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Castilla y León cuenta con 35 zonas de baño controladas

Nadie dijo que el verano de Castilla y León estuviera reñido con el baño y los deportes acuáticos. Ríos y embalses de la comunidad pueden ser un buen recurso para refrescarse en los meses estivales, siempre que se respeten las zonas habilitadas para ello

Con los calores, muchos vecinos de Castilla y León se apresuran a disfrutar de la tradicional escapada a los concurridos ‘baños de olas’ del Cantábrico, desconociendo que más cerca de nuestra casa -también de forma gratuita y segura- hay auténticas playas fluviales repartidas por ríos y embalses de nuestra geografía.

Hasta no hace mucho tiempo, pocos se planteaban el baño en riberas, ríos o piscinas fluviales naturales del medio rural. La causa era la contaminación de las aguas, pero hoy es una actividad perfectamente regulada y controlada.

De hecho, cada año se da a conocer el listado de zonas de baño de Castilla y León, que este año cuenta con 35 zonas habilitadas, convirtiéndose en una de las comunidades de interior con más demarcaciones de baño.

La temporada de baño ha arrancado con 35 playas naturales situadas junto a embalses, ríos y arroyos autorizadas por la Consejería de Sanidad y en los que existen controles exhaustivos que garantizan la seguridad del baño.

La mayor parte de esos espacios se localiza en León, con doce playas, y Zamora, con nueve. Por supuesto, existen más rincones que los que figuran en el listado para darnos un chapuzón veraniego, y casi cada pueblo con río tiene su lugar, su poza o su balsa.

En el caso de las playas fluviales, se trata de espacios acondicionados que garantizan la salubridad del agua y que, en muchos casos, disponen de servicios, merenderos o chiringuitos, emulando las playas del mar, aunque aquí con agua dulce.

Algunas sorprenden por su extensión y poco tienen que envidiar a algunas playas marinas. Es el caso de los embalses y lagos, entre los que se encuentran las llamadas ‘Playas de Castilla’, en el burgalés Arija y donde el pantano del Ebro forma playas de finísima arena.

A este espacio se unen los palentinos embalse de Aguilar (en Aguilar de Campoo) y el de Ruesga (en Cervera de Pisuerga). También el embalse de Riaño (en León), los zamoranos de Valparaíso (junto a Villardeciervos) y el embalse de Ricobayo (en Muelas del Pan).

También el segoviano embalse de Linares (en el medieval Maderuelo) y, por último, en Soria el gigantesco embalse de la Cuerda del Pozo, con sus accesos desde Cidones o Vinuesa.

Más sorprendentes son las playas de los ríos y, sobre todo, las de los dos lagos del listado:

  • El leonés lago de Carucedo, a cuatro pasos de Las Médulas, y el lago interior más grande de España, el zamorano lago de Sanabria, donde en el acceso desde Galende tiene acondicionadas varias zonas de baño.
  • Muchos ríos permiten su disfrute, pero no estamos exentos de peligros o del impacto que nuestra presencia puede hacer en el entorno, en la pesca o en la misma agua. Por eso, se proponen algunos espacios en los ríos de la comunidad, como la Garganta de los Caballeros (en Navalonguilla), el río Arenal (en Arenas de San Pedro) y el río Cantos (también en El Hornillo), y los ríos Tiétar y Tormes (en los municipios de Gavilanes y la Horcajada respectivamente). Todos ellos están en Ávila.
  • El río leonés del Passo Honroso, el Órbigo, también dispone de zonas de baño reguladas en los municipios de Llamas de la Ribera y Cimanes del Tejar y, a su paso por el soriano San Esteban de Gormaz, el padre Duero también cede su orilla para un refrescante baño, al igual que el Tera zamorano, en Camarzana de Tera.

Al mismo tiempo, algunas capitales han recuperado sus playas fluviales para disfrute de todos: la animada playa del Pisuerga en Valladolid, la del río Arlanzón en Burgos y la del río Tormes a su paso por el Puente Congosto, en Salamanca.

Casi todos estos lugares permiten realizar actividades acuáticas de tipo activo, como piraguas y barcas. En otros casos, hay canchas deportivas o juegos para complementar el solarium y el baño.

El uso y disfrute de las playas fluviales, además de generar una oferta de ocio dentro del turismo de naturaleza, ayuda a la sostenibilidad de los enclaves y recupera una experiencia que todos deberían probar alguna vez en la vida.

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