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La magia de la ‘raya’

La Sierra de la Culebra comparte territorio español y portugués para conformar un paisaje privilegiado tanto en el ámbito medioambiental como en el etnográfico. Esta zona zamorana es una referencia para el turismo de observación de animales salvajes, con el lobo como emblema. Conserva un rico patrimonio en forma de música, baile e indumentaria tradicional

Es un territorio en el que se pone de manifiesto que las líneas trazadas sobre un mapa por las administraciones sirven de poco en el día a día de los pobladores autóctonos. La zamorana Sierra de la Culebra es en pleno siglo XXI una tierra desconocida para muchos, aunque conserva grandes valores medioambientales y etnográficos. La frontera es un aliciente más, lejos de actuar como barrera.

En Castilla y León, catalogada como Espacio Natural Protegido constituye uno de los mejores lugares de España para el avistamiento de fauna, y posee la mayor población lobera de Europa Occidental. También un paisaje agreste y salvaje con bosques reforestados varias veces. Son 65 kilómetros de cadena montañosa, con picos que apenas supera los mil metros de altura. Peña Mira, entre Flechas y Linarejos, es la cima que más se acerca al cielo gracias a sus 1.241 metros sobre el nivel del mar.

Las primeras pruebas de humanización en la comarca datan de la Edad de Bronce, tal como lo ponen de manifiesto las pinturas rupestres localizadas entre Linarejos y Villarino de Manzanas en las covachas del Portillón y el Canchal del Melendro. Ambas están declaradas hoy como Bien de Interés Cultural. Los castros de la Edad del Hierro, la calzada romana que conectaba Braga (Portugal) con Astorga o joyas románicas como la iglesia de Santa María en Tábara componen un rico patrimonio que hacen de este espectacular territorio uno de los más completos de la comunidad por su amplia oferta de atractivos turísticos.iglesia santa maria

Pero ha sido durante los últimos siglos cuando se han producido los cambios más perceptibles a primera vista. El contrabando, una actividad casi imprescindible para la subsistencia en el siglo XIX y primeras décadas del XX marcó carácter. No podía ser de otra forma. Vilardeciervos es una de las poblaciones más hermosas de la Carballeda. Aquí el tiempo rece haberse detenido.

No hace falta demasiada imaginación para sentir los ojos vigilantes de los contrabandistas ocultos tras las mirillas de piedra de las casas. Los grandes portones están diseñados para que los carros pudieran acceder con los carros cargados de mercancías. Todas las construcciones tienen el encanto de la piedra, la madera y el saber hacer de los canteros gallegos.

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