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Una joya plateresca

El retablo de San Andrés, que se encuentra en la iglesia de Valdescapa de Cea, es uno de los pocos de estilo renacentista de la provincia de León. Recién recuperado, muestra en la parte superior escenas de la vida de la Virgen. La parte central representa el martirio del santo

A finales del siglo XIII se instaura en toda Europa una nueva manifestación artística de indudable valor, que a lo largo de los siglos ira adquiriendo mayor importancia en las iglesias -sobre todo católicas-, y que tendrá su máxima expresión tras el Concilio de Trento en los retablos barrocos.

Su nombre derivado del latín (retro tabula; es decir ‘tras la mesa’, o ‘mesa’ entendida como altar) indica bien a las claras su lugar de ubicación, así como la categoría: el retablo. Si hablamos de retablo mayor es porque está situado tras el altar mayor, ya que en un mismo recinto puede haber distintos retablos en altares menores y capillas. Estas construcciones, de marcado carácter arquitectónico, muchas veces son posteriores a la construcción de la iglesia, y dado que el arte evoluciona nos encontramos con auténticas sorpresas.

Tal es el caso del retablo de San Andrés en Valdescapa, no solo por su belleza sino porque es uno de los pocos renacentistas de León, y que afortunadamente ha sido restaurado hace pocos meses. El retablo de San Andrés es de estilo plateresco, y a pesar de ser atribuido a Francisco de Villamuño como pintor y dorador por la documentación hallada, la datación de 1625 no parece del todo correcta.

Al parecer, por esa misma documentación, hubo un largo proceso hasta cobrar los pagos pendientes por su viuda e hijos, de manera que podemos deducir que la obra sería anterior. Las características y el estilo en pintura y escultura permiten incluirlo sin ninguna duda en la corriente del Renacimiento plateresco.

Iglesia Valdescapa

El plateresco es un conjunto de características decorativas en un armazón arquitectónico determinado, ya sea gótico ya sea renacentista, y recibe este nombre por su similitud con el trabajo de los plateros. Conviene recordar que la plata era uno de los metales preciosos que llegaba de las Américas, y que el oficio de platero tenía buena consideración entre los gremios de la época. Propio de la Península, que tardíamente se incorpora a las nuevas tendencias italianizantes, reúne entre sus características la utilización de elementos tales como los querubines, grutescos, columnas jónicas, guirnaldas, y otros elementos propios del Renacimiento italiano.

Pero vayamos a lo que nos ocupa, que es el retablo de La Asunción y San Andrés. Como decía, se puede datar a finales del siglo XVI, y en él aparecen tablas pintadas y esculturas de relieve.

Dividido en tres cuerpos y cinco calles separadas por columnas jónicas, tiene también predela o banco y ático donde la escultura de un cristo crucificado rodeado de querubines llama la atención, así como el remate en el que se representa la figura de Dios Padre bendiciendo.

En la calle central y en varias hornacinas aparece en el segundo cuerpo la figura de san Andrés con el instrumento de su martirio, la cruz en aspa. En el tercero, una bonita talla de la Asunción de la Virgen rodeada de ángeles. El casetón inferior está vacío. Se supone que ahí albergaba un importante sagrario del que solo queda la trasera, donde se representa la pintura de un eccehomo y la puerta con un relieve de Cristo resucitado. Ambas piezas hoy día se conservan en el Museo Diocesano de León.

Los distintos casetones muestran de forma narrativa en la parte superior escenas de la vida de la Virgen, de izquierda a derecha la Anunciación, el Nacimiento de Jesús, la Adoración de los Magos y Jesús presentado en el Templo.

En los casetones centrales, martirio y muerte de san Andrés. De izquierda a derecha también Andrés ante su jueces, flagelación y crucifixión de Andrés con la cruz en aspa. Se cuenta que al no ser clavado, sino atado, Andrés predicó hasta el último momento; y entierro del apóstol, hermano de san Pedro.

Los últimos casetones y la predela representan distintas escenas evangélicas. Las pinturas son sobre tabla y vuelven a lucir tras un meticuloso proceso de restauración. En esta tarea que se duró seis meses, llevada a cabo cinco años atrás por Ana González Obeso gracias a una beca de la Fundación Villalar, se eliminaron elementos ajenos al retablo tales como esculturas de escayola, flores artificiales, clavos y el muro tras el sagrario. En la restauración han colaborado la Diputacion de León y también el Ayuntamiento de Villazanzo. Posteriormente se realizó una profunda limpieza con espátula y aspirador de todo el elemento estructural, así como de la pared que hay detrás del retablo. También se hizo un tratamiento contra la carcoma y la polilla.

En cuanto a las tablas pintadas, tras la eliminación de restos de barnices se sentó y fijó la policromía y los relieves escultóricos. Ángeles, la Virgen, la figura de san Andrés, Dios Padre y Cristo en la cruz fueron limpiados en profundidad. Un excelente trabajo que ha permitido que uno de los escasos retablos platerescos leoneses vuelva a lucir en todo su esplendor. Y que justifica una visita a la localidad de Valdescapa de Cea.

Seguir leyendo en el número 48 de ARGI.

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