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La tierra de los mil senderos

La cordillera de Ordunte, entre Burgos, Vizcaya y Cantabria, es un territorio perfecto para el senderista y el ciclista de montaña. De cumbres redondeadas que apenas superan los 1.300 metros, posee importantes bosques cantábricos además de una fauna muy variada

El monte Zalama es un colosal hito de la naturaleza que sirve de referencia como divisoria entre las comunidades de Castilla y León, Cantabria y País Vasco. Con sus 1.343 metros es la cumbre más alta de la cordillera que conforman los montes de Ordunte, un sistema montañoso con lomas desgastadas y formas redondeadas que constituye el sueño de cualquier senderista y amante de la bicicleta. Tras los pastizales de alta montaña, en los que se alimentan las vacas monchinas y algunos grupos de ganado caballar, se suceden frondosos bosques de hayas y robles. También abundan los bortales y los rodales de acebos centenarios. Todo ello alternado con encinas en las zonas más soleadas, tojo, brezo y helechales.

Son numerosas las surgerencias de agua, que forman arroyos que se precipitan ladera abajo para alimentar al río Ordunte. Este espacio está catalogado como Zona de Especial Conservación ‘Bosques del Valle de Mena’ en la Red Natura 2000. La lauirsilva (Prunus lusitanica) es la rareza vegetal, con una superficies de más de dos hectáreas. El loro es una reliquia superviviente de los bosques de niebla lauroides del ecosistema mediterráneo del Terciario. La Merindad de Montija y el territorio menés son los dos municipios castellanoleoneses en los que está incluido este territorio, que comparten con los valles de Soba y Villaverde (Cantabria), además de los vizcaínos de Carranza y Balmaseda.

Ciervo

En un entorno dominado por cordilleras calizas, la de Ordunte se caracteriza por los terrenos arcillosos y las rocas de composición arenisca. No es complicado hallar algún fósil sin necesidad de rebuscar demasiado en las pedreras. Además, en las proximidades del embalse existe un yacimiento del calcolítico. Son varios túmulos funerarios en una extensa área habitada en la época, en la que se han localizado más de veinte hogares.

El caminante atento también tiene muchas posibilidades de toparse con ciervos y corzos durante su recorrido. Merece la pena visitar la sierra durante la berrea de los venados. Lobos, jabalíes, zorros, tejones, visones, ginetas y otros mamíferos habitan asimismo los frondosos bosques de la zona, aunque la observación de estos animales resulta algo más complicada. Los aficionados a la ornitología encuentran aquí un terreno óptimo. El tamborileo del pico picapinos taladrando los troncos ya secos en busca de larvas con las que alimentarse se oye a varios kilómetros de distancia.

Son montes que en la época del carboneo registraron una importante actividad económica, que es constatable por las plataformas de las antiguas hoyas de carbón aún hoy perfectamente reconocibles. En las últimas décadas del siglo pasado también se vieron afectados por los incendios provocados por ganaderos en busca de incrementar los pastizales en detrimento de los bosques; una práctica afortunadamente ya olvidada. Más recientemente, la amenaza de instalar parques eólicos en algunas de las cumbres con importantes valores medioambientales y paisajísticos también quedó en nada gracias a la oposición popular y de algunos ayuntamientos afectados.

Bosques y praderas

El río Ordunte nace a los pies del Zalama, en una pequeña fuente que deja de manar en periodos de sequía. Se nutre de los numerosos regatos que trizan las laderas para formar profundos barrancos, reductos en los que sobrevive el cangrejo autóctono y la trucha común. Se trata de un rico patrimonio que el cambio climático y las especies exóticas invasoras están poniendo en serio peligro. El transvase del río Cerneja vierte en la cuenca alta del río para garantizar el abastecimiento de agua al embalse de Ordunte, terminado de construir en 1934 y que suministra agua potable a algunas localidades menesas y al Gran Bilbao.

