Estos milenarios y enormes animales de piedra son una de las muestras más genuinas de arte de la Edad del Hierro en la Península Ibérica
Quizás te suenen de los libros de historia del instituto, donde dan nombre a un importante tratado del siglo XV; o de los libros de arte, como una de las mejores manifestaciones artísticas de la España prerromana. Cuatro esculturas alineadas y orientadas al poniente realizadas en granito que representan cuadrúpedos: los famosos Toros de Guisando.
Ubicadas prácticamente en el centro de la Península Ibérica, en el municipio abulense de El Tiemblo pegando a tierras madrileñas, estas esculturas son uno de los pocos vestigios que han perdurado del pueblo de la Edad del Hierro de los vetones. Realizados entre el siglo IV y I a.C, su tosquedad hace difícil determinar de qué animal se trata realmente, aunque unas oquedades en la cabeza para la inserción de cuernos indica que se trata de toros.
El conjunto escultórico es bastante homogéneo. Las cuatro figuras son muy similares en tamaño (entre 264 y 277 centímetros de longitud y 129 y 145 centímetros de altura), como en morfología, lo que hace pensar que estaban instalados en el mismo lugar.

Un conjunto excepcional con significado incierto
Pero, ¿qué función o significado tenían? En realidad, poco se sabe con firmeza, pues de quienes esculpieron los toros, los vetones, no hay demasiada documentación histórica. Pero sí que existen ciertas especulaciones. En el caso de los Toros de Guisando una de las teorías más aceptadas es que se trata de un monumento funerario o conmemorativo. También se habla de fines religioso o mágicos, como amuletos protectores o para delimitar los pastos del ganado.
Para poder verlos hay días de visita gratuita: el primer viernes de cada mes, y los 3 primeros miércoles de cada mes.
En tres de las cuatro esculturas hay inscripciones en latín. La que con más claridad se puede leer, es una dedicatoria que dice: Longinus Prisco. Calaetq Patri F.C. (Longino lo hizo a su padre Prisco -de la tribu- de los Calaetios). Esto indica que, aunque se esculpieran en época prerromana, los verracos continuaron realizándose mientras los romanos ya controlaban casi toda Hispania en el siglo I.

Los Toros de Guisando no son ni los más antiguos, ni los más grandes. Su singularidad radica en su conjunto, pues normalmente las esculturas de verracos o toros que han llegado hasta nuestros días se erigen solitarias. Los más de 400 verracos localizados pueden encontrarse allí donde los vetones extendieron sus rebaños y poblados, en buena parte de la franja occidental de la Península Ibérica: Extremadura, Castilla y León, Castilla- La Mancha y Portugal.

En Castilla y León la mayor concentración de estas representaciones se da en Zamora, Salamanca y Ávila, como el famoso verraco de Toro, de Ciudad Rodrigo o el de San Felices de los Gallegos.

Un monumento con nombre de tratado histórico
Muchos siglos después de que los vetones esculpieran el conjunto, en concreto en el año 1468, el rey Enrique IV de Castilla declaró, muy cerca de aquí, heredera de su reino a su hermana, la infanta Isabel, que luego se convertiría en la ‘Católica’.
A esta reunión y sus conclusiones se le dio el nombre de su ubicación: Tratado, Jura o Concordia de los Toros de Guisando. Aunque no fue sobre los mismos toros donde se firmó, sino en una venta próxima, de la que en la actualidad solo queda el solar y algunas piedras de los muros.

Las ruinas del monasterio de Guisando
Y ya que llegas hasta tan lejos, otra de las visitas indispensables de esta zona son las cercanas ruinas del monasterio de Guisando, uno de los primeros cenobios fundados en la Península Ibérica por la orden de los Jerónimos.
Desde su origen, en el siglo XIV, lo habitaron siempre frailes Jerónimos, hasta que en la desamortización del siglo XIX pasó a manos privadas y fue utilizado posteriormente como casa-palacio y vivienda de recreo. A finales del siglo XIX se hicieron importantes trabajos de consolidación de sus ruinas y varias reformas, acondicionando unos jardines al estilo romántico.

Horarios y precios de la visita
El monumento de los Toros de Guisando está abierto al público todos los viernes, sábados, domingos y festivos del año, además de los tres primeros miércoles de cada mes, a excepción de los días 24, 25, 31 de diciembre y 1 de enero.
El horario de apertura y cierre en verano es desde las 10:00 horas hasta las 14:00 y desde las 15:00 hasta las 21:00. En invierno, desde las 10:00 hasta las 14:00 y desde las 15:00 hasta las 18:00. El horario de verano comprende desde el 15 de abril hasta el 15 de octubre y el horario de invierno desde el 16 de octubre hasta el 14 de abril. Los viernes únicamente se abrirá el monumento al visitante por la tarde, el resto de los días se abrirá mañana y tarde.
El precio de la entrada es de 2 euros por persona, e incluirá un librito de 8 páginas con información básica del monumento. Los menores de 14 años accederán gratuitamente al monumento, siempre acompañados de al menos una persona mayor de edad. También hay días de visita gratuita: el primer viernes de cada mes, y los 3 primeros miércoles de cada mes.
Para la visita del Monasterio de Guisando se organizan visitas guiadas, previa reserva de plaza con antelación, todos los días de la semana. Las visitas gratuitas se realizan los miércoles, siendo el resto de los días de pago. Se puede reservar a través de la web: www.monasteriodeguisando.es