En Arenillas (Soria) tienes una cita musical este verano: el Boina Fest. Un festival cuyo fin no es ganar más dinero, sino visibilizar la lacra que arrasa estas tierras: la despoblación
Daniel González
Arenillas fue un adelantado a su época. Hace más de 40 años, décadas antes de que surgiera el popular término de la España Vaciada, este pueblo de sur de la provincia de Soria, dijo basta. Basta a la despoblación, basta a resignarse, a no hacer nada al respecto.
De contar con 400 vecinos a principios del siglo XX, el municipio pasó a tener en pocas décadas menos de 30. Una dura estadística que movilizó a la población que quedaba. Decidieron desde el Ayuntamiento y la Asociación Sociocultural de Arenillas hacer públicas las casas vacías y destinarlas a alquiler social para quienes vivieran allí pudieran trabajar en el pueblo y los aledaños. Familias jóvenes y con hijos en su mayoría.
Décadas más tarde después las estadísticas dieron un vuelco absoluto. Arenillas cuenta actualmente con 52 habitantes, de los cuales 9 son niños, suponiendo casi el 20% de su población. En total 200 personas han pasado por sus viviendas sociales, algunos residieron allí durante años, y otros se han quedado definitivamente en el pueblo.

Un esfuerzo colectivo de resistencia que continúa arraigado en su población. Así se gestó Boina Fest, una iniciativa musical llevada a cabo por los hijos y nietos de los que tanto han luchado por el futuro de Arenillas. “Todo empezó con unos conciertos veraniegos que organizamos en el pueblo, que sirvieron de prueba para lo que más tarde, en 2015, sería el Boina Fest, un festival de «música festiva y positiva», además de «gratuito, autogestionado y 100% colaborativo”, señala Rodrigo Gismera, uno de sus organizadores.
Música contra la despoblación de la Serranía Celtibérica
El festival ‘rural’ nació con un objetivo claro: visibilizar la lucha contra la despoblación, explica Rodrigo, así como ofrecer una “ventana de promoción” a los artistas pertenecientes a los municipios de la Serranía Celtibérica, también conocida como la ‘Laponia Española’. Este territorio ocupa el 13% de la extensión total de España en parte de 10 provincias, donde viven menos de 8 habitantes por km².

Más de 35 artistas han actuado en las siete ediciones del Boina Fest celebradas de forma ininterrumpida desde el año 2015. Y después de dos ediciones online a causa de la pandemia, el festival volverá a ser presencial en su octava edición, que se celebrará el próximo 6 de agosto en Arenillas.
Las perspectivas son buenas, pues un año más se han superado el número de artistas de las provincias de la Serranía Celtibérica inscritos para participar: 70 en total. De todos ellos, 4 han sido los elegidos: la batucada Kilombó, formada en Soria capital y con miembros también de Golmayo y Garray, y el tributo a Nirvana Radio Bleach, con orígenes en Lumías, representarán a Castilla y León. The Birra´s Terror y su punk-rock, a Guadalajara, y Volumnia y su blondie-rock, a La Rioja, que ya participaron en la edición online de 2020.
En su web ya se puede reservar acampada (gratuita) y merchandising para apoyar la causa de este festival
A estos grupos locales se sumarán otros tres foráneos. Tras anunciar al 1er artista confirmado, Wilbur, acróbata y humorista, en las próximas semanas se conocerán los otros dos restantes que formaran el cartel definitivo.

“Sin grandes presupuestos y mucha pasión se pueden cambiar las cosas”
Arenillas se ha convertido en un ejemplo a seguir. La agrupación de electores, Soria Ya, eligió este municipio para iniciar su campaña electoral que fructificó en dos procuradores en las Cortes de Castilla y León. Lo eligieron porque lo consideraban “un símbolo”, al haber logrado “frenar el proceso de despoblación y revertirlo”.
Una hazaña con la que los organizadores del Boina Fest quieren inspirar al resto de la comarca. “Queremos demostrar que sin grandes presupuestos y mucha pasión se pueden cambiar las cosas”, subraya Rodrigo Gismera. “Solo hacen falta ganas e ímpetu para luchar contra las dificultades”, añade.
Como hicieron sus antepasados, ahora el turno es de los más jóvenes. En los años 90, Arenillas se negó a desaparecer del mapa porque su población decidió moverse. Explotó al máximo los recursos que tenía en su mano: desde su stock de viviendas a labores tan tradicionales como la destilación del Espliego, una planta aromática cultivada en el pueblo y utilizada para perfumería. Y, ahora, inspirándose en el pasado, Arenillas construye los cimientos que asegurarán su futuro.