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Romper el ritmo en la Montaña Palentina

Romper el ritmo, escapar del día a día, sea este una rutina o una completa locura sin un orden aparente. Buscar ese momento, ese lugar que te hace levantar la vista y ver más allá del suelo o de la persona que tienes justo frente a ti, atreverte a abrir puerta o ventana sabiendo que hay tiempo para echar un largo vistazo al horizonte
Chelo Miñana

Hemos encontrado en Castilla y León, concretamente en la provincia de Palencia y en la localidad de Villacibio, uno de esos lugares en los que se para el tiempo, o mejor dicho, se paró hace ya mucho y te traslada más allá cuando cruzas el gran arco de medio punto de una casona de más de cuatro siglos de antigüedad.

La Posada Priorato de Val invita a la desconexión, al retiro, a retomar pensamientos que aparcamos a un lado por la falta de tiempo, las prisas y el ritmo frenético que nos imponen y que acabamos imponiéndonos a nosotros mismos.

Un oasis que se sitúa al norte de la provincia, allí donde el territorio es más desconocido por la cantidad de sorpresas que atesora. Villacibio está situado a 904 metros de altura, a tan solo once kilómetros de Aguilar de Campoo, con su tradición galletera, y lindando con la localidad de Mave, de la que únicamente la separan tres kilómetros.

La Posada Priorato de Val se sitúa en una construcción original del 1697 que, con la esmerada conversión en alojamiento, invita a la relajación y al disfrute del entorno y de las instalaciones.

Combinación perfecta de respeto por lo que hubo y detalles actuales, un establecimiento en el que la palabra armonía potencia su sentido porque la simbiosis con la grandeza de la Montaña Palentina es total, sin descuidar el confort que se ha convertido en imprescindible para la gran mayoría.

Mucha historia en un entorno natural incomparable, el norte de la provincia, que con su bien conocido románico pone a Palencia en el mapa nacional e internacional para los amantes del arte, que encuentran lo que no esperan cuando se adentran en el territorio con más monumentos románicos de Europa.

Sin lugar a dudas una estancia que bien vale regalarnos varios días de visita, porque con una noche no va a ser suficiente para combinar el descubrimiento de las muchas y variadas maravillas arquitectónicas y artísticas, con los largos paseos a través de los bosques de roble y de haya, las zonas de pasto y las zonas de agua.

La filosofía zen impregna, desde la distribución de las diferentes estancias de la Posada, incluyendo el musical sonido del agua en el patio o el crepitar del fuego de la chimenea, hasta la actividad diaria con los paseos a la luz de la luna, la posibilidad de recibir un masaje Tui Nálos, un curioso cursillo de caligrafía china o de costura del kesa (manto budista), de feng shui o de taichi, sin olvidarnos de la muy apreciada Ceremonia del Té, a la que se puede acceder sin estar alojado.

Disfrutar de la gastronomía en el restaurante del hotel o en alguno de los restaurantes de la zona pasa por el descubrimiento de la sencillez y la grandeza de los productos que ofrece la región debido a sus condiciones naturales. La Marca de Garantía Carne de Cervera de Pisuerga y de la Montaña Palentina ha conseguido ser referente de calidad y junto con la miel, el queso, las poco nombradas truchas de la Montaña Palentina y las pequeñas producciones de empresas agroalimentarias que elaboran de forma artesanal para dar forma a una propuesta gastronómica auténtica marcada por los ciclos naturales, el clima y la altitud.

Descubrir el destino, descubrir el hotel… Descubrir un hotel, descubrir un destino.

 

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