Miranda de Ebro ha recuperado la fortaleza de la ciudad, que fue demolida a comienzos del siglo pasado. El Ayuntamiento quiere que el espacio sea algo más que un monumento para visitar; que se convierta en parte fundamental de la vida cultural y de ocio de la ciudad
Texto: A. Allende
Fotos: Truchuelo
La Picota luce como nunca. La cima del cerro sobre el que se recuesta el barrio de Aquende, en Miranda de Ebro, ha recuperado el castillo que controlaba el paso del río desde mediados del siglo XV. Demolido en 1903, el ayuntamiento ha invertido en torno a 1,7 millones de euros para reconstruir parte de las murallas y acondicionar el lugar. Los mirandeses retoman así una parte muy importante de su identidad y, además, han ganado un espacio que reúne todas las condiciones para ser la nueva referencia turística y de ocio de una ciudad más conocida hasta ahora por sus recursos industriales, historia ferroviaria y por los méritos futbolísticos del aguerrido equipo local que por su, a pesar de todo, rico patrimonio.
Los orígenes de la fortaleza se remontan a mediados del siglo XIV, cuando el obispado de Calahorra cede al conde Don Tello (señor de Vizcaya y hermanastro de Pedro I el Cruel) el terreno donde se ubicaba la iglesia de Santa María en la Picota para que levante un castillo que defienda la ciudad. Pero no sería hasta un siglo después cuando el hijo de Pedro Diego Sarmiento construya la fortaleza utilizando las capillas de la iglesia como establos y desmontando las sepulturas para los cimientos.
Las tropas francesas lo utilizan durante la guerra de la Independencia y también es ocupado hasta la tercera contienda Carlista. A principios del siglo pasado el ayuntamiento mirandés, por entonces su propietario, demuele lo que ya apenas eran unas ruinas. Poco después construye unos depósitos de agua, lo que hace que desparezca incluso de la memoria de varias generaciones de mirandeses.
Una vez concluidas las obras de recuperación, y con la apertura del Centro de Interpretación de la Miranda Antigua (CIMA) en la zona de entrada a la fortaleza, es posible visitar los espacios más singulares del castillo. Unas zonas han sido excavadas para dejarlas a la vista y otros elementos los han reconstruido con materiales diferentes de los originales, pero que permiten que el visitante se haga una idea muy aproximada de cómo fue el fortín.
También es posible hacer visitas guiadas por el casco antiguo de la ciudad y los monumentos más relevantes de Miranda. Los amantes de la historia y el patrimonio pueden adentrarse en las diferentes épocas en las que se edificó el castillo. Es posible ver, por ejemplo, cómo modificaron el diseño recto de un muro por otro con forma de estrella para mejorar la eficacia defensiva y, también, las baterías en las que se montaban los cañones. El acceso, por la ladera de un cuidado e interesante jardín botánico, tampoco tiene desperdicio. Una pasarela de madera salva lo que fue el foso y emula la entrada por donde se ubicaba la puerta principal. En la parte más elevada de la Picota hay vestigios de tumbas antropomórficas.
Otro indudable atractivo del lugar, no menos destacable que el resto, es la amplia panorámica que ofrece del casco antiguo de la ciudad y de la vega del Ebro. El mirador de la torre del ascensor, que sube desde el jardín, es el lugar perfecto para disfrutar del bello paisaje circundado por los montes Obarenes. Durante el primer mes y medio desde la apertura, el espacio ha recibido ya más de 3.000 visitas.
Pero el castillo mirandés aspira a ser algo más que un lugar interesante. “No queremos algo estático, queremos que sea un elemento vivo integrado en la vida de la ciudad”, recalca el concejal de Turismo, Miguel Ángel Adrián. Y con esta filosofía llevaron a cabo una velada gastronómica de presentación del nuevo espacio a finales de agosto. Un evento en el que participaron ocho cocineros locales y que contó con la presencia de viticultores de la comarca –Término de Miranda y Bodegas El Ternero- y productores de tomates de Miranda. Tanto organizadores como participantes quedaron muy satisfechos del resultado.
“Tenemos la intención de hacer conciertos y veladas con actividades. Esa es nuestra apuesta más importante. El castillo es muy importante para poner en valor Miranda como ciudad visitable. Pero como una ciudad con muchos elementos que merecen la pena, como el casco antiguo, los templos, nuestra gastronomía… Una ciudad que merece una visita pausada”, recomienda Adrián.
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