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La perdiz roja quiere seguir en Castilla y León

Las poblaciones perdiceras están en claro y preocupante declive en la región. Expertos como José Antonio Pérez Garrido califican su estado de “malo“. Lo atribuyen al deterioro del hábitat a partir de los 80 por las prácticas de la agricultura

Ya apenas hay perdices. La compañía se sus habituales carreras, con la cabeza alta, y los vuelos sorpresivos llevan camino de convertirse en algo apenas testimonial. Especie originaria del Mediterráneo occidental, actualmente ocupa como especie autóctona la Península Ibérica, Francia meridional y central, noroeste de Italia y Córcega. Históricamente ha despertado mucho interés. Son numerosas las expresiones populares, menciones en el refranero, topónimos de localidades, callejero, establecimientos, e incluso una variedad de color propia (ojo de perdiz), hacen referencia a la perdiz roja. Es referencia en la avifauna castellanoleonesa, aunque ahora las poblaciones perdiceras no atraviesen su mejor momento.Perdigon

Desde un punto de vista biológico, es una de las especies básicas en la cadena trófica de los ecosistemas peninsulares. Además, destaca por el papel preponderante que ha soportado en la cultura cinegética de nuestro país desde mucho antes incluso de la aparición de las armas de fuego.

“En los últimos años, las poblaciones de perdiz roja silvestre, y en general de todas las especies de aves ligadas a ecosistemas agrícolas en nuestro país, se encuentran en una situación que podría considerarse mala”, diagnostica José Antonio Pérez, uno de los mayores expertos en este ámbito. Es doctor en Veterinaria con la tesis doctoral ‘Determinación de los principales parámetros ecoetológicos de la perdiz roja (Alectoris rufa Linnaeus, 1758) y su aplicación a la evaluación de animales destinados a repoblación’, llevada a cabo en la Finca Coto Bajo de Matallana, además de máster internacional en Gestión y Conservación de la Fauna Silvestre Euromediterránea. Ha dirigido y dirige diversos estudios con perdiz, además de haber formado parte del equipo investigador en otros proyectos con perdiz roja y otras especies ligadas a hábitat.

José Antonio Pérez Garrido impartiendo una charla.
José Antonio Pérez Garrido impartiendo una charla.

Las zonas con mayores densidades perdiceras en Castilla y León, pese a la reducción sufrida, se corresponden con Tierra de Campos en Valladolid, Palencia y sur de León. Densidades medias encontramos en las zonas llanas del resto de Castilla y León, mientras que las zonas montañosas presentan las densidades más bajas. “Por dar algunas cifras, y según diferentes estudios realizados con la especie, los valores medios de densidad oscilan en época reproductiva entre 3,5 y 6 parejas por cada cien hectáreas para zonas sin gestión de hábitat y zonas correctamente gestionadas, respectivamente, y de 20 a 35 perdices en época inmediatamente anterior a la apertura de la caza”, apunta Pérez.

Tras un fuerte descenso de las poblaciones de perdiz prácticamente generalizado entre la década de los 80 y principios del siglo XXI, actualmente se puede decir que sus poblaciones se han estabilizado, especialmente en zonas donde los cazadores, por su propio interés, han puesto en marcha acciones sobre el medio para favorecer el mantenimiento y cría de las perdices. Sin embargo, todavía son acciones muy locales y aisladas. Nido-de-perdiz-roja-en-Palencia

Las mayores mermas se han producido allí donde más factores influyen sobre el éxito de su cría y el incremento de su mortalidad, coincidiendo curiosamente con las zonas donde eran más abundantes: zonas llanas cerealistas agroesteparias, tanto aquellas que siguen con el mismo régimen de explotación agrícola como, especialmente, en aquellas en que el regadío ha sustituido al secano. Lo mismo sucede en zonas de media montaña donde el matorral ha ido aprovechándose del abandono del medio rural, tras la desaparición de cultivos cerealistas y pastizales de ladera. Mientras, en zonas de alta montaña y áreas marginales donde nunca fueron muy abundantes se ha producido una reducción a menor escala, observándose también que el número de factores que allí influyen sobre su demografía es menor y más fácilmente manejables.

caza

La agricultura intensiva tiene mucha responsabilidad

Muchos estudios, trabajos de investigación y la observación diaria de quienes están en contacto directo con el campo han llegado a una misma conclusión: la regresión de las aves ligadas a hábitats agrícolas en España, y especial la perdiz roja, es consecuencia principal de la agricultura intensiva y todo lo que conlleva en forma de concentraciones parcelarias.

Pesticidas y regadío es mala combinación para las perdices.
Pesticidas y regadío es mala combinación para las perdices.

