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Paraíso cinegético

Castilla y León dispone de enormes recursos naturales para hacer de la caza una actividad turística y económica de primer orden. La diversidad y calidad de especies y de paisajes son el mayor atractivo tanto para los cazadores locales como foráneos

Texto y fotos: A. Allende

La diversidad orográfica y climática de la que disfruta Castilla y León también supone la existencia en la comunidad de hábitats muy diferenciados. Y más del 90% del territorio está considerado como cinegético; 8,6 millones de hectáreas son aptas para la la caza. Estos elementos hacen de la región un lugar privilegiado para el ejercicio de la caza, una práctica en la que el cazador del siglo XXI cada vez da más importancia a las formas que al número de capturas.

El cazador moderno es un coleccionista de emociones. Un lance cinegético en un entorno natural puro y con un animal salvaje le reporta muchas más satisfacciones que acabar la jornada contabilizando un buen número de cadáveres de dudosa procedencia genética y que han sido acribillados contra una valla. La región castellanoleonesa está muy cercana al paradigma de la buena caza.Caza en Castilla y León

A Santiago Iturmendi, presidente de la Federación de Castilla y León de Caza, no le caben dudas a este respecto: “La mejor oferta cinegética de España en cuanto a calidad es Castilla y León. Aquí tenemos caza auténtica”, explica. Iturmendi recalca que “los mejores ciervos están en la Culebra, los mejores ejemplares de macho montés en Gredos, en la montaña leonesa los rebecos y en Guadalajara los corzos”. La cabra montés (Capra pyrenaica victoriae), es una especie de distribución exclusiva en Castilla y León, que habita en Gredos, Batuecas, Riaño y Sierra de Guadarrama.

La diversidad paisajistica también lleva consigo variedad de fauna. En las comarcas norteñas no cerealistas, la reina es la becada -Scolopax ruticola-; una migratoria que se refugia en los bosques y que atrae a numerosos cazadores vascos y asturianos, entre otros, a los acotados castellanoleoneses. Este es el espacio también donde se practica la montería cantábrica de jabalíes con perros de rastro, un elemento muy importante como dinamizador de las relaciones sociales en el mundo rural.

A medida que descendemos hacia el sur de la región, ya en la Meseta, el hábitat es el de la perdiz roja. Las tierras más frescas de la llanura cerealista también son las preferidas por la codorniz en su migración desde Africa hasta la Península para reproducirse. Y cuanto más espacio llano, más afición por las carreras de los galgos tras las liebres.

El presidente de los cazadores alerta sobre la necesidad de cuidar los ecosistemas para que las especies puedan subsistir. “No solo las de caza, sino todas”, puntualiza. En este sentido, Iturmendi reclama “una PAC enfocada a una agricultura que no sea agresiva, que mantenga los linderos en las fincas, que deje cobertura para el refugio de las especies presa”.

Mucho dinero

Muchas juntas administrativas y ayuntamientos carecen de otros ingresos que no sean los que obtienen por el alquiler de sus terrenos para los acotados. Unos beneficios que van a la baja debido a la crisis económica. En Castilla y León hay diez reservas regionales de caza, cuatro cotos regionales, 5.700 cotos privados y ocho zonas de caza controlada que gestiona la administración. El personal de la Junta vinculado a tareas relacionadas con la caza está compuesto por 50 titulados universitarios y 1000 agentes medioambientales y celadores de medio ambiente.

El número de licencias cae de año en año. Hace una docena de temporadas el número de permisos alcanzaba los 170.000 mientras que ahora está en 120.000; así que ahora hay 50.000 cazadores menos. A pesar de todo, el 10% de los varones castellanoleoneses tienen licencia de caza, según los datos de la administración regional. Pero, en este baile de cifras, un dato revelador es que el 40% de las licencias que se expiden en Castilla y León corresponden a cazadores que residen en otras comunidades: el 23% vascos y madrileños. Solo un 1% son extranjeros. Y es que, hoy por hoy, la buena salud de la actividad cinegética también es una garantía de movimiento económico en el medio rural. La caza genera en la región un ingente flujo económico: entre 600 y 800 millones de euros anuales según los datos que maneja la Federación. Aproximadamente una sexta parte del dinero que mueve el sector en España.

Caza en Castilla y León
Setter de muestra sobre becada en un hayedo del norte de Burgos

Los alojamientos rurales son una de las partes más beneficiadas. Tal y como confirman desde la Federación de Asociaciones de Empresarios de Turismo Rural (Acaltur) hay provincias como León, Zamora y Soria en las que muchos establecimientos viven casi en exclusiva del turismo cinegético. “La caza está estrechamente vinculada al turismo rural”, admiten desde Acaltur.

También consideran que, como recurso turístico, podría tener más promoción. Probablemente le perjudique el tratarse de un asunto “controvertido”. De hecho, el Plan Estratégico de Turismo de Castilla y León 2009- 2013 constata el “enorme potencial” de la caza. “La importancia estratégica del segmento de turismo cinegético radica principalmente en sus contribuciones al desarrollo regional, especialmente en el ámbito rural donde puede ser muy significativa su participación”, según recoge el documento de la administración, aunque se ha avanzado poco en la práctica.

En el CTR Los Cerezos, en Tierras Altas de Soria, han notado cómo la crisis ha reducido el número de cazadores que pernoctan en el establecimiento. Durante la berrea, en los años buenos, la ocupación en Los Cerezos era del 80%. También los puestos de paloma, la becada y las monterías suponían una parte improtante de la facturación, explica Gonzalo Esteban. Ahora muchas subastas quedan desiertas y los cazadores se alojan en los refugios y consumen lo menos posible.

También en Posada Pascual, en Santa María de la Vega (Zamora) coinciden en pintar un panorama poco alentador: tienen menos clientes que recechen corzos y, los cazadores de conejos -el 90% de la clientela en invierno- gastan poco.

“Hay que hacer muchos números para cuadrar el presupuesto”

El Club de Caza del Valle de Mena cuenta con 425 socios, lo que le convierte en uno de los más importantes de la comunidad. Gestiona más de 22.000 hectáreas en el norte de Burgos, con presupuesto que ronda los 200.000 euros. Es un coto social, sin ánimo de lucro, de manera que los ingresos -procedentes de las cuotas que abonan cada Caza en Castilla y Leóntemporada los asociados- vienen fijados por el único criterio de cubrir los gastos. La mayor parte del desembolso corresponde al pago de los alquileres de los terrenos, casi todos de titularidad pública. La mayoría de las más de 50 pedanías que constituyen el municipio menés no tienen otro ingreso que este arrendamiento por los montes para cazar.

“Hay que hacer muchos números para cuadrar el Presupuesto”, explica el presidente del Club de Caza del Valle de Mena, Pablo Gutiérrez. La cercanía respecto a Bilbao -a media hora en coche- hace más fácil la captación de socios cuando hay que cubrir bajas. Aproximadamente el 35% de los abonados son foráneos.

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