Dos castillos, artesonados mudéjares, iglesias románicas, buen vino y armonía en sus calles. Curiel de Duero es tu próximo destino…
Daniel González // Provincia de Valladolid
Curiel de Duero no es de los pueblos más conocidos de Valladolid. O al menos no tanto como su vecino Peñafiel, del que solo le separan 6 kilómetros y las aguas del Duero. A este pueblo no le sonrió la suerte, ni la atravesó la carretera nacional como a Peñafiel. Pero eso ya no importa tanto, es fácil desviarse del camino, y en su rinconcito del Valle de Duero, entre viñedos y bodegas, Curiel te espera con un patrimonio cultural considerable.
El castillo más antiguo de la provincia
Las comparaciones siempre son odiosas. Decir que Peñafiel es más bonita que Curiel de Duero es como comparar dos bellos amaneceres. Cada uno tiene lo suyo, su propia luz. Eso no ha impedido que surgiera siempre una sana rivalidad entre estas dos localidades.
Existe un dicho popular que reza “Buen castillo tendría Peñafiel, si no tuviera a la vista el de Curiel”. Y es que, si el castillo de Peñafiel es un galeón navegando por la meseta castellana, el castillo de Curiel es una barca pesquera, más pequeña, sí, pero también algo más antigua que el galeón.
Se trata del castillo de Doña Berenguela del siglo X, situado en lo alto de un promontorio, y el de más antigüedad de la provincia de Valladolid. Reconstruido en el pasado siglo, conserva parte de la torre del homenaje original, así como las paredes que rodean la fortaleza. En la actualidad el castillo hace la función de Hotel-Posada Real, uno de los más lujosos de la Ribera del Duero.
Como curiosidad en este castillo se dice que tuvo lugar el cautiverio más largo de la historia de España conocido. El preso fue Diego de Castilla y Sandoval, encarcelado por más de medio siglo en la fortaleza por su tío paterno y rey Enrique II de Castilla (conoce más sobre esta historia).
El otro castillo: vendido por piezas en el siglo XX
Curiel, con sus cerca de 120 habitantes, no solo tiene uno, sino dos fortalezas. Una gesta con matices. Pues al contrario que el anterior, el castillo de los Zúñiga ejerció más como un palacio y no está elevado sobre ningún promontorio. Pero no fue un palacio cualquiera, pues fue uno de los mejores en su tipología en la Castilla de los siglos XIV y XV.
Sin embargo, en la actualidad para ver lo que fue este palacio debes salir de Curiel. Tienes que ir al Museo Arqueológico de Madrid y al Alcázar de Segovia, donde reposan parte de sus artesonados; deberás ir a Torrelodones, donde en el palacio del Canto del Pico están las columnas de su patio; e incluso tendrás que cruzar el charco hasta California, donde también encontrarás parte de sus lujosos artesonados. Mientras, en Curiel solo quedan parte de su fachada de piedra.
El artesonado mudéjar que sí retuvo el pueblo
El expolio no es nada nuevo para los pueblos de España. Riquezas perdidas que difícilmente se recuperarán. Curiel de Duero lo sufrió sobremanera. Pero hubo una gran obra de arte que sí sobrevivió, una colorida techumbre mudéjar llena de detalles que cubre las tres naves de la iglesia de Santa María, en el centro del pueblo.
Se trata de un espectacular artesonado de par y nudillo recientemente restaurado , con numerosas policromías y figuras antropomorfas talladas en madera muy llamativas. Todo ello rematado en la capilla mayor por un retablo renacentista de bella factura.
Un pueblo que merece un desvío
Hasta aquí su patrimonio más destacado. Pero el resto del pueblo también cuenta con atractivo por sí solo. Las calles y plazas del pueblo aún conservan la armonía en su arquitectura, con pavimentos empedrados y casas que han sido restauradas manteniendo el aspecto tradicional.
También te encontrarás con algún hito de su historia. Un rollo jurisdiccional, una puerta de su antigua muralla o la iglesia de San Martín, en origen románica y convertida en bodega, son los mejores ejemplos. En definitiva, Curiel merece el desvío.
