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Diez rutas sobre ruedas

Valladolid propone atractivas travesías en moto para descubrir parajes, rincones y pueblos de la provincia desde otra perspectiva, con la mirada puesta en la carretera y esa sensación única de vivir una nueva aventura

La libertad que se siente sobre dos ruedas, con el horizonte como único límite y carreteras o caminos poco transitados en los que perderse, invita a vivir experiencias inolvidables. Eso precisamente busca la Diputación de Valladolid en una guía que reúne diez rutas en moto por los más de 8.000 kilómetros cuadrados de la provincia. Su punto de inicio y final, en todas ellas, es la capital.

Conocer el patrimonio, sus tradiciones o la exquisita gastronomía son algunos de los motivos para animar al apasionado motero a que se ponga en marcha.
Entre castillos y viñedos. Una ruta de cerca de 100 kilómetros revive el pasado histórico de tierras vallisoletanas descubriendo sus fortalezas y transitando por viñedos centenarios. Inicia su camino en Valladolid, se dirige al castillo de Fuensaldaña y después hacia Mucientes y Cigales, donde conocer la elaboración tradicional de sus vinos.

El viaje continúa por Corcos, Trigueros del Valle, el cinematográfico castillo de Montealegre de Campos y, finalmente, Villalba de los Alcores, último punto en el mapa antes de regresar a la capital.

En busca de los cortados

En el noroeste de la provincia destacan sin preaviso sus famosos cortados. Estas imponentes formaciones creadas por la naturaleza y esculpidas por el río Pisuerga son protagonistas de una ruta que transcurre por Santovenia de Pisuerga o San Martín de Valvení, lugar en el que realizar un alto en el camino para disfrutar de las magníficas vistas.
Continúa por Valoria la Buena antes de adentrarse en el Valle del Esgueva, para disfrutar de pueblos singulares, como Esguevillas de Esgueva, o castillos poderosos, como el que se impone en Villafuerte de Esgueva. Saliendo del valle por la VA-104 el trayecto conduce a Castrillo Tejeriego, Villavaquerín y Villabáñez, donde cambiar de rumbo para disfrutar como niños en el Valle de los Seis Sentidos, en Renedo de Esgueva.

Tras la pista de la uva verdejo

Apasionado o no del vino, este viaje de 115 kilómetros resulta la ocasión perfecta para adentrarse en la historia y la cultura de la DO Rueda y su uva autóctona, la verdejo.
La villa del Tratado, Tordesillas, o Ciguñuela, de paso para los peregrinos del Camino de Madrid, forman parte de un viaje en el que contemplar no solo el paisaje de viñedos de La Seca y Serrada, sino también degustar la rica gastronomía de Matapozuelos, o conocer el arte mudéjar de Mojados.5 paisaje do rueda

El siguiente punto de la ruta es La Pedraja de Portillo. Aquí, con algo de tiempo, se pueden observar las aves que habitan en las lagunas del Raso de Portillo. Después, la marcha se reanuda hasta llegar a Puente Duero y la cercana Boecillo.

Desde el páramo hacia el río Duero

Tudela de Duero es la primera localidad de la ruta, que se adentra en la Ribera del Duero, tanto en su naturaleza como en la riqueza, la historia y el prestigio de sus vinos. Por otro lado, La Parrilla presenta al viajero importantes zonas de interés micológico antes de seguir el trayecto por las localidades de Montemayor de Pililla o Cogeces del Monte, donde se debe hacer un mececido descanso para observar sus populares chozos de pastor.
En la travesía desde la segoviana Cuéllar hasta Campaspero y Fompedraza se divisa una bella estampa del páramo que conduce al corazón de la Ribera del Duero, Peñafiel. Su grandioso castillo, que alberga el Museo del Vino, da la bienvenida desde la misma carretera al motero, que después se dirige a Padilla de Duero. Una visita al yacimiento vacceo de Pintia y, después, rumbo al singular paisaje de viñedos y bodegas que muestra Quintanilla de Arriba, Valbuena de Duero, Quintanilla de Onésimo o Sardón de Duero.

Reviviendo la historia

Los Montes Torozos guardan en la memoria batallas y acontecimientos memorables que vivieron sus fortalezas, plazas y edificios Como la derrota del ejército comunero en Villalar de los Comuneros o la coronación del rey visigodo en Wamba, el único pueblo de España cuyo nombre comienza por ‘W’ y que conserva el osario más grande del país. 6 peñaflor de hornija

En Torrelobatón es más que obligado realizar una parada y observar su castillo del siglo XIII, muy bien conservado. Adalia y Mota del Marqués se encuentran inmediatamente después en esta ruta, que llega hasta Tiedra y su más que interesante observatorio astronómico. Desde Benafarces, el viajero comienza el retorno hacia la capital atravesando Casasola de Arión, Pedrosa del Rey, Bercero, Berceruelo… Sin olvidar el sitio histórico de Villalar de los Comuneros, donde descubrir, en su plaza mayor, la iglesia de san Miguel y su famoso rollo.

