La Laguna de la Nava es un «mar artificial» que trata de emular a uno anterior natural, y que se mantiene gracias a una infraestructura hidráulica que toca poner a punto 30 años después
Daniel González
El agua, o la ausencia de ella, está capando los titulares de periódicos e informativos. Un Parque Nacional de Doñana que agoniza, una sequía prolongada que vacía embalses, ríos y arroyos, y un campo que tiene sed. Noticias que ponen de relieve la importancia de este recurso crucial para la vida y los efectos del cambio climático en su mantenimiento.
Y otra Doñana, pero artificial y mucho más pequeña la tenemos en pleno corazón de la estepa cerealista de Tierra de Campos. Aquí se localiza la Laguna de la Nava, o Mar de Campos, compartido por los ayuntamientos de Fuentes de Nava y Mazariegos, en la provincia de Palencia.
Hoy es un referente turístico y un importante humedal, refugio y lugar de paso de numerosas especies de ave, sobre todo de octubre a marzo. Sin embargo, la imagen actual es solo un espejismo de lo que llegó a ser. Pues en los años 60 este complejo lagunar se desecó por el régimen franquista para convertir el terreno en tierras de cultivo y combatir también la enfermedades transmitidas por mosquitos que se criaban en estas zonas húmedas. Ya antes, durante el reinado de los Reyes Católicos, también hubo intentos para desecarlo.
Tuvieron que pasar tres décadas, hasta 1990, para que la laguna volviera a recuperar una pequeña parte de su esplendor. Todo gracias a un proyecto de Global Nature, que instaló un complejo sistema artificial de diques, canales y arroyos para abastecerla de agua procedente del Canal de Castilla y que imitan los ciclos naturales que existieron en la antigua laguna.
Desde el Canal, el agua se deriva al río Retortillo, que la transporta varios kilómetros. En la presa de La Quebrantada, el agua se deriva al arroyo Carrepadilla, que abastece la laguna mediante un sistema de compuertas y sifones. Asimismo, la laguna está rodeada por un sistema de diques de tierra, que la divide en tres zonas, que se pueden gestionar de manera independiente.
Se calcula que lo que se ha recuperado es un 15% de la extensión total que llegó a tener.
30 años después toca renovar máquinas
La Junta de Castilla y León es ahora la responsable de la gestión del humedal. Tras una vida útil de treinta años, muchas de estas infraestructuras son antiguas y no son ya eficientes desde el punto de vista del ahorro de agua. Debido a la escasa pendiente del terreno, la velocidad de circulación del agua es muy baja, favoreciendo fenómenos de colmatación en los canales utilizados para la inundación de la laguna.
Por ello es necesario proceder a su limpieza y sustituir algunas infraestructuras por otras más modernas y eficientes. Con este fin, desde la Consejería de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación del Territorio, se va a invertir en el trienio 2023-2025 más de 600.000 euros de fondos europeos.
Gracias a estas inversiones se va a instalar un nuevo sistema de aforo, que permitirá conocer el caudal derivado a la laguna y regularlo mediante control remoto. Veinte de las antiguas compuertas serán reparadas o sustituidas por otras más eficientes y se podrán limpiar alrededor de nueve kilómetros de canales. Se va a mejorar también la alimentación de la Laguna del Hoyo, instalando una nueva conducción enterrada.
Por otro lado, en esta laguna, la productividad de la vegetación es muy elevada, ya que en los años de postguerra se decidió desecar el humedal e incorporar sus terrenos a la labor agraria, con una producción anual de biomasa que sobrepasa las 20 toneladas/hectárea, e incluso las 50 toneladas/hectárea en algunos sectores. Esta elevada productividad supone uno de los retos más importantes en la gestión de la laguna, ya que la excesiva acumulación de materia orgánica ralentiza e impide la instalación de vegetación subacuática, pues imposibilita que las plántulas enraícen. Además, la vegetación acumulada tarda años en degradarse y, por tanto, aumenta la eutrofización de las aguas, por lo que se hace imprescindible su control.
Los proyectos incluyen también trabajos de control de la vegetación en una superficie de 96 hectáreas, utilizando dos métodos: siegas, con empacado y retirada de la vegetación o decapados (excavación mecanizada de los primeros centímetros del lecho lagunar, para levantar el sistema radical de las plantas y posterior retirada de la vegetación y la tierra extraídas).
Junto a estos trabajos también se acometerá el arreglo del firme del camino de acceso, y actuaciones de mejora paisajística, así como de la seguridad en el humedal, con la eliminación de obras de fabrica en desuso, enlucido de estructuras con imitación de adobe, y la sustitución de algunas tapas deterioradas en pozos y arquetas