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Perazancas de Ojeda: cuando el buen románico se guarda en frasco pequeño

«El buen perfume se vende en frasco pequeño», y la ermita de San Pelayo de Perazancas de Ojeda te lo demostrará

Daniel González

En la comarca palentina de Ojeda se presenta aislado un pequeño templo dedicado a San Pelayo cuyo aroma románico embriaga como una buena fragancia. Su frasco es pequeño, resultón cuanto menos, pero dibuja formas que nos trasladan a un románico antiguo, casi insólito en tierras castellanas. Y su perfume, lo que guarda en su interior, tampoco se queda corto en notoriedad artística.

Situada junto a la carretera que une Herrera con Cervera de Pisuerga, a un kilómetros al sur de la localidad de Perazancas de Ojeda, esta ermita puede pasar desapercibida en un vistazo rápido. Pero quien es conocedor del potencial románico de la provincia de Palencia, y más concretamente de esta comarca, sabe que debe pararse. Porque la trascendencia de esta ermita se proyecta en los detalles.

Portada de acceso a la ermita de San Pelayo. Foto: Wikipedia Commons

Reminiscencias mozárabes y el primer románico

En sus dimensiones reducidas, la ermita de San Pelayo nos cuenta muchas historias dignas de mención. Si las ordenamos según antigüedad, lo primero que debemos mencionar es su puerta de acceso enmarcada en un arco de medio apoyado en una pareja de columnas cuyos capiteles, de estética arcaica, apuntan a formas mozárabes. Esto hace probable, según varios autores, que la ermita actual fuese construida sobre los restos de una edificación anterior de origen prerrománico.


El verdadero valor de la ermita de San Pelayo se proyecta en sus detalles arquitectónicos

Antes de cruzar sus puertas, es recomendable que sigas girando alrededor de la ermita para detenerte en su cabecera. Erigida toda ella con sillares, contrasta con el resto de la nave rectangular, más moderna y construida en mampostería.

Detalle de la cornisa absidial de la ermita de San Pelayo. Foto: Wikipedia Commons

Es la ornamentación en la piedra de esta cabecera lo que nos muestra algo inusual. La cornisa absidal presenta una articulación a base de arquillos ciegos lombardos que nos llevan a ese primer románico que se extendió por tierras catalanas y aragonesas, pero que raramente se ve en Castilla y León. Tan raro, que solo dos edificios cuentan con esta decoración en la región: esta ermita y la iglesia de Nuestra Señora de la Anunciada en Urueña.

Ya menos insólito, pero indicador de la presencia del románico puro, es el resto de la decoración de la cornisa, donde destaca el ajedrezado jaqués.

Foto: Palencia turismo

Un pedacito de cielo

El hecho de que cuente con esta decoración tan peculiar nos revela que nos encontramos ante una de las manifestaciones románicas más antiguas en tierras palentinas. Todo ello certificado por una inscripción empotrada en el interior del muro norte que remonta el levantamiento del templo al 1114 (año 1076), en tiempo del reinado de Alfonso VI.

El edificio funcionó luego como monasterio consagrado a San Pelayo y como filial del cercano (y también magnífico) cenobio femenino de San Andrés de Arroyo. Como único testigo de su excepcional pasado, ha subsistido casi incólume el ábside del templo, como un pedacito de cielo románico comprimido en un cubo de hielo durante siglos.

La otra gran sorpresa

Hasta el momento solo hemos conocido su caparazón, pero es que el interior tampoco se queda corto. Fue en la segunda década del siglo XX cuando se descubrió tras un encalado un excepcional ciclo pictórico, de los más importantes y único puramente románico de la provincia de Palencia. Tapado en el año 1718 tras una capa de cal, se dañó una buena parte del conjunto, pero es mucho lo que todavía se puede contemplar.

En 1958 fueron estudiadas y restauradas por Josep Gudiol, quien puso en valor dichas pinturas y concluyó que se trataban de unas pinturas elaboradas con una cronología discutida entre la primera mitad del siglo XII o ya a bien entrado el siglo XIII. También se ha demostrado la existencia de una decoración todavía más antigua sobrescrita por las actuales pinturas y posiblemente de acuerdo con los años en los que se levantó el templo.

Ermita de Santa Cecilia
Ermita de Santa Cecilia de Vallespinoso de Aguilar

Un viaje por el románico más emblemático

La ermita de San Pelayo es solo una excusa para descubrir una comarca y provincia con monumentos de primer orden. Ya hemos mencionado al monasterio de San Andrés de Arroyo, cuyo claustro es una obra cumbre de este estilo y situados a unos 10 kilómetros al sur de San Pelayo.

Portada de la iglesia de San Juan Bautista de Moarves de Ojeda

También cerca nos encontramos con la ermita de Santa Cecilia de Vallespinoso de Aguilar, otra pequeña píldora románica que no deja indiferente, o la iglesia de San Juan Bautista de Moarves de Ojeda y su extraordinaria portada.

Asimismo, en la propia localidad de Perazancas de Ojeda se encuentra una interesante iglesia bajo la advocación de Nuestra Señora de la Asunción que conservar su ábside semicircular y una interesante portada escultórica.

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