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Comer, respirar… callejear por Saldaña

La arquitectura de los siglos XVI y XVII es uno de los atractivos de la localidad, en cuyas calles podemos seguir las huellas de Javier Cortes, el gran divulgador de la Villa Romana La Olmeda
Ricardo Ortega

Callejear es una de las actividades más completas que podemos realizar en Saldaña. Nos permitirá conocer de primera mano la Plaza Vieja y su entorno, con una arquitectura de gran personalidad, definida por el uso del ladrillo, por los soportales, por las fachadas de poste y carrera, y por las casas blasonadas que se suceden en el casco histórico.

Muy pronto encontraremos la iglesia de San Pedro, construida a mediados del siglo XVI y en cuyo interior se aprecian retablos salomónicos, sepulcros, lápidas. Sus tres naves se escogieron para albergar el Museo de la Villa Romana La Olmeda, junto con objetos hallados en el yacimiento de la Morterona.

A muy pocos pasos, junto a la plaza de España, nos topamos con la iglesia de San Miguel. Datada en los siglos XV y XVII, en su interior destacan un retablo plateresco y una talla gótica del Santo Cristo del Amparo.

Merece la pena visitar el interior del templo y elevar la mirada. Comprobaremos que los primeros tramos de la iglesia se cubren con bóvedas de crucería estrellada, con terceletes, ligaduras, claves decoradas con motivos geométricos y alegóricos, y con yeserías del XVII.

Uno de los templos más especiales para los saldañeses es la ermita de la Virgen del Valle, el hogar de la patrona, situado a unos tres kilómetros del casco urbano. Construido en el siglo XVIII, cobija retablos con pinturas sobre lienzo y una curiosa reja gótica.

Destacan el camarín de la Virgen y su talla románica policromada, de pequeño tamaño, venerada con honores cada 8 de septiembre. También alberga el brazo relicario de san Oveco, uno de los monjes responsables de ilustrar las miniaturas del Códice del beato de Valcabado.

Si nos alejamos del casco histórico, merece la pena comprobar cómo el Carrión atraviesa los ojos del puente Viejo, icono de la villa que ha vivido sucesivas rehabilitaciones. Si lo atravesamos, podremos dirigir nuestros pasos hacia la Villa Romana La Olmeda, a apenas cinco kilómetros.

Su mayor atractivo es el conjunto de mosaicos, uno de los más importantes de España, y el comprobar que ya en el periodo clásico la vega del Carrión acogía, como en la actualidad, una dinámica actividad agraria.

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