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Dos castillos de Burgos entran en la Lista Roja por su pésimo estado de conservación


Las construcciones medievales se encuentran en un pésimo estado de conservación

En Burgos este mes de agosto tenemos dos noticias, una de cal y otra de arena, sobre su ingente patrimonio. Si esta semana se ha conocido la salvación de la iglesia del pequeño pueblo burgalés de Fuenteodra, después del éxito de la campaña de crowdfunding lanzada por sus vecinos, ahora, la provincia vuelve a sumar otros dos monumentos en peligro. Se trata del castillo de Coruña del Conde y el de Rojas en la comarca de la Bureba. Con ellos, son ya 60 los elementos patrimoniales de Burgos en peligro incluidos en el citado listado.

Su pésimo estado de conservación les ha llevado a ser incluidos en la Lista Roja del Patrimonio que elabora la asociación Hispania Nostra y que recoge más de 1.100 monumentos españoles que se encuentran sometidos a riesgo de desaparición, destrucción o alteración esencial de sus valores.

Ruinas del castillo de Coruña del Conde

El castillo de Coruña del Conde, a la sombra de la ciudad romana de Clunia

Se halla completamente en ruinas y el avance destructor es imparable debido, en parte, al aprovechamiento de la piedra para construcciones campesinas. Esta fortaleza se fundó en las proximidades de la antigua ciudad de Clunia, que guardaba la entrada a Castilla por estar situada en un promontorio desde el cual se controlaba el corredor del río Arandilla y su antigua calzada desde el sur y junto a dos puentes romanos. Tiene su origen en el siglo X con la repoblación del Valle del Duero.

Fue tomado por el caudillo musulmán Almanzor, que realizó en él diversas obras, como una nueva torre principal a la que se encontraba adosado un lienzo de muralla con un arco califal, visible en grabados antiguos pero desaparecido en la actualidad. Almanzor dotó de una guarnición permanente a la fortaleza y la eligió como punto de partida para algunas de sus correrías contra los reinos cristianos.

Castillo de Coruña del Conde junto al barrio de bodegas del pueblo

Tras la definitiva conquista cristiana sufre nuevas reformas que le confieren su aspecto final, hasta que el avance de la Reconquista hacia el sur provoca que su función defensiva termine siendo superflua. Con los años se abandona y avanza su estado de ruina, ya que, al igual que la vecina Clunia, se convierte en cantera de piedra labrada.

Consta de un cuerpo alargado que ocupa la mitad norte del cerro. El cuerpo principal ocupa la cima con unas dimensiones cercanas a los 22 metros de ancho por más del doble de largo. Los extremos menores, están reforzados con torres. Los del sur son dos fortísimos cubos huecos defendidos por saeteras muy rasgadas y alguna tronera. Junto al cubo del norte se halló la entrada del castillo. En el lienzo de este lado se notan diferentes adaptaciones.

Interior de uno de los cubos que se conservan del castillo

Las torres del norte son posiblemente las más antiguas, entre otras cosas porque solo en sus lienzos y en los paramentos adyacentes se aprovecharon los sillares procedentes de Clunia. Pudieron ser el centro del primitivo castillo. Parece claro que ambas fueron levantadas en fechas distintas, pues además de diferentes en técnica y tamaño resultan claramente asimétricas. Se mantiene en pie únicamente la mitad de cada una de ellas. La mayor, conserva algunas almenas en la vertical de los lienzos. Ambas torres tuvieron cubierta de terraza, como puede comprobarse desde el interior. En las dos predomina el sillarejo.

Frontón que se ha instalado en uno de los muros del castillo

En el resto del castillo la calidad de los materiales es muy variada. Los muros tienen en su interior relleno de cal, canto y tierra. En algunos puntos pueden verse grandes bloques con inscripciones romanas. A mediados del s. XVII debieron de hacerse algunos reparos, pues los maestros de carpintería Martín de Yllana y Francisco de la Llana “tasaron el menos cabo que tenía el castillo”. A finales del mismo siglo el delegado del conde “se paseó por la casa y castillo abrió y cerró las puertas y echó de ellos a las personas que dentro estaban y hizo otros actos de posesión”, lo que posiblemente presupone una buena conservación.

