El lechazo de calidad de Castilla y León tiene en los restaurantes su principal nexo con el consumidor, un enlace que se ha roto con la declaración de estado de alarma y el consiguiente cierre de la hostelería.
La crisis sanitaria ha tenido efectos muy palpables en este sector, con caídas en la facturación de hasta el 85%, y ha reaccionado poniendo en marcha diferentes campañas para animar al consumo en el hogar.
De hecho, carnes como la amparada por la IGP Lechazo de Castilla y León son más versátiles de lo que puede parecer y se pueden preparar en casa de varios modos; asadas al horno, guisadas, al papillote…
Por ello, la Asociación Nacional de Criadores de Ganado Selecto de Raza Churra (Anche) ha puesto en marcha una campaña de promoción de la carne de lechazo IGP Lechazo de Castilla y León, que bajo la etiqueta #HoyComproLechazo tiene por objetivo alertar sobre el drástico descenso del consumo de carne de raza churra, además de derivar parte de la cuota de negocio perdida en la restauración hacia el consumo doméstico.
La iniciativa va a dar voz a los cientos de ganaderos del sector ovino, preocupados por las consecuencias económicas y de supervivencia de la raza churra ante esta situación.
Algunas soluciones
Desde COAG se lamenta que en Castilla y León, primera comunidad productora nacional, la producción de lechazo ya cayó más de un 6 por ciento el año pasado y un 12 por ciento el número de sacrificios. En toda España el consumo de carne de ovino se desplomó un 40 por ciento en la última década.
Los compradores han dejado de adquirir estos animales a los ganaderos que tienen que mantenerlos en sus granjas con los gastos de alimentación que ello significa.
Por eso, los ganaderos apuntan dos medidas para afrontar el problema pero ambas son tremendamente onerosas, por lo que requieren del apoyo de las administraciones para llevarlas a efecto.
Una sería el almacenamiento, congelando la canal hasta que el tiempo escampe, pero tanto el inmovilizado como la pérdida de valor, dado que el producto no podría ser vendido como fresco, supondría un gran trastorno económico.
Otra sería el engorde para la exportación a los países árabes, grandes interesados en obtener estos productos, “pero ello también ocasionaría importantes gastos añadidos”, señalan desde la organización agraria.
