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Con mucho en común pero sin perder la identidad propia

Castilla y León es la comunidad española con más declaraciones de Interés Turístico Internacional, con ocho calificaciones. La sobriedad y el recogimiento es una constante en todas las procesiones, aunque cada localidad aporta a la Pasión la propia idiosincrasia de sus vecinos

 

Arte y fervor religioso a partes iguales. Así es la Semana Santa en la región. Una puesta en escena de la esencia y del carácter castellanoleonés, que concita cada año el interés de miles de visitantes. La Pasión se caracteriza en la comunidad por el recogimiento y el dramatismo, y porque se trata de un acontecimiento religioso, cultural y turístico de primer orden. Son muchas las localidades en las que es posible contemplar procesiones singulares, de larga tradición, en las que concurren tallas de artistas como Juan de Juni, Berruguete o Gregorio Fernández, además de otros muchos. Es todo este cúmulo de virtudes el que ha hecho que esta comunidad sea la que acumula más semanas santas declaradas de Interés Turístico Internacional; un total de ocho. Doce tienen la calificación de Interés Turístico Nacional, mientras que otras diez están calificadas de Interés Turístico Regional. Un largo listado de reconocimientos que sirven para atestiguar el porqué de la expectación que cada año despierta la Pasión castellanoleonesa.

Valladolid convierte sus calles durante estas fechas en un museo al aire libre. El público puede contemplar en las diferentes procesiones algunas de las mejores tallas de la imaginería castellana de los siglos XVI y XVII. Son tallas firmadas por Gregorio Fernández, Juan de Juni, Francisco Rincón, Andrés Solanes o Bernardo de Rincón, entre otros artistas. La procesión general del Viernes Santo, el Sermón de la Siete Palabras y el Pregón son algunos de los momentos en los que la emoción alcanza sus momentos álgidos durante la Semana Santa vallisoletana.

 

palencia

Medina de Rioseco fue la primera localidad que, sin ser capital de provincia, obtuvo la alta calificación (2009). Se reconoce así la larga tradición en la que los vecinos se implican en las celebraciones al son del pardal, el sonido característico de la Semana Santa riosecana. El canto de la Salve (el Jueves Santo en el Corro de Santiago) y la salida de los Pasos Grandes al día siguiente son alguno de sus hitos.

En Salamanca los pasos transitan por un escenario espectacular, declarado Patrimonio de la Humanidad. La Casa de las Conchas, las dos catedrales, la Clerecía… realzan más si cabe la belleza de las tallas y contribuyen a que el ambiente sea muy especial.

El caso de Ávila es similar, donde la belleza de la ciudad, las tradiciones de siglos y la incorporación de nuevos actos en los últimos años propician que la abulense sea una Semana Santa irrepetible. El via crucis en torno a la muralla, durante las primeras horas del Viernes Santo, compone una de las estampas más reconocibles. La procesión del Encuentro se celebra el Lunes Santo, en la que la virgen se encuentra con su hijo crucificado en la plaza de la catedral.

En la hermosa localidad vallisoletana de Medina del Campo las cofradías procesionan hermosas tallas como las de Nuestra Señora de las Angustias o el Nazareno de la Cruz. Son procesiones de disciplina más antigua de España, que ya han celebrado su quinto centenario. La Plaza Mayor de la Hispanidad es el lugar donde se celebra la procesión del Encuentro cada Jueves Santo.

La Vestición, el Prendimiento y los tres toques del Tararú son algunos de los momentos singulares que ayudan a comprender por qué la Semana Santa de Palencia tiene tan marcada identidad propia. No hay que olvidar el Descendimiento (la tarde del Viernes Santo), ni tampoco los actos penitenciales en los que participan más de 5.000 cofrades de la ciudad.

La intensidad con la que los vecinos de Zamora viven la Pasión es cada vez más conocida fuera de la comunidad castellanoleonesa. Fiel a tradiciones que se han transmitido de generación en generación durante siglos, cuenta con grandes momentos. La salida del paso Cinco de Copas en la madrugada del viernes al son de la Marcha de Thalberg, el Juramento del Silencio y la procesión de las Capas Pardas (en la noche del miércoles) son algunas de las imágenes más representativas del completo listado de eventos desarrollados en la capital zamorana.

León cuenta con el reconocimiento como de Interés Internacional desde 2002, aunque los orígenes hay que buscarlos en el siglo XVI. Los leoneses participan de manera masiva. La procesión de Los Pasos, que se prolonga durante horas el Viernes Santo, es la más conocida. Los cofrades reciben el nombre genérico de papón.

Pero la celebración de la Pasión no solo es un buen momento para alimentar el espíritu. La visita a otros lugares en busca de conocer su rico patrimonio también es una oportunidad magnífica para degustar la rica gastronomía de la región. La cecina, el bacalao al ajo arriero, la sopa de trucha y la limonada son platos característicos de estas fechas en tierras leonesas. Lo mismo sucede con los garbanzos con bacalao y espinacas.

Las sopas de ajo, el pisto castellano y los pichones guisados muestran su máximo esplendor en Medina de Rioseco, mientras que los embutidos ibéricos, las buenas carnes de vaca y deliciosos postres se han ganado una más que merecida reputación en el territorio salmantino.

Las alubias de El Barco de Ávila, las patatas revolconas, la carne de avileña, las yemas de Santa Teresa y las flores (dulces que se sirven con azúcar y canela) son las credenciales culinarias en Ávila. Al igual que en los pueblos charros, aquí es característico el hornazo para el Domingo de Resurrección.

El cochinillo y el lechazo asado en su jugo, las chuletillas de lechazo asadas al sarmiento, una gran variedad de recetas de escabechados y -ya a la hora de los postres- las cocadas, los empiñonados y otros son algunas de las delicias que se pueden comer en Medina del Campo.

Menestra, cangrejos y quesos en Palencia. Pinchos, lechazo y sopas de ajo en Valladolid. El ‘dos y pingada’ para el Domingo de Resurrección (dos huevos fritos, lonchas de jamón frito y pan) y las ‘aceitadas’ en Zamora. Como queda de manifiesto, cada lugar tiene su recetario propio con el que reponer fuerzas con diferentes y sabrosos platos locales.

 

 

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