Es una de las formaciones de danza tradicional más numerosa de Castilla y León. Con El Torrejón es difícil decidir si, de entre todas sus virtudes, la más valiosa es la riqueza de sus trajes, el repertorio de canciones, la vistosidad de sus bailes o el trabajo de recuperación folclórica que mantienen desde hace 33 años. Sin duda, la más evidente salta a la vista: el grupo está formado solo por mujeres. Una peculiaridad que tiene mucho que ver con el empeño de todas ellas por transmitir y preservar el folclore de su tierra. Por eso, El Torrejón ya es una sólida seña de identidad de Adrada de Haza, pues gracias a sus mujeres, esta localidad burgalesa ha conseguido rescatar una parte de la tradición folclórica de la provincia de Burgos.
Destacan sus vistosos trajes y la sonrisa de las danzantes
Las integrantes de El Torrejón son hijas del pueblo, y aunque muchas no viven a diario en Adrada de Haza, casi todas regresan a su localidad de origen el fin de semana o cuando sus compromisos de la vida diaria se lo permiten, donde ensayan sus canciones y danzas en las escuelas del pueblo, estudian las coreografías y amplían su repertorio. Labradoras, profesoras, universitarias… todas ellas son mujeres empeñadas en mantener el baile como una de las principales señas de identidad de su pueblo. Y así, sin darse cuenta, las mujeres de El Torrejón resucitan cada día las canciones y coreografías de su tradición más cercana. Algunas, recogidas en Adrada, como las murgas de Carnaval, la jota ‘Mocitas’, el ‘Bailechu’ y las ‘Picarescas de Adrada’, que forman parte de un convincente repertorio que suena al ritmo de jotas, pasacalles, polcas, gerigonzas y ruedas.
El Torrejón ha sabido comprender y fusionar la fuerza del folclore
Hasta tres generaciones han llegado a bailar juntas al son de las dulzainas, panderetas, guitarras, castañuelas y panderos, convirtiendo cada actuación en un espectáculo de gran belleza estética, que se acrecienta gracias a su multitudinaria y colorista puesta en escena. Sus vistosos trajes, la permanente sonrisa de las danzantes y la complicidad entre las parejas solo es comparable con la belleza de los pasos, los giros y las complicadas formaciones, cruces, corros, filas y ruedas, insertadas en complicadas coreografías diseñadas por ellas mismas con gran destreza y precisión.
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