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Geometrías de protección


La Junta de Castilla y León nos ha dado el instrumento para conseguir que el pasado arqueológico pase en mejores condiciones a sus propietarios del mañana

Rafael Varón. ArkeoClio

Hace ya unas fechas que la Junta de Castilla y León decidió poner a disposición del público, a través de su infraestructura de datos espaciales -bonitos palabros-, las geometrías de protección de las zonas susceptibles de contener restos arqueológicos de toda la comunidad autónoma.

Imagen de la herramienta creada por la Junta para localizar yacimientos.

El resultado visual es la potente imagen que ilustra estas líneas. Esos bienes arqueológicos reproducen, fielmente, tanto el contorno de nuestras fronteras administrativas como el interior de nuestro solar común. Cualquier persona podría identificar nuestro territorio viendo la distribución de estas geometrías.

No deja de causarme sorpresa este cambio de criterio en nuestros administradores. No hace tanto tiempo este era uno de los mayores arcanos que guardaban los servicios territoriales de Arqueología. Solo se podía acceder a estos datos -en papel, nada de soporte informático- mediante consulta motivada que debía ser aprobada por la Administración. Recientemente la Junta había decidido abrir esas consultas a las y los profesionales para que accediésemos a esos datos de manera remota y en línea, pero uno no se imaginaba que nos los fuesen a ofrecer libremente a todas las personas. Interpretábamos que el motivo de mantener el secreto era dificultar a los malos el mapa del tesoro y así evitar expolios.

Villa romana de Aguilafuente

En mi propia experiencia esta era una solución poco práctica. Esos malosos -en la segunda acepción del Diccionario de la RAE- ya se habían preocupado de conseguir la información. Se hacía a partir de las publicaciones científicas y las actividades de divulgación que son parte del ADN de quienes nos dedicamos a la arqueología, tanto desde la profesión como desde la Academia.

“Interpretábamos que el motivo de mantener el secreto era ocultar a los malos el mapa del tesoro y así evitar expolios. Una solución poco práctica”

Los delincuentes también se han profesionalizado y se dedican a estudiar para cometer sus tropelías, igual que las personas que trabajamos en esto buscamos la documentación de los sitios en los que ejercemos nuestra actividad para hacerlo lo mejor posible.

A esto se sumaba que las necesidades de transparencia de las administraciones hacían incluir estas áreas de protección en sus documentos urbanísticos y en distintos planeamientos, y estos se vienen volcando a internet desde hace más de 10 años.

Mosaico romano en el yacimiento de Clunia (Burgos)

Así que el secreto se ha terminado de desvelar. Si quiere usted acercarse a la realidad arqueológica de su municipio, comarca o provincia, lo tiene bien fácil. No se olvide, por otra parte, de que todos esos posibles yacimientos -más de 23.000- puede que sean todos los que están, pero todavía no son todos los que son.

En algunos casos aún tendremos sorpresas y aparecerán nuevos, aunque esto suele ir unido a más inversión en investigación -que nunca será suficiente- que a la suerte. En otros casos, un cambio de criterio de la Administración puede hacer crecer el número al incorporar espacios que ahora no se están considerando bienes arqueológicos.

“La ciudadanía responsable puede, podemos, prestar atención a la vigilancia y salvaguarda de estos lugares”

De producirse cambios, por estas u otras razones, la ventaja de este sistema es que la actualización es casi inmediata y, por tanto, la información es siempre fresca.

Ustedes dirán que, efectivamente, hemos puesto el mapa del tesoro en manos de piratas, y que cualquiera con un ordenador -o un teléfono móvil- en la mano va a tener a su disposición una enorme cantidad de “X” marcadas en las que hundir sus garras. No les faltará razón al anotar esta preocupación.

Almadenes en Otero de Herreros (Segovia)

Sin embargo, al igual que los facinerosos que asaltan nuestro legado al futuro, el resto de la ciudadanía responsable puede, podemos, prestar atención a la vigilancia y salvaguarda de estos lugares. Evitaríamos así el recurso al desconocimiento que suelen hacer detectoristas sin escrúpulos, constructores con prisas, departamentos de urbanismo desmemoriados y otras personas y entidades poco preocupados por nuestro patrimonio.

Efectivamente, la Junta de Castilla y León nos ha dado el instrumento para conseguir que el pasado arqueológico se pueda defender por sus usufructuarios, a la espera de que se lo transmitamos, en mejores condiciones, a sus propietarios del mañana. Y no es tarea sencilla. Sin embargo, esa imagen de las geometrías arqueológicas también es una parte importante de Castilla y León.

Galería minera romana del Barranco del Górgora, Montealegre, León

Uno se ha puesto a escribir este texto después de ver el atroz incendio de la Sierra de la Culebra con una mezcla de emociones que no alcanzan a entender tamaño fracaso. Quizá la preocupación por todos nuestros patrimonios deba ser más importante para las personas que habitamos -física y/o emocionalmente- esta comunidad, de modo que podamos imponer a quien nos administra que sus preocupaciones deben ser las nuestras).

¿De verdad es la arqueología enemiga del progreso?

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