Segovia tiene mucho que aportar al estudio de Teresa de Jesús. Aquí fundó la santa el octavo de sus conventos, en un episodio polémico, casi violento, que a punto estuvo de dar con los huesos de san Juan de la Cruz en la cárcel. Este suceso es revelador de las trabas que siempre encontró en su labor esta mujer indómita, adelantada a su tiempo
Ricardo Ortega
La ciudad de Segovia tiene muchas razones para sumarse a las actividades culturales basadas en Teresa de Jesús. Destaca la elaboración de un recorrido temático, la Ruta de Santa Teresa, que sigue los pasos por la ciudad de esta religiosa y escritora universal, y que en muchas ocasiones confunde su trazado con el de san Juan de la Cruz. No puede ser de otra manera, ya que el ‘alter ego’ masculino de Teresa fue también su confesor y director espiritual.
A él estuvo unida por un estrecho vínculo, tan íntimo que no se puede concebir desde una mentalidad actual, y -como tienen ocasión de conocer los visitantes- juntos pasaron algunos malos tragos, fruto sobre todo del carácter indómito de la abulense.
Como recuerda el historiador y escritor Alberto Herreras, encargado de diseñar la Ruta de Santa Teresa, el 18 de marzo de 1574 salió de Ávila hacia Segovia un cortejo integrado por la santa, cinco monjas, Antonio Gaitán, fray Juan de la Cruz y el clérigo Julián de Ávila. Llegaron casi de noche y se alojaron en el Mesón del Aceite, junto al acueducto.
Conocedora Teresa de que el obispo no se hallaba en la ciudad y temerosa de que el provisor, que le sustituía, exigiera autorización escrita para fundar un nuevo convento, proveyó lo necesario para celebrar una misa a primera hora. Ya se había inventado entonces la política de hechos consumados y, una vez colocado en el altar todo lo necesario para la ceremonia, sería más fácil vencer posibles oposiciones.
Fatalmente, el provisor se topó con fray Juan de la Cruz, a quien interrogó. El fraile respondió con una mansedumbre que sorprendió a todos, pero el provisor le atajó: “¡Quitadlo luego todo; cierto que estoy por enviaros a la cárcel!”, y comenzó a deshacer el altar ante la atónita mirada de las monjas.
Pasaron los nubarrones, fray Juan volvió a Ávila y llegó una nueva remesa de monjas: la casa quedó pequeña con su llegada, por lo que Teresa tuvo que permanecer al frente para buscar nuevo emplazamiento. Compró unas casas un poco más adelante, en la misma calle, frente al Convento de los Mercedarios pero, como subraya Alberto Herreras, “el asunto se puso difícil porque los frailes no estaban dispuestos a compartir limosnas con nadie”.
Para evitar la oposición de los frailes, las monjas tuvieron que trasladarse de noche y, aun así, enterados los de la Merced, atacaron con palancas la puerta “para echar a las monjas fuera”. Al fin, los frailes “tuvieron por bien de concertarse con nosotras por dineros”, recordará la santa.
Por el casco urbano de la ciudad
La Ruta de Santa Teresa recorre los lugares relacionados con su paso por Segovia. Se inicia a los pies del acueducto, muy cerca del mencionado Mesón del Aceite, y continúa hasta un punto muy cercano, donde los carmelitas calzados fundaron un convento en 1603. El edificio se conservó hasta mediados del siglo XX y fue transformado para albergar la sede central de la desaparecida Caja Segovia. Aún queda algún elemento que nos recuerda a los frailes, como el escudo de la Orden Carmelitana en una fachada del inmueble.
La ruta recuerda que, muy de madrugada, Teresa acudió a ocupar la que sería primera de sus sedes en Segovia. Subió a la ciudad por la Calle Real, traspasó la hoy desaparecida puerta de San Martín y llegó a la calle Almuzara, en la actualidad llamada Marqués del Arco. Es muy posible que en su recorrido rodease por detrás la catedral, que entonces se estaba construyendo en sustitución de la anterior, muy dañada durante la Guerra de las Comunidades.
Por este barrio, que con anterioridad había albergado la judería de la ciudad, el turista más inquieto puede caminar por unas calles que conservan buena parte de su trazado medieval. También existe la opción de hacer el recorrido más convencional, que atraviesa la Plaza Mayor para tomar Marqués del Arco en su descenso hacia el Alcázar, lo que permite deleitarse con la visión de ‘la Dama de las Catedrales Españolas’.
Durante la marcha se llega al número 5 de Marqués del Arco, donde se llevó a cabo la primera fundación. El actual convento es el de San José, unos metros más adelante, junto a la Plaza de la Merced, así denominada por ocupar el solar del desaparecido Convento de los Mercedarios que tanto se opusieron a la llegada de las monjas.
Para el turista más curioso la ruta incluye un último hito en el antiguo Monasterio Dominico de Santa Cruz, donde Teresa tuvo una de sus experiencias místicas. Ante una imagen de Cristo Crucificado de Pedro Berruguete, la santa dijo percibir la presencia de Santo Domingo y del mismo Jesucristo, con los que conversó.
En su recorrido, el visitante caminará muchas veces sobre los pasos que daba san Juan de la Cruz en su trayecto desde el convento de los Carmelitas Descalzos, extramuros y junto al río Eresma, y el convento de la santa, en el casco histórico.
Sin duda, dos formas complementarias de conocer Segovia, su historia y la importancia que tuvo en la vida de las dos grandes figuras de la literatura mística en castellano.