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“Trabajamos para recuperar los valores del Camino de Santiago”

La celebración de los veinte años como Patrimonio de la Humanidad incluye un completo programa para subrayar las razones que motivaron ese reconocimiento. El nuevo comisario de los caminos destaca el papel de las asociaciones jacobeas y aboga por acercar la ruta y sus elementos patrimoniales a las personas, tanto peregrinos como turistas o vecinos

Texto: Ricardo Ortega

Fotos: Enrique Lorenzo

Arquitecto de formación y urbanista de vocación, Enrique Saiz compagina desde mayo su condición de director general de Patrimonio Cultural con la de comisario de los Caminos a Santiago. Gran conocedor del fenómeno jacobeo, considera a la ruta un conjunto que engloba la senda, el paisaje, los elementos patrimoniales y el elemento imprescindible, que es el peregrino.

-¿Por qué un cambio en el comisariado?
-En primer lugar, el anterior comisario, Manuel Fuentes, a quien agradezco su magnífico trabajo, pidió cesar en el cargo por motivos personales. Además, estamos inmersos en un proceso de optimización de las estructuras creadas para el servicio público, fruto de las directivas estatales y de la demanda ciudadana. Por todo ello, de ahora en adelante se trabajará con un comisario, con un papel representativo e institucional, y un coordinador, que debe estar a pie de camino con las asociaciones. La persona elegida es José Manuel Rodríguez Montañés, un gran profesional dedicado a la historia del arte y perfecto conocedor del Camino de Santiago.Enrique Saiz Camino de Santiago

-¿Cuál es el perfil de este coordinador?
-Es un gestor del patrimonio, perfil profesional que no siempre sale de las universidades. Ahora que hay mucha gente buscando empleo, resulta que muchas veces tenemos dificultades para encontrar ese tipo de profesionales: socializadores de los valores del patrimonio cultural, y no solo estudiosos. Personas que puedan concitar voluntades y actividad económica en torno al patrimonio cultural. Sobre todo en relación con realidades complejas, como el Canal de Castilla o el Camino de Santiago. En este segundo caso, no es solo un conjunto arquitectónico y no es solo una ruta y no es solo un elemento inmaterial, como es una ruta de peregrinaje: es todo eso y más.

-¿Qué objetivos persigue la celebración de los veinte años como Patrimonio de la Humanidad?
-Las comunidades del Camino francés hemos acordado, a partir de diciembre de 2013, organizar un año de celebraciones poniendo más en valor el Camino, tratando de recordar los valores por los que se declaró Patrimonio de la Humanidad: su significado universal, que tiene que ver con la espiritualidad profunda y la excepcionalidad del hecho jacobeo. Posee un valor profundamente antropológico para cualquier persona deseosa de búsqueda, de compartir experiencias espirituales en el más amplio sentido. También se da esa excepcionalidad en la arquitectura y el paisaje, que queremos que el peregrino vuelva a descubrir.

-Son cuatro las regiones del Camino francés, y sin embargo muchos españoles identifican lo jacobeo con Galicia…
-Es lógica, hasta cierto punto, esa identificación con Galicia, ya que la meta se encuentra allí. Reconocido esto, hay que decir que existe una profunda significación jacobea en los lugares por donde pasa el Camino; Foncebadón, Frómista o Carrión de los Condes tienen una personalidad propia y el peregrino o el turista no los perciben como vinculados a Galicia; tienen tirón propio.

-Esta cuestión está muy relacionada con la esencia de lo jacobeo…
-Evidentemente, porque lo que nos une es la ciudad de Santiago y es lógico que esté presente a lo largo del Camino, pero es bonito que este fenómeno trascienda territorios. Hace escasas fechas, estuvimos con las asociaciones jacobeas de Castilla y León en Saint Jacques, en el ‘kilómetro cero’ de los parisinos, con los colectivos de allí. Se sentían estrechamente hermanados. Uno de los valores del Camino es que no conoce fronteras; atraviesa comunidades con normativa diferente y señalización diferente, pero es fácilmente reconocible en cualquier punto desde el interior de Europa hasta Santiago. Es un camino que nos lleva a Santiago de Compostela pero que también nos une, un valor que hoy me parece reseñable porque aboga por la colaboración, y esa es una idea muy moderna y muy necesaria.

-Ya que se ha referido a ellas, ¿cuál es el papel que corresponde a las asociaciones jacobeas?
-Siempre les he dicho que no habría Camino sin peregrinación, y esta no existiría sin peregrinos, que son asistidos por las asociaciones, que mantienen los albergues y que se nutren de esos caminantes. Todo nuestro trabajo gira en torno al concepto de que el patrimonio debe dejar de ser piedras, por muy excelentes que sean, porque están hechas por la gente y las disfruta la gente. Esa idea es especialmente importante en el Camino, que no existiría sin esos hospitales y pasos y ermitas, pero tampoco si no hubiera peregrinación. En las últimas décadas la peregrinación se ha multiplicado y la realidad social que circunda esta realidad cultural la ejemplifican las asociaciones mejor que nadie. Lo decimos no por ser políticamente correctos, sino porque desde el punto de vista técnico es necesaria su implicación; que trabajemos con ellos codo con codo.

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