La catedral de Burgos, quizá la construcción más bella del gótico, celebra este año su octavo centenario. Supervisada por el castillo de la ciudad, y flanqueada por el río Arlanzón, la Plaza Mayor sigue rodeada de algunas de las calles burgalesas con más encanto y sabor. En 1885 fue declarado Monumento Nacional el templo y desde 1984 es también Patrimonio de la Humanidad según la declaración de la Unesco. Era el 20 de julio de 1221 cuando el obispo don Mauricio y el rey Fernando III ‘el Santo’ colocaron la primera piedra. La estructura del edificio de cruz latina se hizo en 40 años, para la consagración. Las agujas caladas y el cimborrio, al estilo del gótico germánico, datan del siglo XV.
En el momento del cierre de esta edición continuaban canceladas, por la pandemia, las visitas turísticas. Pero a buen seguro que sin tardar mucho es posible acceder otra vez a una catedral que hay que ver sí o sí. Son siete los proyectos diseñados para conmemorar los ocho siglos, que aúnan otros importantes valores de la provincia de Burgos: además de la catedral, el yacimiento de Atapuerca, Consulado del Mar, Camino de Santiago, el Geoparque de las Loras, el Camino del Cid y la lengua castellana. Además, los ciclistas de la Vuelta 2021 tomarán la salida en la primera etapa desde la capital burgalesa.
Visitar la catedral abre un mundo delante que atrapa. Conocerla bien, y disfrutarla, implica dedicarle tiempo. Pero siempre está bien hacer un recorrido inicial de al menos dos o tres horas. Antes de entrar hay que ver cómo se presenta la obra cumbre del gótico. La portada principal se contempla perfectamente desde la plaza de Santa María, con un gran retablo gótico en piedra con tres cuerpos.
En el primer cuerpo se abre la triple puerta de Santa María, denominada también puerta Real o Puerta del Perdón. En el segundo destaca un rosetón enmarcado en un arco gótico, que da luz a la nave central. Entre el segundo y el tercer cuerpo se halla la galería de los reyes, que podrían ser reyes castellanos o personajes bíblicos.
En el trascoro destacan las estatuas de alabastro de San Pedro y San Pablo entre columnas. En el arco central está el lienzo que representa el encuentro de los santos Pablo. En lo alto del primer ventanal de la derecha está el Papamoscas, grotesco muñeco que da las campanadas del reloj, mientras abre y cierra la boca. Esta imagen típica es del siglo XVI y fue completada por el relojero Francisco Álvarez en el año 1743.
En la capilla dedicada a Santa Tecla, virgen y mártir del siglo I, la arquitectura y los retablos son suntuosos. Es de Alberto Churriguera, con algunas correcciones introducidas por Andrés Collado; con la obra fue ejecutada por Domingo de Ondátegui y Juan de Sagarvínaga. Tiene cúpula de media naranja, enriquecida, al igual que el resto de las bóvedas, con magníficas yeserías policromadas, obra de Juan Areche.
Al fondo de la nave del crucero se puede ver la singular escalera dorada que comunica la catedral con la actual calle de Fernán González a través de la puerta de Coronería. Fue necesaria una gran explanación de terreno para ganar espacio, cortando la falda del castillo donde se edifica la catedral, lo que produjo un desnivel de ocho metros que son salvados con una escalera. Encargó en 1519 la obra al genial arquitecto burgalés, recién venido de Italia, Diego de Siloé, quien la terminó en 1523. Hizo la barandilla de hierro forjado el rejero francés Maestro Hilario.
El claustro alto es un homenaje a los reyes y obispos que construyeron la catedral. A todo el conjunto se le denomina la Puerta del Paraíso o Puerta Negra, aunque, cuando la puerta conservaba su policromía, era denominada Puerta Dorada. Estas denominaciones hacen alusión al significado del claustro como paraíso perdido por el hombre y recuperado por la muerte y resurrección de Cristo; la ciudad santa de la nueva Jerusalén tenía las puertas cerradas y Cristo las franqueó con su ascensión a los cielos.
El Retablo Mayor se corresponde con el periodo clásico en su plenitud. La obra arquitectónica y escultórica fue planeada y dirigida por los hermanos Rodrigo y Martín de la Haya en colaboración con otros artistas como Juan de Anchieta y Domingo de Berriz. En la policromía trabajaron los pintores Gregorio Martínez y Diego de Urbina. El ensamblaje arquitectónico del retablo emplea los tres órdenes clásicos: dórico, jónico y corintio, y se divide en tres calles y cuatro entrecalles o intercolumnios, divididos a su vez en cuatro cuerpos en las calles y en tres en las entrecalles. Está dedicado principalmente a la Virgen y tienen relevancia la eucaristía y el santoral.
A pesar de sus ocho siglos de historia, la catedral no está exenta de polémica. El proyecto de sustitución de las actuales puertas de la catedral de Burgos por una creación del pintor y escultor Antonio López, encargada con motivo del VIII centenario, está motivando ahora la oposición de medio centenar de arquitectos, historiadores, historiadores del arte, artistas, empresarios, profesores y otros profesionales del ámbito de la cultura. En un escrito muestran su “frontal oposición a decoración tan aberrante, por abigarrada y anacrónica, que quitará protagonismo y armonía a la insigne fachada-portada”. El Cabildo, pendiente del dictamen de la Junta de Castilla y León, ha abierto una ronda de consultas.
Reportaje gráfico: A. G. Benito
