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Un trovador del siglo XXI

Su personaje le ha atrapado por completo, hasta el punto de que nadie le reconocería por la calle si vistiera la indumentaria de un hombre del siglo XXI. Crispín d’Olot es una falsa identidad que le sirve para muchas cosas. La más evidente es ocultar su verdadero nombre y apellidos –con un guiño pícaro asegura que esto es lo que figura en su carné de identidad-, pero la más romántica le ofrece la oportunidad de reencarnarse en un personaje que da voz a otros muchos.

Crispín es un juglar de otro tiempo, dotado del arte del canto, de una prodigiosa memoria y de una singular forma de contar historias. Maneja con soltura el verso, recogiendo la tradición que se transmitía de padres a hijos, adornada de historias, hazañas y gestas de otro tiempo. También tiene tiempo para idear nuevos formatos, por eso su última creación se atreve con el relato de un cuento al revés, que solo puede ser descifrado por mentes ágiles y oídos muy finos.

La televisión le convirtió en un personaje conocido, pues dejó boquiabierto al jurado del concurso ‘Tú sí que vales’ de Tele 5, donde llegó a la final en el año 2009 con un largo trabalenguas titulado ‘El loro, el moro, el mico y el señor de Puerto Rico’; también fue segundo en ‘Los mejores de Tú Sí que Vales 2012’. Sin embargo, pocos saben que detrás de la popularidad de la que hoy disfruta se esconde una larga trayectoria de más de dos décadas de trabajo.

«Dicen de Crispín d’Olot que ha conseguido reinventar el oficio de juglar»

Primero, como él dice, “haciendo la calle y pasando la gorra”, a finales de los 90, coincidiendo con la popularización de los mercados medievales. Después, viajando por toda España y traspasando fronteras, hasta recorrer los cinco continentes. Dicen de él que ha reinventado el oficio de juglar y es curioso comprobar cómo esta disdulzainero.

Disciplina artística interesa a los demás mucho más de lo que a simple vista parece, algo que demuestran sus miles de seguidores en las redes sociales. Crispín d’Olot vive en la localidad leonesa de Matanza de Sequeda, un pueblo de origen medieval donde convive con un universo de instrumentos de cuerda, partituras, libros y personajes. Todos están alojados en su casa. Cuando Crispín no está
de viaje, disfruta de la soledad de este retiro, que le permite multiplicar su capacidad creadora y domesticar su memoria, una de sus principales herramientas de trabajo. En el pueblo también permanece cerca de la tradición, que él mismo define como “nuestra raíz, y cuanto más nos alejemos de ella, también lo haremos de nosotros mismos”. Sus padres, Manuel y Angelines, aplauden los éxitos artísticos de su hijo, e incluso han llegado a aceptar que ‘desaparezca’ su nombre y apellidos, pues para ellos también es Crispín d’Olot.

Ha puesto voz a textos y personajes clásicos, desde Quevedo a Cervantes. Son incontables los auditorios, calles, plazas, teatros y colegios que dan fe de ello y sus actuaciones se cuentan por miles. Por eso, mide por igual la satisfacción que le produce actuar como cuentacuentos en un colegio –ofreciendo a los más pequeños un impagable acercamiento al mundo de la narración-, en jornadas medievales con presencia mayoritaria de público adulto, en encuentros de juglares –en los de Sahagún ha colaborado de forma especialmente activa-, o en el certamen de narración oral más importante del mundo, celebrado en la localidad colombiana de Abralabra, donde participó como representante español.

El valor del talento

El concurso de talentos ‘Tú si que vales’ invitó recientemente a Crispín d’Olot a una gala especial que visitaban los mejores concursantes de todas las ediciones. Crispín aparcó el trabalenguas que le lanzó a la fama en 2009 y se atrevió con un curioso cuento de Caperucita contado al revés. El jurado, formado por José Corbacho, Merche, Risto Mejide y Kiko Rivera, volvió a ratificar el título concedido tres años antes (sí, eso de ‘Tú sí que vales’) y, aunque no fue ganador absoluto, deslumbró por su oratoria, el dominio del lenguaje y su capacidad
expresiva.

Para Crispín d’Olot, la oportunidad de participar en un concurso de estas características le ha proporcionado mucha popularidad, gracias a la amplia difusión del medio televisivo y de un programa que cuenta con seguidores muy fieles. Semanas después de su reaparición en el concurso, la actividad de este juglar del siglo XXI continúa arrancando sonrisas y despertando fascinación por cuantos escenarios, calles, plazas y escuelas pisa este artista leonés.

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