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El Diablo sabotea las fiestas de Castrillo de Murcia

El Diablo recorre las calles de Castrillo de Murcia durante seis días, con motivo de la celebración del Corpus. Es el Colacho, una fiesta de origen prerromano que cuenta con gran arraigo en la localidad burgalesa. El clímax de la celebración tiene lugar durante la procesión de Octava del Corpus -en esta edición cae en el día 29 de mayo-, cuando el travieso protagonista huye del ‘santísimo sacramento’ y salta sobre los colchones en los que reposan los niños nacidos durante el año. Tras el salto del Colacho, que representa el acecho diabólico sobre los pequeños

Toda una representación teatral. Así es la fiesta de El Colacho, que tendrá lugar en la localidad burgalesa de Castrillo de Murcia del 25 al 30 de mayo y que se lleva celebrando desde hace milenios, aunque fue en 1621 cuando la Cofradía del Santísimo Sacramento vinculó la celebración a la festividad del Corpus.

El Colacho es un personaje burlesco, creado para representar al Diablo con un claro objetivo: que el pueblo se involucrara en la fiesta del Corpus y en la devoción al ‘santísimo sacramento’. Por este motivo, es el protagonista de una festividad con grandes dosis de teatro ritual y participativo, ya que intenta interrumpir y estropear todos los actos programados para dichos días, especialmente aquellos de carácter religioso.Foto3_Burgos_ElColacho_20052016

Ropas de colores chillones, una máscara diabólica, un látigo en una mano y unas descomunales tarrañuelas de gran sonoridad en la otra caracterizan la figura del Colacho, que en diferentes recorridos por las calles y plazas de Castrillo de Murcia recibe toda clase de improperios de habitantes y visitantes. Estos han de estar bien atentos, puesto que el diabólico ser también tiene la libertad de asustar, perseguir y golpear a las gentes.

A ello se suma otro importante personaje en esta representación: el Atabalero. Con su enorme tambor -Atabal-, recorre las calles del pueblo acompañado por diferentes cofrades vestidos con capa castellana y sombrero, anunciando cada congregación en el templo para rezar las horas litúrgicas. Pero el Colacho también intenta entorpecer el cortejo, ganándose los insultos de las gentes.

La cúspide de la celebración llega con la procesión eucarística, que tendrá lugar el domingo 29 de mayo. Colchas y colgaduras engalanan las calles del pueblo por las que discurre el acto. En las plazas brotan espontáneamente altares adornados y, próximos a ellos, colchones sobre los que reposan niños que han nacido durante el año. El Colacho vuelve a irrumpir, huyendo del santísimo sacramento y amenazando la inocencia de los pequeños mediante saltos que atraviesan los colchones de un lado al otro.Foto2_Burgos_ElColacho_20052016

Seguidamente, el religioso que oficia la procesión bendice a los niños, como símbolo de la ‘salvación’ ante el acecho del Diablo. Este acto representa la derrota de la influencia maléfica sobre el pueblo. Ya entonces, el Colacho deja de burlarse porque ha sido vencido por el Bien y acompaña, humillado, a los cofrades en la llamada procesión cívica, que aglutina al pueblo de camino a la era de San Juan, donde la Cofradía del Santísimo Sacramento invita a una colación de pan, vino y queso al aire libre.

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