Pocas épocas del año se identifican tanto con el vino como la tan esperada vendimia. En Castilla y León se pueden vivir muchas y variadas, tantas como territorios de vino existen en esta tierra.
Buscando vivir esta maravillosa época del año, atrae nuestra atención un hotel situado en una pequeña población a pocos kilómetros de Peñafiel. Está decidido, nos dirigimos a la Ribera del Duero. Aldeayuso (o Aldeyuso), con sus veinticinco habitantes, ha conseguido situarse como referente en el mapa turístico de la zona gracias a este establecimiento que, como no podía ser de otra forma, también gira en torno al mundo del vino con su enoteca, sus catas y sus tratamientos de vinoterapia.
Lavida Hotel Spa forma parte del movimiento ‘slow’, al que define perfectamente el concepto de desaceleración, y para el que la integración con el entorno es base fundamental.
Al llegar con el coche comienzas a entender la media sonrisa de la persona que atendió la reserva cuando preguntamos por el parking del hotel, y es que trasladarse de verdad a una zona rural supone una inmersión que empieza en el mismo momento en que ves espacio por todas partes.
Faltan las prisas, las que luego sobrarán volviendo a la ciudad, y notas calma en la mirada y en la voz de la persona que tienes enfrente, a la que has parado para preguntar por la dirección donde te diriges, a pesar de llevar el GPS conectado, porque el cuerpo te pedía bajar la ventanilla y preguntar.
Entrando en el hotel la armonía te invade al entender por qué está precisamente allí situado. El equilibrio lo encontramos fuera y dentro.
Las técnicas del Feng-Shui utilizadas en su construcción y decoración garantizan esa paz que se traslada a todas las estancias, entre las que destaca el antiguo lagar del siglo XVIII rehabilitado para convertirse en enoteca.
¿Es bueno o es malo que en estas escapadas te comenten que el pueblo «no tiene nada», si precisamente es un lugar privilegiado para visitar las maravillas paisajísticas y monumentales que nos ofrece la zona, y lo que buscamos es alejarnos del ruido?
Encontramos la plaza del Coso y el castillo de Peñafiel con su Museo Provincial del Vino a pocos kilómetros. También en un radio de distancia corto podemos visitar muchas de las afamadas bodegas de la Ribera del Duero y pasear por localidades que enamoran, como Fompedraza.
Tenemos paisaje, tenemos historia y cultura, y siempre que hablamos de un punto en Castilla y León la gastronomía da luz y color a todo el conjunto. Queso, vino y lechazo marcan el apunte gastronómico durante la jornada, que completaremos según la época del año con los guisos de caza y las legumbres.
El final del día en el hotel nos pide algo diferente, porque la estancia nos lleva a encontrar el equilibrio aunque no sepamos que lo estamos buscando. Platos ligeros con toques exóticos, que nos traen las combinaciones de una cocina que le hace guiños al mundo.
Salir del hotel con más luz en la mirada y la sonrisa más marcada, saludando a los vecinos de Aldeayuso mientras metes el equipaje en el coche, pensando en que hay que visitar más los pueblos porque la vida está en ellos.
