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¿Qué pequeño pueblo berciano tiene tres iglesias románicas y un castillo?

 

Emplazado en pleno corazón del Bierzo, Corullón embriaga hasta al más exigente de los turistas

Corullón te conquistará por todos sentidos. La vista y el tacto se deleitarán con un increíble patrimonio cultural rico en texturas, contrastes y en románico. Un oído atento puede que escuche de los vecinos el hablar melodioso del gallego, debido a la cercanía con Galicia. Mientras que olfato y gusto disfrutarán de los aromas y sabores del campo, con la miel, castañas, cerezas y vinos nacidos de una tierra pincelada con una paleta de colores que cambia con las estaciones.

Y es que, ya seas de los que aman la naturaleza, la arquitectura tradicional, el arte a lo grande, el patrimonio industrial o la gastronomía, Corullón es tu destino. Pero vamos por partes…

Inundado por el románico más puro

Si eres de los que se informan de un lugar antes de llegar a él, de este pueblo berciano asentado sobre una ladera, te llamará la atención la cantidad de iglesias románicas que atesora en su caserío. Tres, ni más ni menos. Y hasta un castillo medieval. Esto se explica buceando en su historia, y en especial en la Edad Media, cuando el núcleo adquirió gran importancia dentro de la comarca.

Corullón surgió en torno a varios monasterios fundados a lo largo del siglo X, desarrollándose poco a poco un núcleo poblacional, y aflorando templos inundados por un románico recién llegado a la Península por la corriente del Camino de Santiago. Los escasos cinco kilómetros que la separan de la importantísima población jacobea de Villafranca, provocaron que la localidad bebiese con abundancia de este estilo artístico, convirtiendo a dos de sus iglesias es uno de los mejores exponentes del románico leonés puro.

Arquerías ciegas de la iglesia de San Miguel

Estos dos templos son los de San Miguel y San Esteban, ambos declarados Monumento Nacional. Construidos con materiales distintos, desde la pizarra, a la piedra caliza, granito y tobas, cada uno tiene su particularidad.

De la iglesia de San Miguel sorprende su fachada sur, inspirada en el brazo sur del crucero de la Colegiata de San Isidoro de León. Presenta una visión llena de arcos y columnas compuesta por capiteles profusamente decorados y una portada con el característico taquiado jaqués. El campanario fue adosado en época más tardía y su buen estado de conservación se debe a la restauración llevada a cabo en los años finales de los años 70 del pasado siglo.

Iglesia de San Esteban. Foto: Turismo de Corullón

Por otro lado, tenemos a la iglesia de San Esteban, una joya del románico rural. Erigida en el siglo XI, se trata de uno de los mejores ejemplos del románico leonés, en especial por su magnífica portada occidental relacionada con los maestros que intervinieron en las portadas de Azabachería y Platerías de la catedral de Santiago de Compostela. Y si eres atento y te fijas en sus curiosos canecillos figurados, verás representados temas algo obscenos.

Portada de la iglesia de San Esteban. Foto: Turismo de Corullón

La otra iglesia románica es la de San Pedro. Esta, al contrario que las dos anteriores no se ha conservado tan bien y apenas queda nada de su aspecto primitivo.

Y más allá del románico…

El patrimonio religioso no es la única reminiscencia de su rica historia, pues hay un castillo que también tiene mucho que decir al respecto. Alzado en el siglo XIV en lo más alto del pueblo, su figura pétrea domina Corullón y goza de una amplia panorámica del Bierzo Bajo. La fortaleza-palacio perteneció a los marqueses de Villafranca y con anterioridad a los Álvarez de Osorio y a la familia Rodríguez de Valcarce, quienes lo levantaron sobre un castro romano y una torre medieval que sirvió de cimiento para la actual torre del homenaje.

Pasados los siglos, el pueblo mantuvo todo este gran legado patrimonial, mientras su importancia y población fue menguando, especialmente a partir de mediados del siglo XX. Un declive con una única excepción: el descubrimiento del wolframio en la Peña del Seo en 1940, y que supuso toda una revolución para el pueblo. Este mineral era utilizado para endurecer el acero de los blindados durante la II Guerra Mundial y alcanzó precios desorbitados durante la Segunda Guerra Mundial.

Aunque estas minas se cerraron en el 1958, sí que dejaron su impronta en forma de un pequeño poblado minero del que ha quedado como testimonio varias infraestructuras, o más bien sus esqueletos, en torno a la extracción de este metal y la vida de sus trabajadores.

Infraestructuras de las minas de wolframio

Parada obligada en una escapada por El Bierzo

Con todo este festival patrimonial, queda claro que Corullón se merece un puesto significativo en un mapa turístico en el que todavía no tiene una fuerte presencia. Así que, si te dejas caer por tierras bercianas, no te olvides de este pequeño pueblo de tejados de pizarra.

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