spot_img
spot_img

«Una literatura que no provoca no vale la pena»

Escritor, editor, dramaturgo… José González Torices lleva dos años regalando al lector de ‘Más Castilla y León’ la serie Relatos Peregrinos, que extiende una mirada ácida sobre la realidad de la región

Ricardo Ortega

La ironía, la sátira y el gusto amargo de la derrota se emboscan en las páginas de ‘Más Castilla y León’. Lo descubre el lector cuando se topa con los Relatos Peregrinos que desde hace dos años le regala el escritor y editor José González Torices, una de las voces que con más lucidez claman contra el olvido de Castilla y León. Contra la actitud de un pueblo entregado, formado “por ovejas que todo el mundo viene a esquilar; que entrega la leche, la lana y la carne y se queda tan feliz”. “Un rebaño protegido por lobos”, denuncia.

Torices nació en Quintanilla del Olmo (Zamora), estudió y trabajó en Cataluña, disfrutó de una beca de Arte Dramático en Madrid. A los 18 años ya se desempeñaba en una editorial. Cuando aterrizó en Valladolid sus desvelos se orientaron a la defensa de lo castellano. Por eso funda Castilla Ediciones, en 1978, de la mano de José Antonio Rodríguez Lozano.

El objetivo era reivindicar esta tierra desde la perspectiva de las personas, de sus derechos. “Nos interesaba el folclore, la cultura, pero sobre todo la redención del hombre por sí mismo, para que se sienta dueño de aquello que ha heredado. Porque a veces no es dueño absoluto para protegerlo, sino que está influido por fuerzas que no corresponden a la realidad”, lamenta.

El suyo es un relato social. “Cuando nos preguntamos cuántas Castilla y León existen”, señala, “yo digo que dos: una es aquella que crean los que vienen de la ciudad a cazar y otra es la de aquellos que les sueltan la liebre; aquellos que sufren esas formas de expresarse de algunos autores nuestros, muy conocidos”.

El creador literario debe “hacer sentir para hacer pensar, y hacer pensar para hacer sentir”

A los de abajo, a los que espantan las liebres, “les ha faltado escuela, capacidad de expresarse, y no se han convertido en líderes, mientras en otras regiones sí lo han sido”. Por ejemplo, “los poetas andaluces reivindican Andalucía, lo suyo, pero no buscando una isla, sino el bienestar, el progreso de las personas”.

Ilustración de José David Redondo, que publicamos como recuerdo y homenaje a este gran pintor castellano

“Somos lo que vemos, y lo que sentimos y sufrimos”, subraya. A partir de ahí arranca la palabra, dentro de un paisaje y de un hombre. De esa interacción surge que el escritor se exprese para transmitir lo que siente, con el objetivo de provocar.

¿Pero qué significa provocar? “Nuestros clásicos, como santa Teresa, lo que hacen es provocar de forma espiritual, mientras que nosotros debemos hacerlo desde el poder de la herencia recibida, de la historia. Es importante provocar a un pueblo para que reaccione; no podemos estar resignados”.

Políticos a los que falla la escuela

Hay pocas voces que sufran por el paisaje, por el pueblo. Quizá porque no lo conocen. “¿Cómo van a defenderlo?”. Para González Torices esa sensibilidad, esa cultura, se debería transmitir en primer lugar en la escuela. “Sin ella no podemos avanzar”. “Mientras no creemos una escuela en la que se eduque a los chavales en el valor de lo que los rodea, se les enseñe a conocerlo, amarlo, protegerlo y darlo a conocer, estamos perdiendo el tiempo”, advierte.

Pone como ejemplo los yacimientos de Atapuerca, que han desaparecido de los libros de texto, “cuando se trata de un bien cultural que tenemos que defender. A día de hoy, solo sirve para que los políticos se hagan una foto y presuman de todo lo que se invierte allí”, denuncia.

