Director de Relaciones Institucionales de ‘El Norte de Castilla’ y escritor de sensibilidad exquisita, Carlos Aganzo ha participado este año como mantenedor en el Requerimiento de las Doncellas, uno los días grandes del calendario festivo de Simancas (Valladolid). Defiende los valores “absolutamente actuales” de una leyenda que pone en primer término la dignidad de la mujer.
Ricardo Ortega
Vinculado desde hace años a Simancas y enamorado de sus valores culturales, de su “naturaleza extraordinaria”, el escritor y periodista Carlos Aganzo ha participado este año como mantenedor en el Requerimiento de las Doncellas, una de las citas más importantes de las fiestas de Simancas (Valladolid).
Como tal ha acompañado al alcalde, Alberto Plaza, en el recorrido por las calles para llamar a la puerta de cada joven para su incorporación a la comitiva en uno de los días más señalados del calendario local.
Cerca del final el mantenedor tomaba la palabra para analizar la historia y la toponimia de Simancas. También para defender los valores “absolutamente actuales” de la leyenda de las doncellas, que permite una lectura acorde con el tiempo actual, en el que prima la defensa de los derechos de la mujer.
Carlos Aganzo es director de Relaciones Institucionales de ‘El Norte de Castilla’ y autor prolífico, consciente de que su público es mayoritariamente femenino. No por casualidad, sino porque “son las mujeres principalmente las que leen, las que escuchan música clásica o visitan las exposiciones”, recalca.
Por eso defiende el homenaje que merecen mujeres como Rosalía de Castro, autora universal que residió en Simancas entre 1868 y 1870. Aquí recaló al ser su marido, Manuel Murguía, nombrado archivero. Y aquí siguió escribiendo, inspirada por el castillo, por el callejero del casco histórico, por las aguas del Pisuerga. “Debemos recordar lo que hacía su marido en el Archivo, que era custodiar documentos, pero también rememorar lo que hacía Rosalía en el mismo lugar, que era escribir”, recalca.
“Entre otras autoras, Aganzo recuerda a Rosa Chacel, autora de ‘Memorias de Leticia Valle’, buen ejemplo de literatura inspirada por el Pisuerga y por el puente medieval de Simancas”
También pide recordar la figura de Emilia Pardo Bazán, escritora de rastro indeleble, y por supuesto la de Rosa Chacel, autora de ‘Memorias de Leticia Valle’ (1946), otro buen ejemplo de literatura inspirada por el Pisuerga y por el puente medieval. “Sobre el agua del río iban hojas recién caídas de los álamos; no sé por qué su frecuencia me impacientaba, como si en cada una de ellas esperase ver llegar algo que no llegaba. Las veía venir desde lejos, acercándose hasta desaparecer bajo mis pies, en los ojos del puente, y me impedían pensar…”.
SIMANCAS, UNA BIBLIOTECA CON JARDÍN
Cicerón creía que el paraíso era una biblioteca con jardín y, precisamente, ‘Biblioteca con jardín’ es el último libro de Carlos Aganzo. En él, toma la palabra la conciencia que denuncia la traición del ser humano a sí mismo, la caída de la civilización frente a la barbarie, provocada por la pérdida de los valores de la cultura grecolatina.
Para él no hay mejor definición para Simancas que la de “un jardín con biblioteca”, puesto que aúna como pocas localidades espacios verdes y una prolongada tradición cultural. Porque naturaleza y arte son dos caras de una misma realidad y, de hecho, la pandemia “nos ha recodado la necesidad de frenar la imposición del ser humano sobre el entorno”.
En pleno confinamiento, pudo ver desde su casa a dos corzos que se acercaban a beber al río, eliminada la amenaza del hombre. Una magnífica metáfora sobre la “naturaleza extraordinaria” que encierra Simancas y sobre la importancia de preservarla.
