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El puente medieval de Simancas, testigo de siglos de historia

El puente construido en el siglo XIII, sobre otro anterior de origen romano, está formado por 17 arcos. La mayoría de ellos son ojivales debido a la reforma en estilo gótico de esta espectacular fábrica en sillería sobre el río Pisuerga

El Archivo General de Simancas es el emblema de esta localidad vallisoletana. En lo alto ofrece una silueta singular e inconfundible, pero desde algunas zonas del casco urbano, con la perspectiva adecuada, el protagonismo lo comparte con el puente medieval que salva el Pisuerga. Lo mismo sucede, por ejemplo, al cruzar río arriba hacia Puente Duero desde la autovía, cuando la mirada queda atrapada por la majestuosidad de los arcos de piedra y la sillería.

En otoño, el colorido de la vegetación de la ribera le da un encanto especial a la imagen, aunque cualquier época es buena para disfrutar de este puente construido en el siglo XIII sobre el emplazamiento de estructuras precedentes y que está incoado desde hace más de treinta años para la declaración como Bien de Interés Cultural. Originalmente hubo un puente romano para salvar el Pisuerga que, en la Edad Media, se reconstruyó en el mismo lugar ya en estilo románico.

En sillería y con 17 arcos mayoritariamente ojivales, que denotan una reforma gótica, con tajamares y contrapilares se ubica en lugar trascendente para las comunicaciones terrestres, en el antiguo trazado de la calzada romana entre Augusta Emerita y Caesaraugusta. Es una espectacular obra de ingeniería, de perfil plano ‘a la romana’. La diferente fábrica de los arcos es consecuencia de las distintas épocas en que fue construido y reformado. El puente de Simancas es parte del trazado del camino de Santiago de Madrid.

En lo ocho siglos que ha contemplado, son relevantes los acontecimientos que han sucedido cerca de él. Incluso antes. En este lugar fue la Batalla de Simancas, en el año 939, entre las tropas cristianas de Ramiro II de León y el califa musulmán Abderramán III, que ganaron los cristianos para afianzar el dominio sobre las tierras del Duero.

La victoria cristiana posibilitó reafirmar la significación estratégica y militar de la localidad simanquina como plaza fortificada de la línea del Duero, río en el que desemboca el Pisuerga apenas a unos kilómetros después.

Durante el transcurso de la Guerra de la Independencia Española, en 1812, sufrió la voladura de varios ojos. Fueron las tropas napoleónicas las que los derribaron en su intento de frenar el avance angloespañol, que dirigía del Duque de Wellington.

A día de hoy, es habitual encontrar a simanquinos, peregrinos del Camino de Santiago y otros turistas apasionados del patrimonio cultural, que disfrutan sobre el puente de Simancas de las extraordinarias vistas del rio, de la riqueza natural del entorno y de la espectacular estampa que desde allí brinda el caserío de la localidad vallisoletana. Ya es mucho más que un simple puente.

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