Amalia Iglesias | 1962 | Palencia | Escritura poética
Desde la infancia, la escritura poética acompaña a Amalia Iglesias allá donde va. Compañera de viajes y necesidad en el día a día de esta artista palentina, licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Deusto (Bilbao). En ella los versos fermentan mientras camina, dice, “cuando leo, cuando cuido mis plantas, cuando desarrollo cualquier actividad, cuando sueño… Pero mi mesa de trabajo es la última ‘artesa’ donde se amasan los versos”.
‘Leer da tiempo’ es el proyecto que le ha becado este año la Fundación Villalar. Incluirá entre 40 y 60 poemas y supone un homenaje a aquellos libros que fortalecieron su condición humana. “No pretenden describir ni parafrasear esos libros convocados, sino captar algo esencial que sembraron en mí”. Entre los títulos a los que dedicará sus poemas se encuentran ‘En la masmédula’, de Oliverio Girondo; ‘Campos de Castilla’, de Antonio Machado; ‘El libro de arena’, de Jorge Luis Borges; o ‘El artesano’, de Richard Sennet.
Complementa su poesía con tareas de edición de libros o revistas, y coordinando proyectos culturales. Es la primera vez que percibe una ayuda de la Administración, algo que concibe como fundamental para retener a talentos locales, pero eso “debe pasar por hacer que sean talentos universales”.
Amalia Iglesias es autora de más de una docena de publicaciones literarias, así como de otros trabajos destacados, como el guion de la película documental ‘Antonio Gamoneda: escritura y alquimia’ (2009).
Premiada con diferentes galardones, desde el Adonais en 1984 hasta el Ciudad de Salamanca de Poesía 2016 por ‘La Sed del Río’, esta artista reivindica en su nuevo proyecto la lectura de aquellos libros que fueron capaces de dejar una semilla en nuestro interior.
EN LA MASMÉDULA
Más médula, labio,
espínula blanda y amapola tendida
para dibujar la encarnadura suficiente.
Entre sus células fósiles
la tarde recuerda a sus ancestros:
madres perdidas en la niebla.
El alma del tiempo extraviada en su asombro
cuando la luz coagula en ámbar,
dátil, miel y panal,
arcilla minuciosa entre los dedos
del viento que baja a acariciar tu historia.
Más médula, canícula
que esparce el polen de tus besos
y reconcilia el antes y el después
en el dintel de la edad.
Cuando el paisaje ofrece sus tendones desnudos al invierno
y escribe pequeñas cicatrices en tu rostro,
yo pienso en el latido inefable de tu corazón,
sólo repite con palabras nuevas
la misma canción desde el origen.
Más médula, saliva de sal,
nostalgia de un mar interminable
que alguna vez estuvo en tus arterias.
Llevamos en el paladar
el sabor de un tiempo
respirado hace mucho en otra parte
y en los pies la forma de los senderos
que olvidamos.
Más médula de cuna roturada hasta las venas,
templo y cincel del sol,
liba fugaz
la plegaria de las sílabas solas,
lenguas que ancestrales balbucean
al roce de luciérnagas y azadas.
En la Masmédula
donde amanece la nieve
y la memoria de la nieve.
Espiral de la sangre,
limo, rizoma, levadura…
