Villa Gastronómica, pero villa primero. Matapozuelos es un pueblo vallisoletano pequeño en población y extensión, pero grande en sueños y en pasión. Pasión que demuestran los matapozuelanos día a día en sus labores cotidianas. Poco a poco la gastronomía ha despertado en la villa y hoy en día es la manera de entenderse con la gente que les va a visitar, y de entenderse también con su entorno. Las materias primas que usan sus chefs y cocineros, el esmero en la búsqueda de nuevas oportunidades de negocio, en conseguir nuevos sabores o en sorprender con nuevos centros y adaptar los que ya existen, es sin duda uno de los puntos claves por los que Matapozuelos toma el nombre de Villa Gastronómica.
Todos los que ahí trabajan son pequeños grandes maestros. Pequeños porque son amantes de los detalles, de mimar los platos y los sabores, de producir buenos vinos que acompañen cada bocado y postres que hagan acabar con un diez tu experiencia culinaria. Y grandes porque entre todos ellos suman muchos premios, hasta estrellas Michelín, que hacen que Matapozuelos sea conocido en todo el mundo.
La Giralda de Castilla. La Iglesia de Matapozuelos, Santa María Magdalena, representa uno de los mejores ejemplos de la arquitectura vallisoletana del siglo XVI, donde las formas del gótico tardío se superponen con elementos ornamentales renacentistas, en la que la piedra y el ladrillo conviven con armonía. Empezó a construirse en 1522. Es una iglesia que consta de una cabecera rectangular cubierta mediante una bóveda de crucería estrellada con ricos pinjantes. Un arco de triunfo apuntado da paso a la planta de salón, resuelta en tres naves separadas por columnas toscanas y una torre a los pies que había de concluirse en el siglo XVIII y que destaca por su hermosura y esbeltez.
La restauración ha devuelto el esplendor a la torre que permite ascender por una singular escalera de caracol hacia la luz de un bello mirador. La visita ofrece una vista espectacular del municipio y buena parte de las llanuras de la tierra de pinares y de los páramos que la delimitan.
Romería de los Pañuelos. La ermita de la Virgen de Sieteiglesias está a unos cuatro kilómetros del municipio, casi en la unión de los ríos Adaja y Eresma, y sobre los terrenos que en el pasado fueron poblados por los vacceos y posteriormente por los romanos.
La festividad de la Virgen se celebra el Lunes de Pascua y el 8 de septiembre, con jotas, romería y procesión, en la que los quintos anudan los pañuelos de las mozas y coronan a la Virgen mediante un arco humano a su entrada en la ermita. Cuenta la tradición que la moza cuyo pañuelo cubra la cara de la Virgen, se casa.
Fotos: M. Bejarano
