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Saborear cada momento en Saldaña

La localidad anima a recorrer sus calles para ir descubriendo la infinidad de historias que albergan palacetes, plazas e iglesias

Ricardo Ortega

El día a día mantiene ajetreados a los vecinos de Saldaña, con una actividad comercial y de ocio que contradice a quienes hablan de un medio rural resignado, de una España Vaciada. El epicentro se encuentra en la Plaza Vieja y sus aledaños, calles y callejuelas dominadas por las construcciones tradicionales, en muchos casos edificios de los siglos XVI al XVIII. Soportales de madera, casas blasonadas, arquitectura de poste y carrera. Elementos que dotan a este casco histórico de su personalidad inconfundible, y que cobran todo su significado cuando vecinos y visitantes toman cada uno de sus rincones.

Cualquier fin de semana es una buena ocasión para disfrutar de la gastronomía local. En ningún mesón dejan de estar presentes la huerta, el lechazo asado, la Alubia de Saldaña o el queso de la provincia. Son la mejor carta de presentación de una localidad que es también capital de comarca, la de Vega-Valdavia, y la fórmula más adecuada para concentrar en poco espacio el espíritu de este territorio rico en valores naturales.

Saldaña conserva su centenario mercado de los martes, que se remonta a 1502, además de buen número de citas a lo largo del año. Como la feria de San José, que se celebra en torno al 19 de marzo y que se dedica a la caza, la pesca y el medio ambiente.

El espíritu mercantil de Saldaña también se pone de manifiesto cada febrero en la Feria de las Candelas, nacida en el siglo XIX como encuentro ganadero y que hoy sigue congregando una amplia oferta de maquinaria agrícola, además de diferentes productos para la agricultura y la ganadería.

La cita que enlaza espíritu comercial y pasión por la historia llega de la mano del Mercado Romano, en el mes de julio. La Plaza Vieja y su entorno son el escenario de este encuentro que es también un viaje en el tiempo hasta la época clásica. Es una ocasión para adquirir todo tipo de productos, pero también para participar en diferentes talleres, desde los dedicados a la elaboración de mosaicos hasta los de alfarería u otros oficios antiguos. Es, en realidad, otro modo de acercarse a la cultura que hizo posible una joya como la Villa Romana La Olmeda, situada apenas a cuatro kilómetros del casco urbano.

Sin duda, la convocatoria que todos los años convierte a Saldaña en epicentro de la gastronomía y la agroalimentación es la Feria de la Alubia, en el mes de octubre. Es una cita para recordar los lazos imborrables de la localidad con los productores de la comarca, en un mercado que es también cita gastronómica y homenaje a la Alubia de Saldaña, que goza de fama en toda España.

Quizá resida en ese espíritu mercantil el carácter abierto de sus gentes, su trato amable con el viajero. Porque cualquier vecino conoce bien la historia de esta localidad bañada por el Carrión y puede interpretar para el visitante la razón de ser del castillo o de la Casa Torcida. O el Asilo-Hospital de Santa Catalina, o el Puente Viejo… o el hecho de que Saldaña se haya convertido en una de las localidades españolas más relacionadas con la cultura romana.

La respuesta está en Javier Cortes, estudioso y filántropo, descubridor y mecenas de la Villa Romana La Olmeda. No es casualidad que Saldaña cuente con el Museo de la Villa Romana, en la antigua iglesia de San Pedro, y con el Centro de Interpretación de Javier Cortes, sin cuya generosidad y entrega hoy no existiría el proyecto cultural en torno al yacimiento. Por eso la localidad le recuerda con una escultura, situada junto al museo.

La historia de la villa romana es una de las más sorprendentes que salen a nuestro encuentro en Saldaña, pero no la única. Porque aquí vivió doña Urraca, hija de Alfonso VI, y aquí tuvo lugar, en 1128, la primera corrida de toros documentada de la historia de España. Fue con motivo de la boda de Alfonso VII de Castilla y Berenguela de Barcelona, y el escenario escogido solo podía ser la Plaza Vieja de la localidad.

Merece también la pena dejar el casco histórico y adentrarse en el paisaje de la comarca, en la exuberancia de una naturaleza que amolda su color a la estación del año en la que nos encontremos, como un camaleón que juega a seducir al visitante con su ropaje variopinto. Que supone un paraíso para el aficionado a la caza y la pesca, y también a la micología: este año se anuncia una primavera con agua y temperaturas suaves, lo que a buen seguro hará las delicias de los amantes de las setas.

Por eso se dice que Saldaña supone un lugar de privilegio para el amante de la naturaleza y de los deportes al aire libre, a un tiro de piedra de la montaña y el páramo; y es que el senderismo tiene aquí mil recorridos posibles, muchos de ellos para disfrutar en familia. Como la ruta de los Molinos, el Mirador de la Vega, el Hundino y la Morterona…

Un paisaje que no deja indiferente a ningún viajero. Una localidad que sorprende por aquello que nos muestra y por aquello que nos relata. Un destino para el viajero que busca cultura y gastronomía, pero también aprovechar al máximo cada uno de los momentos que pase en esta localidad única.

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