Es un valle muy angosto en sus primeros tres kilómetros, en los que el agua va de cascada en cascada hasta las Bárcenas de Campillo. A partir de ahí, en la zona ya humanizada, se hace más amplio hasta confluir con el Cadagua en La Vega. Las praderas dedicadas al pasto de las vacas, lecheras décadas atrás, se alternan con la masa forestal. Robledales y pinares de repoblación (Pinus radiata) fundamentalmente. En el entorno del caserío son habituales los huertos para consumo propio y los árboles frutales. La diferentes floraciones componen un paisaje especialmente bello en primavera, que vuelve a retomar fuerza cuando las hojas se llenan de colorido con la llegada del otoño.

Son varios los pueblos, a poca distancia unos de otros, los que encontrará el visitante. Casas levantadas con la característica piedra de la zona y de gruesas paredes, diseñadas para atender las necesidades de las actividades agrícolas, ganaderas y forestales propias de cuando se construyeron. Las influencias del modo de edificar del caserío vasco y la casa cantábrica se reparten por igual. Y, de vez en cuando, alguna vivienda levantada por los indianos que regresaron a sus orígenes después de hacer fortuna en América. Aquí la vida transcurre tranquila durante todo el año, con algo más de trasiego humano en la época estival y fines de semana.

DSCN0525Recorridos para toda condición física

Las laderas de Ordunte están repletas de senderos, caminos y cortafuegos que conectan unos con otros. Las opciones que se le presentan al senderista son casi infinitas. Puede diseñar su recorrido a la carta, y si durante el trayecto quiere cambiarlo no tendrá mayor problema para llegar de igual modo hasta el destino previsto. En caso de extravío o urgencia, bastará con dirigirse ladera abajo por alguna de las pistas forestales para retornar a terreno conocido y más seguro.

Es un territorio que permite tanto una práctica del montañismo exigente como la realización de pequeñas excusiones familiares. En este último caso, una toma de contacto ideal con la zona es completar la vuelta al embalse por el camino que lo rodea en su totalidad. El acceso más sencillo es desde la localidad de Nava de Ordunte, girando a la derecha antes de llegar a Partearroyo. Junto a la presa hay un aparcamiento con zona de recreo equipada con mesas y fuente. Este es un magnífico punto de partida para completar -o recorrer en parte- los diez kilómetros alrededor de la masa de agua (a pie o en bicicleta). El paseo da para disfrutar de unas excelentes vistas de la cordillera y del propio embalse.

Es un trayecto llano para hacerlo sin ninguna prisa, para llenar la vista con el paisaje que se presenta en el horizonte y con el más cercano. El pantano aloja una rica avifauna con garzas, cormoranes, anátidas de diferentes especies, correlimos… En el bosque es habitual oir la característica señal de alarma de arrendajo antes de emprender vuelo. El recorrido es un muestrario de la rica flora de la comarca: madroños, robles, hayas, castaños, espinos albares, pinos, brezales, manzanos silvestres, ciruelos, avellanos… Cuando el estiaje es muy acusado, y el nivel de las aguas deciende lo suficiente, queda al descubierto el puente del Romero, de factura romana. A poco más de un kilómetro de la pista que bordea el embalse, siguiendo la bifurcación río arriba antes de cruzar un pequeño puente, se llega al pozo de la Olla, a medio camino entre Hornes y Burceña. Este lugar, en el que el río se remansa en esta poza tras caer en cascada, es un lugar habitual para el baño durante el verano.

De Las Bárcenas de Campillo parte una pista que, río arriba después de pasar una barrera metálica y de cruzar una pasarela hacia la ribera derecha, conduce en medio de una exuberante vegetación hacia el nacimiento del río. La subida es exigente a ratos, como sucede con la cuesta del Torico. Antes de completarla, después de una hora larga de caminata, se llega a la cascada de Aguasal. Es un hermoso salto rodeado de hayas, que conviene visitar en una época en la que haya llovido recientemente. Si el caminante cruza el puente y sigue adelante llegará hasta la localidad montijana de San Pelayo.

