De tonos rojizos y rodeada de montes, Pineda de la Sierra presume de contar con uno de los más hermosos ejemplos de románico serrano de la provincia de Burgos
A la sombra del pico Mencilla, en plena Sierra de la Demanda burgalesa, se asienta Pineda de la Sierra. El camino para llegar a los 1.205 metros en los que se recuesta la localidad serrana no es fácil. Desde Burgos, a 50 kilómetros de distancia, hay que dejar atrás los embalses de Úzquiza y Arlanzón. Es este último río el que atraviesa el caserío construido con la característica piedra de tono rojizo de la zona.

Hayas y robles -según sea la orientación-, pinares y praderas de montaña lo dominan todo. La montaña es así. Aunque, una vez en el pueblo, es la iglesia dedicada a San Esteban Protomártir la acaparadora de la atención.
La iglesia de San Esteban Protomártir, deliciosa sorpresa
Sorprende, si no se tiene ninguna noticia previa, hallar tal maravilla del románico serrano. La galería porticada, construida en una segunda fase a finales del XII, recibe al visitante para dejar una imagen que permanecerá en la retina durante mucho tiempo. La arquería supone cierto descuadre respecto a la puerta de acceso al pórtico y la portada principal. Pero el estilo es homogéneo ahora. Es común a otros templos como los de Vizcaínos y Jaramillo de la Fuente, ya que es la impronta del maestro del claustro alto de Silos.

Tiznada de rojo, la galería está compuesta por once arcos de medio punto sobre columnas pareadas con capiteles de doble cesta. Seis están al oeste de la puerta mientras que los otros cinco restantes se ubican al este. En los capiteles domina la decoración vegetal con hojas de acanto, palmetas, hojas de remate avolutado y frutos colgantes. En las parejas de capiteles tercera y quinta hay unos personajes con la cabeza cubierta y largas túnicas.
Varias son las fases constructivas de San Esteban Protomártir. En la primera mitad del siglo XII se levantaron con el ábside semicircular, el presbiterio y los dos primeros tramos de la nave, además de la portada principal.

A finales de ese siglo corresponde la galería porticada, que posiblemente se prolongara por el occidente del edificio. En el siglo XVI hubo obras de ampliación y de reforma: añadieron un tercer tramo a la nave, se unificó toda la cubierta con una crucería más elevada que la actual y levantaron la torre al costado. Son muchas las marcas de cantero visibles en los sillares.
El ábside semicircular dividido en cinco paños podría ser, así, el elemento más antiguo de todos. Los capiteles de la ventana más al norte son los de mayor interés. Además de una cesta con aves pareadas, se ven dos ángeles y otro personaje vestido con una túnica y las piernas cruzadas. Para algunos expertos podría ser una escena de la Anunciación. En los canecillos hay motivos vegetales, seres fantásticos, bustos y aves. Es reconocible un jabalí, un león, un oso, una liebre y simios.
Detalle capiteles portada Detalle capiteles portada Detalle capiteles portada
De la misma época es la portada principal. Varios escalones libran pendiente del terreno sobre el que está la edificación religiosa asentada para acceder a ella. Los capiteles incluyen un amplio programa escultórico. En una composición hay tres caras y dos mujeres parecen velar un cuerpo depositado en un sarcófago, junto a una personalidad eclesiástica. Se pueden ver la adoración de los Magos, además de a san Pedro junto a san Pablo y a Sansón rompiendo la quijada del león.

En una hornacina, junto al retablo, destaca la talla de Santa María del Monte, del gótico avanzado. Otra pequeña talla barroca de San Juan Bautista, junto a la pila bautismal, y la más moderna de la Virgen de Villa -patrona de Pineda de la Sierra- suponen el elenco de las esculturas que conserva la iglesia.
Pero el tránsito por la localidad no debe reducirse a ver la iglesia. Callejear por la localidad observando cada detalle de las casonas y acercarse al puente para ver cómo el agua cristalina del Arlazón se dirige a saltos hacia abajo también es casi imprescindible.
La Sierra de la Demanda posee todos los atractivos que puede desear cualquiera. Una naturaleza exuberante, valores etnográficos, patrimoniales, excelente gastronomía… Nadie queda a falta de nada.