En un paraje natural de primer orden se levanta la bautizada como ‘Catedral de la Montaña’ de Lois, un magnífico templo que no te esperas encontrar por estos lares
Daniel González // Fotografía: José Daniel Navarro
Una catedral dentro de una catedral natural. Así es la iglesia de la localidad leonesa de Lois. Su característico color rosado que obtiene del mármol del que está construida, su gran tamaño y elegancia barroca la hacen destacar en un entorno privilegiado como la comarca de Riaño.
Una ubicación singular para un templo de estas características que obedece a la singular historia de esta pequeña población. El lugar, ya mencionado durante la época de la Repoblación, contó con unos habitantes, la familia Rodríguez Castañón que, preocupados por la formación de los vecinos, crearon una Cátedra de Latín convertida durante los siglos XVII y XVIII en todo un referente cultural.
De su importancia queda testimonio la aportación de dos académicos a la RAE, Alonso Rodríguez Castañón y Pedro Manuel de Acevedo, así como tres obispos. Se crearon además dos fundaciones: la Escuela de Primeras Letras y la Cátedra de Estudios de Gramática, que llegó a alcanzar los 80 alumnos previa formación a los estudios del Seminario.
Una iglesia a la altura y en las alturas
Tal Cátedra necesitaba, por supuesto, de una iglesia al lado digna de su reconocimiento. Por ese motivo los residentes del pueblo decidieron rehacer la vieja iglesia, edificándola entre 1755 y 1764 bajo la dirección de Fernando Compostizo, maestro constructor de la Catedral de León. Así nació la ‘Catedral de la Montaña’.
Se trata de un excelente conjunto constituido por la iglesia y los retablos, tallas y orfebrería que la decoran pertenecientes a la mitad del siglo XVIII, muy representativo de este momento. Su situación en la caída de la ladera de las montañas que la rodean, y su voluminosa y refinada figura provoca gran sorpresa al visitante, ya sea conocedor o no de este monumento con anterioridad a su descubrimiento.
Pero Lois es más que su iglesia. Destacan las edificaciones populares y civiles como la Casa solariega del siglo XVIII, sus escuelas rehabilitadas, la fábrica de la luz, y los blasones en las portadas y fachadas de las casas, pues todos sus habitantes pertenecían a la nobleza. Todo, sin olvidar los múltiples senderos que nacen y pasan por Lois para disfrutar de su inolvidable paisaje.
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PRECIOSAS y las fotos muy buenas