Ordunte (Zalama)

La gran travesía

Es precisamente de aquí de donde parte una de las rutas más concurridas para alcanzar la cumbre del Zalama. En esta cima hallamos la turbera más meridional de Europa y la más oriental de la Península Ibérica, catalogada como Lugar de Importancia Comunitaria. (LIC). Se alimenta exclusivamente del agua de la lluvia y de nieblas. Con espesores máximos de dos metros, sigue generando turba. Otra opción para hacer la misma cumbre es salir desde Las Bárcenas de Campillo. Sobreviñas, Hornes, La Vega, El Berrón son, además, localidades de partida para acceder a diferentes puntos del cordal de Ordunte.

De la Vega -junto al puente que salva el río en la carretera que conecta Nava de Ordunte y El Nocedal- parte un camino que atravesando una barrera metálica gana metros por la falda de Burgüeno para recorrer parte de la ladera de la cordillera a media altura . Es conocido como el camino Medio. Desciende de nuevo, y acaba en otro portón cerca del pozo de la Olla. Es una ruta ideal para hacer en bicicleta de montaña, que el Club Ciclista del Valle de Mena ha señalizado, como parte de un recorrido más amplio.

Para el caminante es también un trazado idóneo. Subiendo por La Vega pronto alcanzará una construcción conocida como el Mirador. La panorámica sobre el embalse, con los montes de la Peña al fondo es inmejorable. Más adelante, antes de iniciar la bajada hacia Hornes, nos topamos al la izquierda de la pista con una viejas mesas instaladas bajo unas enormes hayas. Pocos metros después parte una senda a la derecha. Si continuamos por esas empinadas cuestas, con un grueso tapiz de hojas crujiendo bajo las botas, llegaremos al portillo de la Brena. Casi al alcance de la mano queda el pico que da nombre a la cordillera; el Balgerri u Ordunte.

Pero la gran hazaña es completar de una vez la sierra. Todo depende de la preparación física y del ritmo que cada uno se marque. Salir de San Pelayo para finalizar en El Berrón -o en sentido inverso- significa poner en las suelas en torno a 40 kilómetros.

Tras hacer cima en el Kolitza -cumbre emblemática vizcaína, ya es una de sus cinco cimas bocineras desde las que se convocaba a los apoderados o junteros- el descenso es rápido casi por la muga entre Burgos y Vizcaya. En lo alto del Kolitza se ubica la ermita de San Sebastián y San Roque, que según una inscripción fue construida originalmente en el siglo XII.
Es precisamente en este exigente terreno de Ordunte donde nació la prueba pionera de las maratones alpinas de la Península, que todavía conserva el prestigio de ser una de las más duras que se celebran. La vigésimo primera edición de la Gararleiz, que tiene la meta en la localidad de Zalla, se celebrará el 10 de julio.

Gastronomía y alojamientos

Un atractivo fundamental de la comarca es su gastronomía. Se puede comer bien sin necesidad de grandes desplazamientos: Ribota, Nava, Villasana. Mercadillo, El Crucero, Espinosa de los Monteros y Balmaseda son localidades en las que es posible degustar una contundente cocina de clara ascendencia culinaria vasca. Buenas carnes de vaca y de cerdo, alubias de la tierra y pescados del Cantábrico están presentes en los menús y cartas. Tampoco faltarán los productos de temporada en forma de hortalizas, setas, caza y otros.

El alojamiento, además, está solucionado para quien desee pasar varios días visitando una zona que reúne atractivos más que sobrados como para merecer una estancia de varias jornadas. Casa rurales, hoteles y hostales hay -unas u otros- en San Pelayo, Espinosa de los Monteros, Villasana y Balmaseda, como lugares más próximos. Así pues, no quedan excusas para no conocer y recorrer en profundidad el entorno privilegiado de los montes de Ordunte.

 

 

 

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