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Patrimonio industrial y naturaleza se dan la mano en Béjar

El acceso al agua y a la lana facilitaron la instalación de la industria textil en la localidad. Hoy una ruta de senderismo combina esta realidad con una naturaleza exuberante

Roberto Bernal
Roberto Bernal. lamiradadelviajero.es

Situada al sur de la provincia de Salamanca, muy cerca ya de Extremadura y en plena Ruta de la Plata, se encuentra Béjar, uno de los lugares más recomendables para visitar de este territorio, pues reúne numerosos y variados atractivos: naturaleza, historia, cultura, deportes de montaña, etc.

Su situación geográfica la convierte en un enclave entre las tierras llanas del campo charro salmantino y las dehesas extremeñas, siendo el gran macizo montañoso que la preside núcleo vital de esta zona. La sierra de Béjar llega a alcanzar los 2.425 metros de altitud en su cumbre más elevada, La Ceja.

Su orientación noroeste propicia lluvias abundantes, lo que ha configurado a lo largo del tiempo un paisaje exuberante donde las laderas se colman con la frondosidad de bosques de castaños y robles en mayor medida. Además las cumbres con la nieve y de paisaje alpino similar al de la cercana Sierra de Gredos, han contribuido también a que la zona sea Reserva de la Biosfera.

La localidad de Béjar, a 959 metros de altitud, preside el valle del río Cuerpo de Hombre en las laderas septentrionales de la sierra, formando parte del Sistema Central junto con las vecinas sierras de Francia y Gredos.

Si bien Béjar ha estado siempre ligado en distintas épocas históricas a la industria textil hoy lo viene siendo a su estación de esquí (La Covatilla) que es reclamo ya no solo para salmantinos sino para los vecinos portugueses y extremeños, que se acercan muchos fines de semana en la temporada de nieve.

La constitución en el siglo XV del señorío ducal de Béjar, uno de los más importantes de España, marcó el devenir de esta ciudad. Especialmente por el empeño de los duques de Béjar en el impulso del comercio de la lana y más tarde, de la industria textil, que tendría esta localidad uno de los principales focos peninsulares.

Su ubicación sobre un promontorio alargado que los árabes ya fortificaron, obligó a un trazado urbano apretado e irregular. Podemos disfrutar de su casco antiguo y patrimonio: gran parte de su muralla, la iglesia de Santiago y Santa María la Mayor, el Museo Judío, que recuerda la importante judería que hubo en Béjar, el museo del escultor Mateo Hernández, el museo textil, la plaza mayor y el edificio más representativo, el palacio Ducal, reconvertido hoy en centro de enseñanza. O también es atractivo caminar por la hoy vía verde, que recorre gran parte de la antigua vía del tren de la ruta de la plata.

Destacar también dos lugares singulares y que se encuentran a las afueras: la plaza de toros más antigua de España, ‘la Ancianita’, de 1711, en el hermoso y enigmático paraje y santuario del Castañar, donde además podremos disfrutar en el mismo coso, de un festival internacional de blues que se celebra todos los años durante varios días en el mes de julio. Y el Jardín Histórico, “el Bosque”, considerado bien de interés cultural, que fue una villa de recreo de los duques de Béjar, del siglo XVI, de características renacentistas, en el que la combinación de su palacete, estanque, fuentes y árboles centenarios hacen de este lugar un sitio único y muy recomendable.

Pero lo que destaca y es la esencia de Béjar, es su histórica industria textil. Ciudad textil por excelencia, fue uno de los casos más importantes de especialización industrial de Castilla, singular y raro, pues es un caso aislado en estas latitudes, si las comparamos con las grandes zonas de producción de Cataluña y Valencia.

El origen de la industrialización textil de esta ciudad es remoto, seguramente ya en el siglo XIII. Las buenas condiciones del agua del río Cuerpo de Hombre y la cercanía de la materia prima de la lana y de la trashumancia, propició su nacimiento. En el siglo XV los Reyes Católicos hacen la Pragmática de los Paños, para organizar la manufactura de las telas.

A finales del siglo XVII los Duques de Béjar, que siempre estuvieron intereses en esta industria, trajeron a la Villa varias familias de artesanos flamencos del textil, para intentar modernizar esta floreciente industria. En el siglo XIX, tras el final de la influencia de los duques y la aparición de cierta burguesía, fueron desarrollándose las diferentes familias de laneros y fabricantes que algunas perduran en la actualidad.

La industria textil de Béjar fue pasando por distintos avatares con épocas de apogeo y de decadencia, y muy relacionadas en ocasiones con los momentos políticos y bélicos, como su producción de telas para uniformes del ejército.

En la actualidad sobreviven unas pocas fábricas y algunas otras relacionadas con el sector; siendo también el 2020 un año en el que han surgido nuevas iniciativas y producciones, en este caso relacionadas con la fabricación de mascarillas a raíz de las necesidades provocadas por la pandemia del coronavirus. Además en Béjar está la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Industrial del textil de la Universidad de Salamanca.

La ruta de las fábricas textiles, junto al río, es más que recomendable y esencial para comprender qué es Béjar, dando idea de la dimensión y trascendencia de la historia y, por qué no, también del posible camino y avance futuro aún por transitar, de esta bella e interesantísima localidad, que reúne todos los componentes necesarios para maravillar y sorprender a la mirada del viajero.

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