La plataforma ArkeoClio nace para poner a disposición de administraciones y particulares las herramientas de la llamada arqueología de gestión: aquella que contribuye a una acción coherente sobre el suelo
Ricardo Ortega
La historia, el patrimonio, la construcción y la obra pública tienen en común una disciplina reciente, poco conocida pero fundamental para todo lo que implique actuar sobre nuestro suelo. Es la arqueología de gestión, que detecta los elementos patrimoniales dignos de protección allí donde deseamos realizar una obra, por pequeña que sea.
Los profesionales de esta rama de la arqueología son por ejemplo los responsables de elaborar una evaluación de impacto ambiental. También serán quienes pongan en práctica aquellas medidas que se establecen en el documento, como una prospección, una restauración patrimonial o una excavación.
“Gracias al arqueólogo se salvará un elemento patrimonial, con lo que todos saldremos ganando, pero también actuaremos de una manera inteligente al evitar, por ejemplo, una sanción o una paralización de nuestra obra”, señala el arqueólogo Rafael Varón, para quien “gran parte de nuestro trabajo es la arqueología preventiva: si conseguimos evitar que una tubería pase por un yacimiento, lo hacemos. Pero si no hay un arqueólogo allí nadie va a impedir que se produzca el daño”.
Con un cuarto de siglo de experiencia profesional, Varón acaba de poner en marcha ArkeoClio, una plataforma para poner a disposición de administraciones y particulares todas las herramientas relacionadas con esta ciencia.
Clío es la musa griega de la Historia y de la poesía épica, y a partir de ahora inspirará la actividad de este proyecto puesto en pie a caballo entre La Rioja, Castilla y León y el País Vasco. Su director, que es asesor y colaborador habitual de la revista ‘Más Castilla y León’, lleva en el ADN la interpretación del territorio, así como el trabajar en diferentes comunidades, lidiando con diferentes normativas y administraciones.
Algo tendrá que ver el haber nacido en Miranda de Ebro, donde el río cuenta -como quien dice- con una orilla en Burgos y otra en Álava. También haberse formado entre la Universidad del País Vasco y la Universidad de Valladolid.
Patrimonio desconocido
Al público le puede sorprender la cantidad de recursos y energía que muchas veces parecen destinados a estudiar los restos diseminados por el territorio. Pero es que muchas veces caminamos, trabajamos e incluso dormimos sobre yacimientos sin ser conscientes de ello. Porque un yacimiento “es todo aquello que se puede documentar a partir de estratigrafía arqueológica”, recuerda Varón.
Sin ir más lejos, “hay que tener en cuenta la cantidad de pueblos que cuentan con dos ermitas. Cada una de ellas puede ser la iglesia de un pueblo desaparecido, con una necrópolis en torno al templo”.
Solo la provincia de Burgos cuenta con 4.500 yacimientos inventariados, “pero habría que multiplicar esa cifra por tres”. Mucho más pequeño, el territorio histórico de Álava cuenta con 3.200 yacimientos, y el número sigue creciendo…
«Castilla y León fue pionera en arqueología de la arquitectura»
Para sorpresa de muchos, la labor del arqueólogo se extiende también al estudio de edificios o monumentos que no están enterrados. Es la llamada arqueología de la arquitectura, que resulta fundamental en procesos de restauración arquitectónica y de conocimiento del patrimonio construido.
Para Rafael Varón, esa lectura arqueológica de los inmuebles, de todo aquello que está sobre cota cero, permite conocer la evolución de ese elemento a lo largo de los años y los siglos: “Es una mirada histórica, y también una mirada social”.
Por ejemplo, en las localidades amuralladas se puede trazar una historia de la población a través del análisis de la muralla, que fue construida, se le abrió una ventana, se destruyó parcialmente y se reconstruyó…
Italia se puede considerar el máximo exponente de esta disciplina, y en España ha sido Castilla y León una de las pioneras. Entre los primeros edificios en los que se aplicó se cuenta la salmantina Catedral de Santa María, conocida como Catedral Vieja.
Se trata sin duda de una aplicación innovadora de los conocimientos y las herramientas de la arqueología, una actividad en la que no todo consiste en usar el pico y la pala, aunque también. “Excavamos para rescatar la memoria de lo enterrado; a veces para conservarlo en el lugar de aparición; en ocasiones para que quede registro de lo aparecido allí. Es un proceso complejo que requiere de una alta especialización que ponemos a disposición de quien necesite hacerlo: tanto para obra pública y privada como para la investigación o la puesta en valor de yacimientos arqueológicos”, subraya el director de ArkeoClio.