Pinares y la reserva natural

El sur de la provincia es dominado por campos cerealistas y extensas masas de pinares, tan característicos de esta zona.

Villanueva de Duero, primera localidad del viaje, pronto abre las puertas a un paisaje de viñedos de la DO Rueda que pueden verse desde la carretera al llegar a Serrada, La Seca, Rueda y Nava del Rey. Al acercarse a Alaejos la mirada cambia de dirección para divisar ahora las imponentes torres de sus iglesias, que sorprenden en el horizonte.

A los vestigios de la historia y la cultura del vino se suma la belleza del entorno de la Reserva Natural de las Riberas de Castronuño, la única de la provincia. Ya en Tordesillas se pone rumbo a Valladolid atravesando Matilla de los Caños, Velilla, Geria y, antes de finalizar la aventura, Simancas. Su Archivo Histórico resalta notablemente desde la carretera, y se hace imprescindible parar y admirar el que fue primer archivo oficial de la Corona de Castilla, fundado en 1540.

Por la villa del libro y su entorno. Monasterios y grandes fortalezas dibujan el paisaje de esta ruta, que conserva el sabor histórico, reflejado en singulares poblaciones y el encanto del valioso patrimonio que atesora la provincia.

Desde el castillo de Fuensaldaña el motero se dirige, entre un mar de viñedos, a Mucientes o el pueblo quesero de Villalba de los Alcores. Continúa por Castromonte, en cuyas calles admirar casas de piedra con escudos del siglo XVIII, y llega hasta Medina de Rioseco, la ‘Ciudad de los Almirantes’.

Atravesando Villabrágima, Tordehumos, Villagarcía de Campos y Villardefrades, el viaje conduce hasta Urueña, la conocida villa del libro y uno de los pueblos más bonitos de España.
El regreso a la capital reserva visitas interesantes a San Cebrián de Mazote y su iglesia mozárabe, el embalse de Bajoz de La Santa Espina, el osario de Wamba o el entorno de Peñaflor de Hornija, uno de los límites del páramo de los Montes Torozos.

El arte mudéjar

Este recorrido permite explorar las villas donde tuvieron lugar las primeras ferias comerciales de Europa y su particular estilo arquitectónico, el arte mudéjar, tan representativo del sur de Valladolid.

Portillo regala en este viaje una de las panorámicas más privilegiadas de la provincia. El alto del Llano de San Marugán, dejando atrás el conocido pueblo alfarero, conduce hasta Íscar, en la que descubrir su majestuoso castillo.

La villa mudéjar por excelencia es Olmedo, la Ciudad del Caballero. Conserva en casas, monumentos, y en su muralla, el tradicional arte mudéjar, puesto en valor en un Parque Temático abierto al público. También merece su visita el cercano Museo de las Villas Romanas, en Almenara de Adaja. Ya desde Ataquines, tomando la A6, el trayecto conduce al siguiente punto, la villa de las ferias y del castillo de La Mota: Medina del Campo.

Por el norte del Duero

Una ruta de 132 kilómetros que tiene como hilo conductor el valle del río Esgueva y transcurre por las localidades de Renedo de Esgueva, Villabáñez , Olivares de Duero, Valbuena de Duero… No se olvida de San Bernardo y su monasterio del siglo XII, el de santa María de Valbuena.

El pueblo ribereño de Pesquera de Duero merece especial atención, sobre todo para realizar un descanso y disfrutar de sus bodegas o de las actividades de enoturismo que propone.

De Piñel de Abajo y Piñel de Arriba se dirige a Encinas de Esgueva que, además de su castillo, disfruta de un remanso de tranquilidad en el embalse situado a tan solo dos kilómetros. El trayecto sigue hasta Valoria la Buena, donde se produce el salto del valle del Esgueva al valle del Cerrato palentino. Finaliza en Cabezón de Pisuerga y su monasterio de Santa María de Palazuelos.

En tierra de pan y queso. Es la ruta más extensa de esta guía, con 220 kilómetros, y engloba buena parte de los municipios de la Tierra de Campos vallisoletana. Extensas llanuras cerealistas pueden contemplarse desde la carretera y, cómo no, una de las obras de ingeniería hidraúlica más importantes de la historia: el Canal de Castilla.

La Santa Espina, Castromonte, Valverde de Campos, Medina de Rioseco, Morales de Campos, Villafrechos… son puntos marcados en el mapa de esta ruta, protagonizada por los característicos palomares pero también por su rica gastronomía.

Mayorga de Campos presenta el Museo del Pan, y cerca de aquí, Villalón de Campos cuenta con otro interesante centro expositivo: el Museo del Queso. Ambos atraen la mirada de esos viajeros aventureros que piensan en la diversión en carretera pero también en degustar platos típicos y conocer la cultura y tradiciones vallisoletanas a través de su cocina

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