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Supervivientes con 4.000 años de antigüedad

El pinar de Puebla de Lillo (León), en el parque regional de Picos de Europa, está considerado como uno de los pocos bosques de coníferas autóctonos en España

Alfredo Allende

Son inconfundibles. La corteza, a veces pegajosa por la resina y siempre desescamada, deja ver la piel de tonos anaranjados. De buen porte y tronco robusto, algunos de los ejemplares más veteranos y expuestos en las alturas han perdido la copa y tienen las ramas retorcidas por la lucha constante contra el viento. Incluso los hay en los que el rayo ha dejado su huella. Es el pinar de  Puebla de Lillo, en el parque regional de Picos de Europa, en el norte leonés.

El aroma que desprende el que está considerado  como uno de los pocos pinares autóctonos de España -probablemente el único de la Cordillera Cantábrica- revitaliza los pulmones y anima a caminar. La pinocha del pino silvestre -Pinus sylvestris- es como una alfombra que amortigua cada paso. La sensación de transitar por un bosque con más de 4.000 años de antiguedad resulta muy placentera. Algunos ejemplares superan los 400 años de edad.

El pinar de Lillo, con una extensión de 480 hectáreas, está situado de 1.400 a 1.800 metros de altitud; entre Cofiñal y el puerto de las Señales, en la ladera izquierda del alto Porma. Se trata de una formación relicta del periodo suboreal, que conserva algunas especies poco frecuentes y raras como  la cola de caballo (Equisetum sylvaticum), el falso narciso (Narcisus pseudonarcisus), la Homogenea alpina y la vivaz Saxifraga apathularis. Los pinos están mezclados por zonas con hayas, roble albar, abedul, acebo, serbal de los cazadores y cerezos, entre otros.Casa del parque

Esta gran variedad de arbolado también contribuye a la existencia de un rico sotobosque poblado por arándanos, helechos, piornos, brezos, enebros rastreros, etc. Es el hábitat perfecto para el urogallo cantábrico y el oso pardo. Por supuesto, también el del corzo, ciervo y jabalí.

Además, hay varias turberas, que en la comarca denominan llamargos. Algunas de ellas tienen un considerable desarrollo tanto superficial como en profundidad. Los científicos han hallado maderas subfósiles en diferentes niveles del estrato de turba.

En la actualidad, el pinar de Lillo es una de las cinco zonas de reserva cuyo acceso está restringido en el parque regional de Picos de Europa. Así, para caminar por este espacio tan singular es necesario solicitar un permiso de acceso con quince días de antelación, un trámite que es posible realizar tanto en las casas del parque de Puebla de Lillo y Lario como en la Consejería de Medio Ambiente de la Junta.

Al lago de Isoba

Partiendo desde Puebla de Lillo es posible completar una bonita caminata hasta el lago glaciar de Isoba, situado a 1.400 metros de altitud. El recorrido,

de una docena de kilómetros entre la ida y el regreso, apenas tiene dificultad. La ruta está perfectamente balizada y es posible completarla a un ritmo tranquilo en poco más de cuatro horas. La senda, apta para completarla en cualquier época del año siempre que las condiciones meteorológicas no sean muy adversas, se adentra en el robledal de Polvoredo y atraviesa varias minas de talco abandonadas. Desde algunos de los altos por los que discurre la travesía hay magníficas vistas del valle del Porma.

En un torreón medieval

Una vez en Puebla de Lillo -denominación tomada por los muchos campos de lirios que había en la zona cuando se fundó la población en el año 1000- sería un error no visitar la Casa del Parque. El continente ya merece por sí mismo la pena. Se trata de un torreón medieval que fue edificado por orden de los condes de Luna. Además de su primera misión, ha cumplido con otras diversas como cárcel y ayuntamiento. El área de recepción ofrece una visión general del parque regional. Un punto interactivo incorpora una visita virtual a la casa y una serie de paneles recogen la gran variedad de flora y fauna característica de cada estación.

En la segunda planta -Valles y Montañas, los dos mundos de Picos de Europa- está reflejada la riqueza del espacio natural y la historia del paisaje. También se muestran dos de las cinco zonas de reserva del parque regional de Picos de Europa: el Pinar de Lillo y el bosque de Pardomino; un maravilloso bosque mixto formado por hayas, abedules y robles.

‘El hombre en Picos de Europa, interpretación del paisaje’ está en el tercer piso del torreón, donde es posible conocer los pueblos de la comarca mediante una maqueta. Asimismo, hay información sobre sus gentes, su relación con la trashumancia, la gastronomía, cómo han sabido aprovechar los recursos naturales. Y una experiencia que ningún visitante debe dejar que pase es la de contemplar el hermoso paisaje que se divisa desde el mirador de la planta más elevada de la Casa del Parque. De vuelta en la primera planta, ‘Memoria de Picos de Europa’ recoge los testimonios de algunos lugareños que cuentan cómo era el hilandorio por las noches, los aluches, las beceras, los trabajos en la mina y otras escenas que han desaparecido.

En la localidad de Lario, a 25 kilómetros de Puebla de Lillo, se ubica la Casa del Parque de Valdeburón. Es una buena opción para completar la información sobre Picos de Europa y observar el medio natural desde una panorámica diferente, pero igual de atractiva.

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