Castillo de la Mota. Foto: Rafiki
La localidad ha sido desde la antigüedad un cruce de muchas rutas; una condición que ha dejado en la ciudad un rico y bien conservado patrimonio
Desde su fundación, Benavente ha ido acumulando un rico patrimonio artístico aportado por las diferentes culturas que en ella se han asentado. Su envidiable situación en el noroeste de la Península ha hecho que a lo largo de la historia siempre haya sido un importante cruce de caminos. Entre ellos cabe destacar los jacobeos: Vía de la Plata, Camino de Oriente (Alicante y Madrid), Camino de Valladolid, la ruta por el Valle del Tera, y el camino de Asturias.
Hoy también Benavente es uno de los nudos de comunicación más importantes de España, que se esfuerza día a día para convertirse en un destacado punto dentro del mundo del transporte y la logística.
Pasear por Benavente es sentir el contraste entre lo moderno y tradicional. Es una ciudad dinámica y acogedora, participativa y llena de vida. El carácter abierto de sus gentes invita a recorrer sus calles descubriendo la belleza de una ciudad abierta al progreso.
En esta ciudad rodeada de ríos, el visitante va a encontrar una rica gastronomía, fiestas y tradiciones que se mantienen vivas, y una amplia oferta cultural y de ocio. Déjese llevar y disfrute de una feliz estancia.
En tiempos se ubicaba en la villa uno de los alcázares más destacables de España, destruido en un incendio durante la Guerra de la Independencia. De él solo se conserva intacta la Torre del Caracol, una obra del siglo XVI que mezcla los estilos gótico y renacentista.
Portada de San Juan del Mercado.
La ciudad conserva dos joyas de estilo románico. Una de ellas es la iglesia de Santa María del Azogue (que significa zoco), cuyo nombre evoca su tradición mercantil y de la cual destacan cinco bellos ábsides. Compite sin duda con la otra joya románica de la ciudad; San Juan del Mercado, que presume de portada y de retablos.
Para albergar a los peregrinos que desde el sur y el este de la Península se dirigían a Compostela se levantó el Hospital de la Piedad, de estilo renacentista (s. XVI). Destaca su portada con el relieve de la Piedad y la concha jacobea que lo remata. En el interior encontramos un hermoso claustro porticado y la capilla.
La tradición avala el fervor de los benaventanos con la llegada de las Fiestas del Toro Enmaromado, cuyos orígenes se remontan siglos atrás. Se celebra el miércoles de la semana del Corpus y están declaradas de Interés Turístico Regional.
Otra de sus fiestas es La Veguilla (en honor a la Virgen de la Vega), que tiene lugar ocho días después del Domingo de Resurrección. Su rasgo más tradicional es la Petición del Toro Enmaromado, que recorrerá las calles cincuenta y un días después. La Semana Santa es asimismo otra cita obligada para los benaventanos, pues mantienen antiquísimas tradiciones perpetuadas por las cofradías.
La excelente huerta local produce los famosos pimientos morrones. Además, destacan entre los platos de su variada gastronomía las truchas del Tera, el bacalao a lo tío, las ancas de rana, quesos y embutidos, y postres como los ‘feos’ y la tarta del Císter.