“La consecuencia es la generalizada homogeneización paisajística con desaparición de linderos; mecanización exprés de las labores cambiando radicalmente el hábitat disponible de la noche a la mañana; utilización de variedades vegetales de ciclo corto que provocan un adelantamiento de las labores agrícolas coincidentes ahora con el ciclo biológico de las perdices y otras aves, y aplicación masiva de biocidas, plaguicidas y pesticidas, que afectan principalmente a malas hierbas e insectos que suponen la base de la alimentación de la avifauna”, enumera el experto.

También es importante el impacto de predadores oportunistas. Y hay que considerar a la presión cinegética, en ocasiones excesiva, que puede suponer el aprovechamiento de entre un tercio y la mitad de las poblaciones de otoño sin una adecuada ordenación cinegética del recurso, según los datos que maneja José Antonio Pérez.

Paisaje en mosaico ideal para la perdiz en León.
Paisaje en mosaico ideal para la perdiz en León.

Por su parte, en el resto de Castilla y León, fuera de esas zonas agroesteparias cerealistas, la reducción de sus poblaciones se debe más a un drástico cambio en los usos tradicionales del monte tras el despoblamiento del medio rural. Ha conllevado la desaparición de cultivos de montaña y pastizales, proliferación del monte bajo, incendios forestales, inadecuados aprovechamientos forestales con la sustitución de masas autóctonas (robles, encinas, acebuches) por otras más rentables económicamente (frutales, eucaliptos, pinos) e incremento muy importante de predadores oportunistas de nidos y huevos como el jabalí.

El declive de las poblaciones perdiceras, recalca Pérez, tomó forma en la segunda mitad del siglo XX, viéndose su impacto especialmente reforzado a partir de las décadas de los años 70 y 80 del siglo pasado, con importantes transformaciones, la proliferación desmesurada de predadores y el incremento notable del número de cazadores.

Media-montaña-de-León,-perdices-en-un-camino

Iniciativas en marcha

A partir de la observación de esta reducción de poblaciones, no solo de perdiz roja, sino de prácticamente todas las especies de avifauna ligadas a ecosistemas agrícolas, se pusieron en marcha diferentes estudios y trabajos. Casi todos ellos concluyen que la solución a esta situación pasa por un necesario un cambio tanto en los modelos agrícolas intensivos como en las prácticas de gestión cinegética.

“Dicho así suena sencillo, pero en la práctica ha resultado muy complicado de llevar a cabo al repercutir económicamente sobre dos sectores a menudo con diferentes intereses como son los agricultores y los cazadores. Sin embargo, tenemos varios ejemplos a lo largo y ancho de nuestro país de zonas donde se ha logrado, con lo que imposible no es”, confía el experto. “Actualmente nos encontramos diversas iniciativas puestas en marcha a nivel local por parte de sociedades de cazadores o emprendedores sobre cotos privados de caza repartidos a lo largo y ancho de Castilla y León”, añade.Perdiz-en-Valladolid

Algunos están liderados por la Oficina Nacional de la Caza, la Conservación y el Desarrollo Rural (ONC), que cuenta con la participación del Ministerio para la Transición Ecológica a través de la Fundación Biodiversidad y con el apoyo de varias administraciones autonómicas y locales, que se desarrolla en Castilla-La Mancha y en Castilla y León. Consiste en el diseño de un modelo prototipo de buena gestión medioambiental y cinegética con el que se intente frenar el declive actual de las especies asociadas a los ecosistemas agrícolas, así como asegurar e incrementar sus poblaciones actuales.

“A día de hoy el colectivo cinegético ha evolucionado y, como hemos ido viendo, los cazadores son actualmente los más interesados en el mantenimiento y mejora de las poblaciones de perdiz. y prácticamente todas las actuaciones dirigidas a favorecer a la especie parten de iniciativas de este colectivo, contando con la participación de los principales usuarios y responsables de la conformación del hábitat de la perdiz roja: los agricultores”, defiende José Antonio.

“No se trata de culpar o hacer responsables únicos de la situación a los agricultores, que se ganan la vida de una forma lícita y ajustada a legislaciones y normativas dispuestas para la ordenación de la explotación agraria, sino de favorecer la introducción de pequeños cambios que afecten lo mínimo posible a su trabajo e ingresos pero que puedan tener repercusiones positivas sobre la fauna que vive en sus cultivos”, justifica en su cruzada para que la perdiz roja recupere el espacio que le corresponde por méritos propios en el territorio de Castilla y León.

Perdiz-montaña-León

*Fotos: José Antonio Pérez Garrido

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