Los territorios que conjugan las culturas y paisajes diferentes, y que aún conservan rasgos comunes, son muy gratificantes ara el turismo. Este es el caso de las vegas altas de los ríos Tirón y Oca, donde pasar al menos un día resulta placentero
La comarca burgalesa de Montes de Oca se encuentra en tierra de nadie. Y de todos. Es la encrucijada entre las tierras cerealistas de la Bureba y los pinares en los montes de la Demanda, entre la cordillera de los Obarenes y la centenaria ciudad de Burgos. Y La Rioja, que incluso da nombre a la zona izquierda del río Tirón como Riojilla Burgalesa.
Agricultura, ganadería, la revolución industrial y la minería han dejado en los pueblos que ocupan el territorio su sello permanente. Lo mismo sucede con el carácter de sus gentes. Aquí tiene el visitante la inmejorable ocasión para conocer una tierra en la que el humano ha vivido desde hace milenios. Atapuerca está al lado. Tan cerca que incluso es posible que eclipse los enormes valores medioambientales y etnográficos que atesora.
Cerezo de Río Tirón, Belorado, Pradoluengo y Villafranca de Montes de Oca son poblaciones con entidad propia en el acervo. En pleno Camino de Santiago, trochas y caminos del lugar han sido hollados con diferentes propósitos desde siempre por lugareños y foráneos. Así, son lugares muy apropiados para el senderista que busca el disfrute que le proporciona un buen paseo, ampliar sus conocimientos sobre fauna, flora y patrimonio y regresar en su retina con los hermosos paisajes que ha visto por primera vez.
La iniciativa de hacer la ruta puede partir por iniciativa propia o también es posible sumarse a una salida ya programada. Por ejemplo, bajo el lema ‘Construimos Territorio’, la empresa con sede en Fresno de Río Tirón, Urbina Ingeniería y Construcción organiza cada dos meses rutas de naturaleza para promocionar y difundir los atractivos naturales de la provincia de Burgos.
La participación en los ‘Rutéate con Urbina’ es libre, y consiste en una excursión de entre tres y cuatro horas que culmina en un almuerzo popular y una charla interpretativa sobre algún bien patrimonial cercano a la ruta. La VI edición de Rutéate recorrió los campos de Fresno de Río Tirón y sus miradores hacia la Sierra de la Demanda, si bien, las anteriores excursiones han visitado parajes de San Vicente del Valle, Trespaderne, Pradoluengo y de Villalbilla y Rabé de las Calzadas.
Fresno de Río Tirón, con una población aproximada de 200 habitantes y a cincuenta kilómetros de la capital burgalesa, puede ser un buen punto de partida para una salida matinal. De hecho, desde esta localidad partió la excursión que promovió Urbina el último fin de semana de febrero. El recorrido, cómodo y con diversos puntos de interés, no ofrece dificultades para quien quiera hacerlo en solitario. Desde Fresno, siguiendo las indicaciones del cartel del convento de San Vitores y de las rutas ornitológicas ubicado al final del pueblo, hay que dirigirse hacia el camino de Valdemoros, dejando el camino del convento a la derecha (esta ruta sería una alternativa más corta).
Una vez en el camino de Valdemoros giramos a la izquierda para coger el camino del Charco, atravesando Encinillas, una de las primeras localizaciones de Fresno. Después se toma el camino de la Loma. Desde este mirador natural se divisa la Sierra de la Demanda y los montes Obarenes. El caminante se detiene aunque no esté obligado. El tapiz verde del cereal, que luce luminoso tras las últimas lluvias, se detiene en las estribaciones con las que arranca la Demanda. Enseguida se alzan las cumbres repletas con la nevada. El aire es puro, la luz mágica y la paz llena el espíritu.
Se reanuda la marcha en dirección a Llanos, y de ahí al convento de San Vitores, donde se encuentra el mirador del Valle del Tirón. Es un lugar muy especial. por lo que regala a la mirada del observador y por toda la historia que acumula. San Vitores nació en la localidad de Cerezo de Río Tirón, entre los s. VIII y IX, donde fue sacerdote. Se hizo ermitaño cerca de la no muy lejana Oña y excavó una cueva con sus propias manos, además de un altar en el que daba misa. El emir de Córdoba asedió de Cerezo de Río Tirón.
Vitores rezó porque se acabara, acompañado por unas doncellas que estaban cerca de su cueva oniense. Un ángel se le apareció y le dijo que se fuera a predicar y a mantener fuerte la fe en la ciudad. Fue Vitores crucificado y degollado, pero cogió su cabeza y se encaminó con ella bajo el brazo hacia Cerezo. Obró numerosos milagros y congregó a sus vecinos. Cuando falleció construyeron una iglesia en su memoria.
Se cree que el nombre de San Vitores, con el que es conocido, se le dio tras representar el martirio del santo el final del asedio y la victoria final del cristianismo en la zona de los pueblos limítrofes de Burgos y La Rioja.
Referencia jacobea
Fue sepultado en una gruta donde más tarde se levantó una ermita que finalmente fue transformada en convento. Hoy el convento es un punto de reunión de los pueblos de la zona, que colaboran en su recuperación potenciando y valorando el espíritu de convivencia, hermandad e identidad entre los pueblos de la Riojilla Burgalesa. El convento, de emblemática espadaña, era un lugar de peregrinación tal como atestiguan las vieiras de Santiago e inscripciones de la urna de metal donde se encuentran los restos de San Vitores.
El crucero de la construcción es de estilo neoclásico y cubierto por una cúpula con imágenes de distintos santos de influencia en la comarca. La nave derecha aloja el sepulcro gótico del santo, pero sus restos reposan en un arca en el retablo mayor. Es un edificio con volúmenes a distintas alturas.
Desde el convento, por no repetir el recorrido, se baja por el camino en dirección hacia Cerezo de Río Tirón. Ya en el cruce, a la derecha, se coge la cuesta de San Pedro, hasta llegar a la cerca de la Huerta los Frailes. Serpenteando, hay que salvar el río Retorto y la expedición llega a Fresno en pocos minutos de recorrido.
Para el resto de la jornada hay muchas opciones, según las preferencias de cada uno. Una vez en la comarca, nunca está de más degustar los productos y las recetas locales. La huerta y las carnes de la zona bien lo merecen. La oferta gastronómica permite que el visitante pueda elegir. Es posible el picoteo de raciones en La Italiana 2.0 y en el restaurante Garain, en Cerezo Río Tirón. También en El Condumio, de Pradoluengo. Son algunas posibilidades a tener en cuenta. Todo lo vivido a lo largo del día en Montes de Oca será recordado con agrado durante mucho tiempo. Hasta la vuelta.