Castillo de Rojas (La Bureba)

El castillo de Rojas  en la comarca de la Bureba

Esta fortaleza está declarado BIC y se encuentra muy cerca de Briviesca. Las ruinas que se conservan aparentemente se encuentran en buen estado, ya que llevan así décadas y no se aprecian desprendimientos o desgaste reciente. El problema radica en la inestabilidad de los restos, que no tienen una consistencia estructural y están sometidos a las inclemencias del tiempo en lo alto de un cerro. Esto, sumado a la nula sustentación por sí mismos (carecen de puntales o subestructuras que los sostengan) puede ocasionar a medio o largo plazo que los lienzos del palacio y de la torre que aún se mantienen en pie puedan desplomarse completamente y, por tanto, desaparecer.

Ruinas del castillo de Rojas

Rojas es un municipio de pocos habitantes, que conserva las ruinas de lo que fue un importante castillo. En las faldas del monte donde se encuentra la fortaleza se hallan también las ruinas del convento de dominicos, que apenas se distingue hoy día.

La villa siempre fue considerada, durante la Plena Edad Media, como propiedad de los Rojas. Esta linajuda familia alcanzó su plenitud política con Francisco de Sandoval y Rojas, primer duque de Lerma, y con su hijo, el duque de Uceda, validos ambos de Felipe III. Su escudo de armas, las cinco estrellas rojas de ocho puntas, lo podemos encontrar en numerosos pueblos de La Bureba.

Ruinas del castillo de Rojas
Ruinas del castillo de Rojas

La villa de Rojas fue inicialmente otorgada a Burgos por Fernando el Católico, pero a comienzos del siglo XVI, fue reclamada por los condestables de Castilla, por entender que se hallaba bajo la jurisdicción de Briviesca. A partir de 1509 la villa entró en la órbita de los Velasco, quienes se opondrían, a comienzos del siglo XVII, al intento de compra por el Duque de Lerma, que, a su vez, reclamaba sus derechos y los de su familia en dicho territorio.

Se cree que antes de este edificio hubo otro, construido en el siglo X y reconstruido hacia 1300 por Sancho de Rojas. La torre del norte se levantó con sillarejo, pero en el resto del edificio predomina la mampostería. El primitivo castillo se ubicaba al norte y estaría unido, en parte, a otro gran edificio rodeado por una cerca, situado al sur del cerro. Los restos permiten pensar que la torre del homenaje fue cuadrada. Encontramos también algunas ruinas de lo que parece que fue la capilla y la zona residencial, con dos ventanales destacados, uno lobulado y con molduras, y el otro, cuadrangular. Aún se distinguen perfectamente los pisos y la altura de cada uno.

Hay restos de canecillos, que pudieron pertenecer a la defensa o a la protección de la torre, los cuales nos indican que el castillo tuvo más o menos la misma altura que indican los restos conservados.

Lo primero que se encuentra son dos grandes tramos de lo que parece una cerca, uno formando un ángulo recto de 4 x 5 m; y el otro en una línea de 9,50 m. de largo. Detrás de este, hacia el sur, hay otro muro de 6 m. que forma parte de los restos de la torre del Homenaje. De esta quedan además, otros dos de sus lados, uno de ellos conserva en el extremo superior izquierdo correspondiente al tercer piso, la mitad de un ajimez con su hilada. Se puede ver la forma abovedada que tendría el primer piso de la torre y también se distinguen tres aspilleras en el piso medio.

Castillo de Rojas a vista aérea

El otro lado, que mide unos 6 m. amenaza partirse por la mitad. En dirección al norte, detrás de la cerca más pequeña, queda parte de otra torre, en forma ligeramente pentagonal, con lados que oscilan entre 4 y 8 m. En este edificio todavía se conserva una ventana rectangular dividida en dos, con molduras y otra con forma lobular. Los muros de estas edificaciones miden casi 2 m., de piedra mezclada con tierra y están revestidos unos de sillares y sillarejo y otros de mampostería. Muchos de estos sillares han sido sustraídos por los vecinos. De hecho, en algunas casas del pueblo pueden observarse escudos, sillares y ventanales que pudieran ser del castillo.

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