Encajonado en en una de las famosas hoces del río Duratón, yacen las pocas piedras que quedan del convento de Nuestra Señora de los Ángeles
En el pequeño pueblo segoviano de Sebúlcor hay dos atractivos que se acentúan por encima de todos los demás. Y los dos se combinan a la perfección. Uno es el paisaje, marcado por el encañonado cauce del río Duratón, el otro las ruinas, de notable impronta.
El municipio se ubica en pleno parque natural de las Hoces del Río Duratón, al oeste de Cantalejo. En una lenta, pero imparable erosión a lo largo del tiempo, la naturaleza kárstica del terreno ha provocado el hundimiento del curso del río, formando profundos cañones donde ha manado una importante muestra de flora y fauna. Bosques de ribera, de sauces, álamos u olmos, conviven con una significativa comunidad de rapaces, como buitres leonados, águilas reales o el azor.
Una ruina camuflada en un espectáculo natural
Y entre todo este portento natural, se dispone, completamente aislado y deshecho, el convento de Nuestra Señora de los Ángeles. Sus ruinas son casi inaccesibles, aupadas sobre una lengua de tierra que obliga al río Duratón a girar en una pronunciada curva. Para llegar a él existen pocas opciones: bien en piragua (hay varias empresas de turismo activo que facilitan esta posibilidad), o bien en aquellas épocas del año en el que el nivel del pantano permita pasar por tierra.
Aquí lleva encajonado desde el siglo XIII, cuando fue fundado por la orden de los franciscanos. Sus roídos muros, ahora, absorben la naturaleza espectacular de las hoces, enfatizando las sensaciones de su belleza ruinosa. Quizás fue esta ubicación privilegiada la que llevó a Isabel la Católica a visitar en varias ocasiones sus estancias. La reina era fiel devota de la imagen de la Virgen de la Hoz que se guardaba en la iglesia, y financió parte de las obras de reconstrucción del monasterio, cuando se derrumbó parcialmente tras una tormenta. Labores que remató, años más tarde, Felipe II, devoto también del conjunto monacal.
Con la Desamortización de Mendizábal en el siglo XIX, el monasterio fue abandonado y en la actualidad solo queda en pie la fachada sur, con tres arcos, las ventanas de las celdas de los monjes, y restos de otras dependencias. Asimismo, existen varios escudos, restos de pinturas y piedras con leyendas.
Uno de los edificios civiles más antiguos de la provincia de Segovia
El declive de estas tierras no solo se hizo notar en las piedras del convento. San Miguel de Negueda, una pequeña población que se extendía en una amplia vega del cauce del Rio San Juan, afluyente del Duratón, se despobló. Situado a 5 kilómetros al oeste de Sebúlcor, la mayoría de sus edificios están derruidos o se mantienen a dura penas en pie.
Es el caso de la Casona de los Gonzalez Sepúlveda, construida en el siglo XVI. Se trata de un singular edificio de arquitectura gótica civil perteneciente a la tipología de palacio rural situado fuera de la villa. Es, por ello, uno de los más antiguos de esta clase en la provincia segoviana, y ha sido declarado Bien de Interés Cultural en categoría de Monumento el pasado 7 de julio.
Su máximo interés artístico reside en la portada, construida en sillería y distribuida en los tres niveles del edificio. Notable es el nivel intermedio, que contiene una ventana geminada con dos arcos trilobulados, así como el nivel superior con un hueco de traza más sencilla y dos aspilleras en forma de cruz similares a la de la planta inferior.
