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En busca del origen del castellano

Los cartularios de Santa María de Valpuesta, en el norte de Burgos, son considerados por los expertos como el primer soporte de la lengua escrita. El habla, de un carácter rústico acorde con el entorno en que se inició, se vio favorecida por los acontecimientos históricos para su expansión.

La rivalidad entre los distintos lugares a los que los expertos han atribuido, según distintas épocas, el nacimiento del castellano como lengua escrita parece condenada a su fin. Cada vez son más las voces que se decantan por Valpuesta para este hito. Es la colegiata de esta localidad de la comarca de las Merindades (en la encrucijada con los valles alaveses de Valdegovía y Valderejo,  y la comarca burgalesa de la Bureba), al resguardo de los montes Obarenes, el espacio físico.

El cartulario de Valpuesta, la prueba. Sobre todo ahora que los especialistas han concluido que las glosas emilianenses fueron escritas en el siglo XI, y no en el X -como se creyó hasta no hace demasiado-, mientras que las actas más antiguas del cartulario de Valpuesta son de finales del siglo IX y comienzos del X.

En un pequeño rincón

Escrito por Gonzalo Santonja, director del Instituto Castellano y Leonés de la Lengua

La exposición ‘Los orígenes del español II. De Valpuesta a Cardeña’ se puede ver en el Palacio de la Isla (Burgos) hasta el 17 de abril.

Situémonos en los años oscuros y peleados de los orígenes: Montes de Oca marcaba el límite por el noroeste, mientras Fitero, a tiro de piedra de Castrogeriz, fijaba la frontera con León y Carazo, muy cerca de Salas, establecía la marca sur, abierta Castiella por el norte a los caminos del mar. Son los márgenes establecidos en el Poema de Fernán González para ese pequeño rincón de los tiempos míticos, dimensiones reducidas, sí, pero dimensiones que ya rebasan de largo las angosturas poco menos de cien estrofas antes señaladas por el poeta arlantino.

Era Castilla Vieja un puerto bien cerrado,
nonavie más entrada de un solo forado,
tovieron castellanos el puerto bien guardado,
porend´ de toda España esse ovo fincado (87).

Sobre estas líneas, algunos de los documentos que se pueden ver estos días en la exposición del Palacio de la Isla.

De “puerto bien cerrado” a “pequeño rincón”, las distancias interiores siempre resultarían cortas. José Manuel Ruiz Asencio, Irene Ruiz Albi y Mauricio Herrero Jiménez, editores de ‘Los becerros gótico y galicano de Valpuesta’, han subrayado, por ejemplo, que desde esta localidad, sede episcopal durante más de doscientos años, hasta el monasterio de San Salvador de Oña -cuyo fondo documental también resulta de primer orden para el estudio de los orígenes del castellano- apenas medían veintiocho quilómetros en línea recta en tanto escasamente son diez, menos de sesenta y poco más de cuarenta, los que respectivamente separan a Burgos (con documentos en la catedral, el ayuntamiento y el monasterio de San Juan) de la abadía de San Pedro de Cardeña, el monasterio de Santo Domingo de Silos y la Colegiata de Covarrubias.

Trazando un círculo de ciento treinta quilómetros de radio alrededor de Valpuesta, Ruiz Asencio, Albi y Herrero han levantado un mapa que abarcaría “todo el País Vasco, prácticamente toda Cantabria, el NE de Palencia, todo el N y centro de Burgos, el N de Soria, casi toda la Rioja y la mitad occidental de Navarra”, espacio que contiene veintitrés centros eclesiásticos “próximos a Valpuesta y de mayor interés para el estudio del nacimiento del castellano, los cuales atesoran un total de 2.850 diplomas (sin incluir los 405 navarros) de los siglos VIII-XII que, aunque con sobreabundancia de copias, sin duda constituyen “cantidad suficiente para que los resultados de una investigación filológica puedan estar bien fundamentados” .

Veintitrés fondos documentales con cerca de tres mil documentos, insisto. Y recuérdese aquel dicho del refranero, pozo insondable de saberes seculares: “Aleluya, aleluya, cada cual con la suya”. Con su tarea, quiero decir. Dando de lado discusiones ociosas, quizás demasiadas. Tarea hecha, menos tareas pendientes. “Sábete, Sancho”, escribe Cervantes en Don Quijote (18,I), “que no es un hombre más que otro sino hace más que otro”. Un hombre o una entidad.2.850 diplomas  necesariamente afrontados en suma de aportaciones, con paleógrafos, latinistas, historiadores y lingüistas poniendo en común sus saberes. Las ediciones parciales, sea cual sea la especialidad puesta en liza, dejan demasiadas incertidumbres.

(seguir leyendo en nuestra revista, en el número 46)

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