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Testigo de una España en blanco y negro en el camino de Pesqueruela

Aún pueden contemplarse las ruinas de la antigua escuela del camino de Pesqueruela, en Simancas, donde en los años 50 y 60 estudiaban los hijos de los operarios de unas fincas que se extendían desde el centro hípico El Caserío hasta la desembocadura del Pisuerga

Todas las mañanas, un microbús pasaba a recoger a los niños y niñas camino del colegio. Una vez allí, compartían aula y enseñanzas los pequeños de diferentes edades. No eran conscientes de ello, pero su vida transcurría, tranquila y alegre, en una de las áreas de verdor más frondoso de la provincia de Valladolid: en el tramo final del río Pisuerga, en el camino de Pesqueruela.

Estos pequeños eran los hijos de aquellos operarios que cultivaban patata y remolacha en el área extendida entre el actual centro hípico El Caserío y la confluencia de Duero y Pisuerga. También acudían los hijos de empleados de la Electra Popular Vallisoletana, antecedente remoto de Iberduero, después Iberdrola. También, en verano, algunos de los hijos del propio José Pardo, titular de una finca de 90 hectáreas que incluía varias granjas avícolas allí donde hoy se levanta la urbanización Entrepinos.

José Pardo, promotor de la escuela, descansa ante los restos del centro.

Eran tiempos en que el mapa local incluía menciones como Peñarrubia o la Calleja. Tiempos en que trabajaba con José una decena de familias, cuando resultaba quimérico atender la educación de sus hijos dentro del sistema oficial. Era Pesqueruela, era Simancas, y era la España en blanco y negro de los años 50. Por eso este empresario, que a la postre sería determinante en la configuración de Simancas y de la propia Valladolid, hizo todas las gestiones para contar con escuela propia. Entre otras cosas, debió dirigirse a la delegación de Magisterio en Valladolid para solicitar que se le concediera una maestra.

Aquellos chicos y chicas de diferentes edades disfrutaron de unos años muy especiales, en los que se respiraba un ambiente familiar. Como María Pardo, hija de José, que conserva un recuerdo “familiar, entrañable” de los veranos que pasó en aquella escuela y de aquellos compañeros de pupitre.

Lo mismo recuerda Fabián Fadrique, que junto a su hermano Antonio fue uno de los alumnos. Eran hijos de Herminio Fadrique, empleado de la Electra Popular Vallisoletana y responsable de las instalaciones de la compañía que aún se pueden visitar junto al centro educativo.

Estado que presenta el interior del edificio en la actualidad.

Le vienen a la memoria escenas de la relación entablada por pequeños de diferentes procedencias, lo mismo que ese vaso de leche caliente que todos los días, en el recreo, les daba doña Teresa, la mujer del capataz Benjamín de Juan.

El centro se puso en marcha en 1956 y permaneció activo una década, hasta que llegó la transformación de la agricultura, con el color azul de los primeros tractores Ebro. Era ya otra economía, que abría las puertas a un país nuevo.

Llegó la segunda mitad de los años 60 y se desarrolló el Plan Parcial de Entrepinos. Fue el propio José quien se encargó de urbanizar el terreno y de promover las primeras construcciones. Eran tiempos de Miguel Ángel Carbajo como alcalde.
Se iniciaba la transformación del municipio y también una nueva etapa dentro de la trayectoria de este empresario. Una franja de terreno debía quedar sin edificar entre las viviendas y el río, y fue allí donde nuestro protagonista vio la oportunidad de instalar el primer campo de golf de la provincia.

Más adelante pondría en marcha otros seis campos, en provincias como Ávila, Burgos o Soria. José Pardo fue durante años presidente de la Federación de Golf y también de la Fundación de Golf Castilla y León.

A sus 90 años, José disfruta de una memoria envidiable y conversar con él aporta tanta información como la visita a un libro de Historia. Uno de sus anhelos es que pase la crisis sanitaria y volver a pisar el verde de los campos de golf.

Conserva el orgullo de haber impulsado este deporte tranquilo que permite la práctica en familia, en plena naturaleza. “Es un deporte que une a las personas y que genera riqueza para todos”, recalca.


Reportaje gráfico: Pablo de León
Texto: Ricardo Ortega

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