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El Norte abrupto

Alfredo Allende

El Parque Natural de Fuentes Carrionas y Fuente Cobre se ubica en la zona más septentrional de Palencia, en el límite con León y Cantabria. De gran valor paisajístico y medioambiental, conserva especies emblemáticas en peligro de extinción como el oso pardo. Numerosos senderos señalizados recorren un espacio de frondosos bosques y espectaculares picos

 

Quizá la estampa primera que le viene a la mente al viajero que no conoce Palencia sea la de las llanuras cerealistas sin fin aparente. Pero la provincia también puede presumir de contar con uno de los entornos medioambientales y paisajísticos de montaña más espectaculares de la península. El parque natural de Fuentes Carrionas y Fuente Cobre, que ocupa 78.000 hectáreas en la zona más septentrional en el límite con León y Cantabria, es un espacio de gran valor natural. En esta zona se localiza la masa de sabinas situada más al norte de Europa, junto con otros endemismos de la Cordillera Cantábrica como la artemisa cantábrica y el Echium cantabricum. Aunque el valor distintivo del parque es que sirve como refugio de una especie emblemática y en peligro de extinción, el oso pardo.

Las calizas de la Montaña Palentina, surcadas por una densa red de diaclasas, han permitido un importante modelado kárstico: sima del Espigüete, del Anillo, la cueva del Cobre y las cuevas de Tremaya, entre otras formaciones. Durante el Cuaternario, el glaciarismo fue muy importante como así lo atestiguan los circos, umbrales, valles en artesa y sistemas morrénicos terminales que constituyen un conjunto típicamente alpino.

La transición es vertiginosa. Quien accede por el sur advierte desde lejos las cumbres, durante gran parte del año cubiertas por la nieve, del Curavacas y del Espigüete, pero el terreno se torna abrupto casi de repente. El cereal se transforma en pastizales y la planicie en empinadas laderas cubiertas de arbolado. Ríos como el Carrión, Arauz, Pisuerga y Rivera enriquecen el espacio con sus aguas cristalinas en un rápido descenso hacia zonas más tranquilas. La cadena montañosa está formada por picos y crestas, modelados en las duras y apretadas calizas de montaña que sobrepasan los 2.500 metros de altura y conforman un singular relieve de peculiares agujas, impresionantes precipicios, altivos cantiles y profundos valles. También abundan en la zona los lagos de origen glaciar. Por si no fuera suficiente, en esta zona del norte de Palencia se concentra además uno de los mayores y más notables conjuntos de arte románico de todo el mundo.

Siempre tierra de contrastes. En el valle del Carrión la seña de identidad la conforman las fuertes pendientes de escasa cobertura vegetal y predominio de los roquedos en las zonas con mayor altitud, y tapizadas de brezo y piorno más abajo. Cada estación tiene su color. Sus colores. Mientras, en la cuenca del Pisuerga, destacan por el contrario la presencia de extensas masas arboladas que se asientan sobre un relieve con pendientes menos acusadas.

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