El nuevo número de ARGI está a punto de salir a la calle y su editorial apuesta en esta ocasión por aparcar la modestia, esa virtud que en ocasiones se convierte en un lastre, para mostrar todo el colorido de Castilla y León. Todo el color, toda la innovación y todas las buenas ideas, que son la fórmula para garantizar el futuro de quienes viven en la comunidad
Un conocido bodeguero que aparece en este número de ARGI confesaba recientemente que su punto débil radica en su modestia, en que todo su empeño es elaborar un gran vino, sin dar importancia a cuestiones como la estrategia de imagen, las relaciones externas o la venta. La sinceridad de este trabajador nato, expresada a micrófono cerrado, sirve como botón de muestra de lo que tantas veces se ve por estas tierras: hombres y mujeres que alcanzan la excelencia en su trabajo pero con una forma de ser ajena a todo lo que pueda parecer vanagloriarse de algo.
Hoy podemos decir que ese carácter sobrio se ha superado de forma mayoritaria en Castilla y León, y que todo gran proyecto empresarial dispone de los mejores profesionales, tanto en el área de la producción como de la comunicación y el marketing. Buena prueba de ello es la cata organizada por esta revista, en la que participan las bodegas Arzuaga-Navarro, Hiriart, Valderrubí, Protos y Rejadorada.
En total, diez elaboraciones sorprendentes, innovadoras, que permiten augurar un largo recorrido para las bodegas y sus vinos. Es cierto que en ocasiones deberán adecuar el producto a la demanda del público, pero no lo es menos el hecho de que siempre es posible ‘educar’ al consumidor, e incluso generar una nueva demanda desde el sector productor. Navegar en esa relación con el cliente final es, de hecho, moneda de uso común en compañías de nuestro tiempo.
Dentro del mundo del vino, es una ocasión para que la provincia de Valladolid muestre la riqueza de sus cinco denominaciones de origen, que tanta importancia tienen para conformar el paisaje y la economía local, y que concentran su espíritu en el Museo Provincial del Vino, en el castillo de Peñafiel.
No cabe tampoco la modestia cuando toca hablar del patrimonio de Castilla y León. Las Edades del Hombre son una buena prueba de ello, y este año vuelven a convertirse en referente del turismo cultural con una muestra que incluye 130 piezas artísticas, algunas de ellas procedentes de otras comunidades autónomas y de Portugal. Otro ejemplo se encuentra en la ciudad de Segovia, que basa su propuesta cultural en tres ‘emes’: la de Machado, la de la Casa de Moneda y la de la muralla, convertida en una caja de sorpresas que descubre un nuevo tesoro en cada tramo y en cada acceso a la ciudad.
Hay que presumir de lo que se tiene, ya sea con el objetivo de vender nuestro producto, ya sea porque deseamos hacer justicia a nuestro entorno. Con ese espíritu trabajan los integrantes de la asociación Sad Hill, que arriman el hombro para recuperar el escenario de la mítica película ‘El bueno, el feo y el malo’ en el valle de Mirandilla, en el burgalés municipio de Santo Domingo de Silos. Una vez leído el reportaje incluido en las páginas de este número, ya nunca se verá de la misma manera el mítico filme protagonizado por Clint Eastwood. Ni se verán del mismo modo los paisajes del río Arlanza.
