El edificio gótico que nos legó Antoni Gaudí se llama en realidad casa Fernández y Andrés. Se construyó en 1892 para albergar un almacén y tienda de tejidos, además de diferentes viviendas.
Mariano Andrés y Simón Fernández fueron quienes encargaron la construcción a Gaudí. Eran socios de Juan Homs i Botinàs, empresario y comerciante catalán asentado en la capital leonesa. Se dice que fue la dificultad de los vecinos para pronunciar el segundo apellido del señor Juan lo que acabó derivando en Botines.
Sea como fuere, hay que agradecer a estos empresarios que hoy la ciudad cuente con una de las tres obras del genio de Reus fuera de Cataluña, junto al Palacio Episcopal de Astorga y El Capricho de Comillas, en Cantabria.
El edificio se construyó en apenas diez meses y pertenece al periodo neogótico de Gaudí, en unos años en que este arquitecto se inspiró de forma libre y personal en el gótico medieval.
En 1969, fue declarado Monumento Histórico de Interés Cultural. En la actualidad acoge el Museo Gaudí Casa Botines, que abrió sus puertas en 2017.
Texto: Ricardo Ortega
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