Castilla y León es un rebaño de ovejas que todo el mundo viene a esquilar

Sabe de lo que habla. Han sido décadas de ejercer la docencia. De elaborar libros de texto para diferentes editoriales, tratando de crear conciencia entre los más pequeños. Pero hoy la falta de ese conocimiento, de esa sensibilidad, ha alcanzado las dimensiones de un abismo insondable. Una sima que incluye a muchos políticos que defienden el medio rural sin conocerlo. “Les falla la escuela” y, como consecuencia, “somos un muro de las lamentaciones; nos golpeamos la cabeza contra ese muro o, mejor, contra un castillo derruido”, apunta con una sonrisa amarga.

Pepe Torices con un plano de la Valladolid comunera

Celebrar Villalar todo el año

Pepe Torices, como le llaman sus amigos, aboga por un “regionalismo abierto”. Por dar la voz al pueblo. Pero rechaza los movimientos populistas, “un engaño colectivo que no lleva a ninguna parte”. Eso sí, reconoce que, si en esta tierra se hubiera recurrido al populismo en los cinco siglos transcurridos desde la revuelta comunera, “tal vez estaríamos ante una región diferente”.

“Celebramos Villalar un día al año, pero eso tendría que ser todos los días”, recalca, mientras rechaza el culto a Padilla, Bravo y Maldonado como ‘mártires’ de la revolución. Por el contrario, “hay que levantar un monumento al pueblo del que se aprovecharon para defender un determinado ‘statu quo’. Porque en las revoluciones quien gana es el que organiza a los peones para matar al rey, o a la reina, y ocupar su espacio”.

Hay dos Castilla y León: la de aquellos que vienen de la ciudad a cazar y la de quienes les sueltan la liebre

Por eso reclama “que no nos cambien la historia”. Porque el historiador no puede mentir ni estar repitiendo los mismos datos manipulados durante años. “Que nos cuente los hechos, sin recibir prebendas por parte de los políticos”.

Pero nos desviamos del tema, que era la literatura. Nos interesamos por las razones que han llevado a esta alma inquieta a escribir. A Torices siempre le han definido como un maestro comunicador, etiqueta que no le desagrada. “Cuando explicamos en clase, los profesores tenemos esa vocación de comunicar y emocionar a quienes nos escuchan. Por eso yo soy un comunicador, que utiliza diferentes herramientas: el relato, la novela, el teatro… siempre con la idea de que el creador literario debe ‘hacer sentir para hacer pensar y hacer pensar para hacer sentir’. Es el camino que me marco para todo lo que hago”.

Ilustración de José David Redondo

En ese sentido, defiende que la base de la creación literaria consta de tres elementos: disponer de una buena historia, emplear la palabra adecuada y tener capacidad para emocionar. Es algo que está poco presente en las estanterías de los grandes almacenes, donde encuentra “poca creación literaria y mucho narcisismo”. «Lo que provoca al lector es la interpretación que hacemos de la palabra dentro de una historia atractiva, y eso no lo hacemos”, lamenta.

No todo vale en el ámbito literario. Hay que elevar el listón. “No hay que adaptar el texto al lector, sino atraerlo a la lectura. Lo contrario es vulgarizar la literatura”, recalca.

Y es que para el autor de los Relatos Peregrinos lo hermoso de la creación es la mentira que el escritor comparte con quien abre el libro. “El lector sabe que le mientes, y tú como escritor lo sabes; se establece entre ambos una ironía que es casi sarcasmo”.
Es en el fondo lo que persigue esa sección de la revista: provocar al lector a través de un juego dialéctico. “Porque una literatura que no provoca no vale la pena”.

spot_img

#MÁSCYL RECOMIENDA

ESCAPADAS DESTACADAS

FÀCYL 2024 aspira a convertirse en un festival de vanguardia

El Festival Internacional de las Artes de Castilla y León, FÀCYL 2024, tendrá lugar del 13 al 16 de junio, y pretende ser un...

CASTILLA Y LEÓN AL DÍA

SABOREA CYL

Música y vino se darán la mano en el Día Pruno de Finca Villacreces

Con tres meses de adelanto, Finca Villacreces pone a la venta las entradas para la séptima edición del Día Pruno. El sábado 22 de...