Cuando hablamos de iglesias de pequeños pueblos de Castilla y León, nunca te dejes llevar por las primeras impresiones y no dudes en descubrir lo que guardan en su interior
Fotografías de José Daniel Navarro (@correuret)
En una vasta y desarbolada llanura de sembrados surcada por kilómetros de carreteras secundarias, despunta una esbelta torre de ladrillo que nos indica que estamos llegando a Rodilana, un barrio del municipio vallisoletano de Medina del Campo. Dentro de su iglesia, dedicada a San Juan Bautista, se encuentra escondida una de las bóvedas de yesería más espectaculares que se conservan en la provincia de Valladolid.
El templo, por fuera, del color rojizo del ladrillo, mana modestia. Una sensación que contrasta radicalmente en su interior, con una extraordinaria capilla mayor cubierta por una cúpula ovalada sobre trompas y recubierta con una riquísima decoración de yeso, en parte policromado y dorado.
Una magnífica obra del siglo XVI que se atribuye a los hermanos Corral: Jerónimo, Juan y Ruy, naturales de Villalpando (Zamora). Unos virtuosos del yeso que trabajaron principalmente en Tierra de Campos entre 1520 y 1570. Su maniobrabilidad con este material y su desbordante imaginación fueron las claves de un éxito que ha trascendido hasta nuestros días en la iglesia de Rodilana, además de otra treintena de edificios, como la cercana villa de la Casa Blanca de Medina del Campo.
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Bóveda en detalle de Rodilana -
Bóveda de Rodilana en detalle
A pesar de la abarrotada decoración escultórica donde el horror vacui lo hace llenar todo, la cúpula de Rodilana mantiene un perfecto equilibrio y estructura en su ornamento. Dividido en tres alturas, cada uno cuenta una historia. Abajo, los Evangelistas, Padres de la Iglesia, ángeles y una Dolorosa (hoy oculta tras el soberbio retablo barroco) encajados en hornacinas. En el nivel medio, se representan diversas escenas de la vida de Cristo, mientras en el superior se alternan bustos de la Vida y la Muerte en altorrelieve.
