinas. El deseo de abrir un negocio junto con su marido y el tener más libertad en horarios y autonomía en la toma de decisiones, la llevaron a dar el paso, sin no antes formarse. Durante un tiempo compatibilizaron sus trabajos por cuenta ajena, pero llegó el día de dedicarse íntegramente al negocio.
Tras acudir a una feria del sector, esto les hizo cambiar la visión que tenían de su negocio de cocinas y Sheila decidió apostar por la inversión en un programa que permite diseñar composiciones de cocinas que el cliente puede visualizar en tiempo real. Se recrea la realidad a partir de lo virtual, así ofrecen un servicio añadido a sus clientes.
Luz Mª Ruiz Cuadrado (Tiedra)
Esta tiedrana dio el salto y montó su propio negocio. Se trata del primer Centro de Interpretación de la Lavanda de Castilla y León. Formó junto con su marido la sociedad Ecolavanda S.L. y en pleno mes de floración, julio de 2020, abrió sus puertas al público. La exposición cuenta con más de 300 metros cuadros, y a través de paneles explicativos, fotografías, maquetas y audiovisuales se va mostrando los modos de cultivo, usos, etc. de la lavanda. Cuenta además con una tienda física y venta on line donde se venden productos traídos directamente de la destilaría que posee su marido, también en Tiedra.
