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El papel de las cooperativas, clave en el sector de la patata

El buen número de asignaturas pendientes que acumula la patata no ha conseguido que el conjunto del edificio se derrumbe, en buena parte gracias a estar apuntalado por las cooperativas, que agrupan a miles de productores en Castilla y León, garantizan la recogida del producto y actúan como operadores en origen, lo que supone un primer paso en la cadena de comercialización.

El cultivo en provincias como las de León (con la cooperativa Prodeleco), Salamanca (donde destaca Aranpino), Palencia (APP Tierras de Castilla y León) o Segovia, con la cooperativa Glus II en la zona de Cuéllar.

La presencia del fenómeno cooperativo está especialmente presente en Valladolid, con ejemplos como los de Indicons, Horcaol o La Carpeña, que nació en 2001 para afrontar los retos de un sector que ya entonces parecía asomarse al abismo. Sus instalaciones se encuentran en El Carpio, localidad cuyo nombre ya se asocia a la patata en toda España, y sus 96 socios obtienen cerca de 42 millones de kilos al año, procedentes de una quincena de municipios.

«Las cooperativas garantizan al agricultor la recogida del producto»

Emilio Marcos, uno de los fundadores y actual presidente, recuerda que la cooperativa fue impulsada por el Ayuntamiento del Carpio ante el panorama de unos agricultores cansados de trabajar sin garantía de que su producto se recogiera, “y sin tener asegurado el cobro”.

Gracias a ello, los socios se benefician desde hace una década de unos servicios técnicos que les permiten obtener un mejor producto, pero sobre todo tienen garantizada la comercialización. “Además de conseguir mejores contratos porque estando agrupados tenemos más volumen de producción, la principal ventaja está en que siempre se recoge nuestro producto”, apunta.

La principal actividad de la cooperativa está en la venta de patatas de consumo, que llegan sin transformar a los mercados. Lo hace en sacos de 25 kilogramos, que se distribuyen en mercados centrales, y en ‘jumbos’ o sacos de una tonelada, que llegan a los empaquetadores para, de ahí, pasar a la gran distribución. La red de comercialización ha crecido mucho desde 2001, de modo que su producto se puede encontrar en ciudades como Madrid, Barcelona, Sevilla, Valencia, Alicante o Palma de Mallorca. Además, en torno al 20% se vende en Portugal, tradicional cliente de los agricultores de El Carpio.

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